Muscari: "Tengo muchas ganas de adoptar y concretar mi paternidad"
Es tan multifacético como prolífico. Actualmente, José María Muscari escribió y dirige Gente feliz, en el En el Multiteatro. Tiene en escena también una versión de Madre Coraje, con Claudia Lapacó, en el Teatro Regina, y Derechas, que es una obra de mujeres que sirven comida en donde el público come, también el teatro Regina. Además, gira con Atracción Fatal, la versión teatral de la película.
También tiene su espacio en la televisión y la radio: un programa de entrevistas, Muy Muscari, en el Canal de la Ciudad, y un lugar a la mañana en radio Con vos con Reynaldo Sietecase, en La inmensa minoría. Aquí, dice todo lo que piensa en el Cuestionario Sehinkman .
–Demos una vuelta por tu historia. Vivías en Villa Devoto con tus padres. Él, verdulero. Ella trabajaba en casas de familia. ¿En qué momento aparece tu veta artística?
–No tengo una clara conciencia de cuándo apareció mi pulsión teatral. Actuaba en los actos escolares o con mis primos para fin de año con algún sketch, pero no tengo en mi familia antecedentes artísticos. Siempre me pregunté si ser hijo único y bastante adicto a la televisión no fue de alguna manera un ordenador para que esos mundos de ficción hayan sido para mí un semillero. Cuando era chico yo era muy líder en la vereda, en la escuela, pero después entraba a mi casa y tenía dos padres grandes y por eso mi gran compañía era la televisión, liderada en esa época por actores y actrices que representaban historias.
–¿Cómo reaccionaron tus padres frente a tu elección artística?
–Con sorpresa, pero me comprendieron. Cuando expresé a los 8 años que quería ir a estudiar teatro, me llevaron a un centro cultural de Flores. Me encontré con dos padres que, a pesar de que no tenían formación artística, no juzgaron ese deseo del hijo.
–¿Con la sexualidad fue también de ese modo?
–Yo, hasta los 19 o 20 años, no tenía ningún tipo de rollo con mi sexualidad. En ese momento sentía que era totalmente heterosexual. De hecho, salía con chicas y tuve novia. Y hubo un momento, a mis 19, que empezó mi historia con un hombre. Pero en ese momento no entendí que era gay, sino que me había enamorado de una persona que en ese caso era un hombre, por lo cual, como no fue una situación ocasional, sino que fue mi pareja dos años y medio, el tránsito entre mi heterosexualidad y mi homosexualidad lo viví sin conflicto. Yo pensaba: "Cuando deje de estar con él voy a volver a estar con mujeres".
–Vos sentías que lo importante era el amor y no el género.
–Exactamente. En ese momento fue como una especie de defensa para no conflictuarme con mi sexualidad. Un día me saqué una foto abrazado con este novio y la guardé en una agenda. Y se me cayó. Entonces mi mamá me preguntó qué significaba y yo le dije que era el hombre del que estaba enamorado. Ella se puso a llorar, me abrazó y me dijo que me amaba y que me iba a amar siempre, me pasara lo que me pasase y decidiera lo que decidiera. A a partir de ese momento mi sexualidad nunca fue un tema para mi madre, y hasta se convirtió en fan de mis parejas.
–Qué importante la incondicionalidad de ese abrazo y esas palabras.
–La verdad que sí. Por eso mi sexualidad siempre la transité con mucha naturalidad.
–¿Y tu padre?
–Era un tipo más grande, le llevaba casi 17 años a mi mamá. Él nunca me preguntó nada. Falleció hace casi 10 años, pero yo creo que en algún punto sabía que su hijo era gay, lo que pasa es que tenía confusiones. Mi primer espectáculo se llamaba Mujeres de carne podrida, y actuaban 15 mujeres. Otro espectáculo que hice también en esa época se llamaba Lucha en el barro y sexo entre chicas. Él sentía que todas las mujeres que trabajaban conmigo estaban enamoradas de mí. Como nunca me preguntó, me parecía que era muy disruptivo decirle: "Mirá, aunque no lo preguntes, yo soy gay". Entonces nunca se lo dije. Pero él lo sabía.
–Hablemos de tu identidad profesional. ¿Cómo definirías lo que hacés, teniendo en cuenta que podés dirigir en el San Martín y estar en Showmatch o pasar de La casa de Bernarda Alba a Nazarena Vélez?
–Patricia Palmer, protagonista de Gente feliz, me decía: "Yo siento que vos hacés un género, que tu teatro es un género". O sea, Patricia Palmer, que actúa desde hace 50 años, directora, autora, pedagoga, me decía: "Yo siento que lo que vos hacés no se parece a nada ni a nadie".
–¿Un género en sí mismo, el género Muscari?
–Claro, ella habla de eso, de un género que es Muscari. Tiene que ver con una puesta en escena que, en general, no es convencional. Un elenco donde puedo mezclar a alguien absolutamente vigente, mediático y talentoso con alguien culto, y alguien retro, y alguien fuera de circulación que lo traigo de nuevo al sistema. Puedo hacer que en una obra actúen –como ocurre en Derechas– una Cristina Alberó, que es una actriz atemporal y absolutamente retro, o una mujer absolutamente de culto como Edda Bustamante, con una Calu Rivero. Mi teatro permite que eso conviva y arme un mundo.
–¿Y cómo se llamaría ese don que permite unir personajes que en apariencia son muy disonantes?
–Yo creo que ese es el don de la felicidad. A las personas lo que nos produce infelicidad son los límites. Producen mediocridad. Cuando tengo un prejuicio con algo, lo que yo estoy haciendo es exponiendo mi propia mediocridad. Mirá: uno como creador quiere ser lo suficientemente interesante, prestigioso y cool. Ahora, si para ser interesante, intelectual, cool y ser un consumo cultural yo tuviera que ser prejuicioso, no debería ir a determinados programas, como por ejemplo Showmatch . Pero yo creo que es al revés. Es fácil ser disruptivo en el under. ¡El gran desafío es serlo en Showmatch! Al principio, a los medios de comunicación les costaba entenderme. Las obras de teatro que hago me hacen feliz y trabajo con gente que me hace feliz. Nada más.
–¿Qué te gustaría para los próximos años?
–Dirigir una obra en el Cervantes. Dirigir un Shakespeare en la Martín Coronado del San Martín, un Julio César que tengo adaptado hace mucho tiempo. Y en lo personal, tengo muchos deseos de concretar mi paternidad.
–¿Sería vía adopción o por vientre subrogado?
–Aunque los trámites son largos y engorrosos y eso me desalentó un poco, adoptar me gustaría mucho. Me parece que hay un montón de niños que ya nacieron, a los que lo que les falta es amor, y ojalá yo se lo pudiera dar.
–¿Estás en pareja?
–Ahora no. Me separé hace unos meses después de cuatro años. Y estoy viviendo un momento que está buenísimo, el de reencontrarse con uno. Yo voy teniendo una vida lo más interesante y diversa posible, y creo que es un pretexto para poder tener temas para mis obras.
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