Murió Sandro, el Gitano que conquistó el corazón de varias generaciones
Fue debido a un cuadro de shock séptico, informaron los médicos; Roberto Sánchez había sido intervenido ayer por la tarde; hace 45 días había recibido un trasplante cardiopulmonar; sus restos llegaron en la madrugada a Buenos Aires para ser velados, a las 11, en el Congreso; accedé al especial multimedia
Tras una larga lucha de 45 días, que siguió a un trasplante cardiopulmonar, el cantante popular Sandro falleció ayer las 20.40 en la ciudad de Mendoza.
Había pasado las horas previas en shock séptico (descompensación general del organismo a raíz de una infección), luego de haber sido sometido a dos cirugías durante la jornada por un agravamiento general de su salud.
Sus restos fueron trasladados hacia la Capital, para ser velados hoy en el Congreso, en el Salón de los Pasos Perdidos, a partir de las 11.
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"Lamento comunicar que a las 20.40 el señor Roberto Sánchez dejó de existir, debido a un shock séptico que se complicó por una necrosis intestino-mesentérica y una coagulopatía. Lamento lo ocurrido", fue el breve anuncio que hizo, a las 20.55, el cirujano Claudio Burgos ante la prensa y un grupo de fanáticas que estaban instaladas en la puerta del hospital mendocino.
Unas horas antes, Burgos, había adelantado el mal estado en el que se encontraba Roberto Sánchez. "Atraviesa el peor momento desde su ingreso", fueron las palabras del doctor.
Ayer, en horas de la madrugada, Roberto Sánchez había sido operado por cuarta vez a causa de una afección bronquial y ya entonces el equipo médico que lo asistía adelantó que su estado era "verdaderamente crítico". Por la tarde, el paciente debió ser llevado nuevamente al quirófano para que se le efectuara una aspiración con el objetivo de eliminar secreciones acumuladas en los bronquios y pulmones.
"Se puede decir que está pasando el peor momento desde que ingresó en el hospital. El cuadro es grave y puede ser reversible o no, lo sabremos en las próximas horas. Dependerá de su respuesta a las terapéuticas instituidas", dijo Burgos alrededor de las 19.15, al transmitir el que fue el segundo parte médico del día.
Al lado de él, el cardiólogo Sergio Perrone había sido contundente: "Desde la primera perforación bronquial los riesgos [de muerte] son muy elevados, y Sandro lleva cuatro", sostuvo en ese momento, aunque había agregado, sin perder las esperanzas: "Revertir el cuadro es difícil, pero no imposible". Una hora y media después, se confirmaba el lamentable desenlace.
Desde que recibió el doble trasplante de corazón y pulmones, el 20 de noviembre pasado, a Roberto Sánchez se le practicaron cinco operaciones; las dos últimas, ayer, aunque técnicamente la segunda no fue una cirugía, sino una limpieza del "árbol bronquial".
Un ídolo al que se lo va a extrañar
En noviembre de 2009 le habían realizado en Mendoza un trasplante cardiopulmonar y, desde entonces, otras cinco cirugías menores y varios cambios de medicación, relacionados a esa gran intervención que fue la última esperanza para recomponer su salud, fuertemente afectada por el enfisema pulmonar crónico que padecía desde hacía casi una década, por haber sido un fumador compulsivo.
Dio pelea hasta donde pudo. Sus "chicas" -como solía llamar a sus fans- lo van a extrañar. Y mucha otra gente también. Porque Sandro fue, verdaderamente, un ídolo popular, más allá de la pinta y el carisma con los que sedujo, desde mediados de la década del 60, a tantas mujeres.
Nació como Roberto Sánchez, el 19 de agosto de 1945, en Parque Patricios, pero se crió en Valentín Alsina. La música y la actuación fueron para él una pasión temprana. Mucho antes de que se hiciera famoso con "Rosa, Rosa" o "Quiero llenarme de ti", ya en un acto escolar se animó a imitar a Elvis Presley haciendo playback sobre un disco.
Durante la década del 60 tuvo algunos grupos musicales hasta que se hizo conocido con Los de Fuego. Sin embargo, no tuvo éxito de un día para el otro. Como Sandro y Los de Fuego intentó firmar un contrato discográfico, pero no lo consiguió. Recién en 1963 grabó para la CBS un simple con dos temas, y sin sus compañeros de ruta. Fueron "¿A esto le llamas amor?" y "Eres el demonio disfrazado".
Los de Fuego tuvieron su revancha al año siguiente, cuando grabaron con Sandro "Hay mucha agitación", un tema de Jerry Lee Lewis. Con esos covers en castellano se le abrieron las puertas de programas televisivos del estilo de Sábados circulares, conducido por el popular Pipo Mancera.
Tres años después, el cantante ganó el Festival Buenos Aires de la Canción con el tema "Quiero llenarme de tí". Y más adelante comenzó a frecuentar otros lugares. Los más variados. Desde La Cueva (donde se gestó el rock nacional) hasta los sets de filmación. En 1968 comenzó su carrera cinematográfica con Quiero llenarme de ti, aquel éxito que le había dado un premio y al que seguiría una decena de films donde surgieron éxitos como Tú me enloqueces, junto a Susana Giménez, y Subí que te llevo, con María del Carmen Valenzuela, como parejas centrales.
El gitano de América
El cine fue el medio que lo llevó a países como Venezuela, Puerto Rico, Costa Rica, Ecuador, México y Estados Unidos, donde ganó el interés de los hipanohablantes. Así fue como se convirtió en Sandro de América. Cuando en 1970 se estrenó Gitano y comenzó a filmar Muchacho, con dirección de Leo Fleider, su carrera se empezó a expandir fuera del país, a la par que su música. Ese año actúo en el Madison Square Garden, de Nueva York y los canales locales se peleaban por transmitir las imágenes. Es curioso que llegara a cantar primero allí y luego en el Luna Park. Su primera presentación en la meca del boxeo local fue recién en 1972.
El mote "Sandro de América" lo tenía bien ganado. Incluso, llegó a pasar casi un lustro sin actuar en la Argentina. Reapareció ante su público en 1978, en el Teatro Opera, espectáculo que fue transmitido por Canal 13.
Cuatro años después, fue contratado por Telemundo para realizar una telenovela en Puerto Rico. Y hacia finales de los 80 comenzó a revisitar su cancionero. Festejó los 25 años de la grabación de su primer disco, publicó un grandes éxitos y realizó tres recitales en el Luna Park. Primer antecedente de lo que, una década después, serían esos prolongados ciclos de shows en el Teatro Gran Rex, donde incluía a actores invitados y batía records de actuaciones.
Golpes y un ritual irrepetible
A pesar de todos esos buenos momentos, la década del ochenta no terminó bien y la siguiente no empezó mejor: fallecieron su madre y su amigo y manager, Oscar Anderle, con quien escribió la mayoría de sus éxitos. Dos duros golpes para el cantante. Además, en los noventa sufrió un infarto, la primera señal de una serie de enfermedades desencadenadas por el tabaquismo, que lo obligarían, una década después, a anotarse en lista de espera del Incucai para un doble trasplante de órganos.
Sin embargo, no bajó los brazos. En esa década presentó un recordado ciclo televisivo en Telefé llamado Querido Sandro (producido por Héctor García) y un nuevo espectáculo, 30 años de magia, en el Teatro Gran Rex. En esa sala, sus conciertos se transformaron en rituales irrepetibles: ofreció 18 funciones y comenzó a batir récords. A principios de 1999, con Gracias... 35 años de amores y pasiones llegó a los 40 recitales; y otros públicos empezaron a descubrir en el Gitano un nuevo ícono popular, en este caso a uno ya maduro, que peinaba canas.
La confirmación de esa llegada a públicos de otras generaciones fueron, por ejemplo, el tema que grabó para un disco de Charly García y Pedro Aznar, a mediados de los noventa, y muchos años después, el lanzamiento del álbum Tributo a Sandro. Un disco de rock, donde participaron grupos como Divididos, Los Fabulosos Cadillacs, Bersuit Vergarabat y Ataque 77, con sus versiones de temas como "Tengo", "Dame el fuego de tu amor" o "Una muchacha y una guitarra".
En este período, a pesar de que las complicaciones de salud se hacían más evidentes, no quería dejar de hacer al menos una temporada de recitales al año. En 2004, con su gira de shows La profecía, su micrófono iba acompañado por un tubo de oxígeno que lo asistía mientras cantaba.
Durante el último lustro estuvo recluido en su casa de Banfield, excepto cuando lo trasladaban al Instituto Argentino del Diagnóstico, donde era internado para controles de rutina o para estabilizar su organismo, afectado por un enfisema pulmonar crónico. Su esposa, Olga, siempre lo acompañaba. El sólo se encontraba con su público el día de su cumpleaños, cuando salía a la puerta de su casa para saludar a sus fans incondicionales. A "sus" chicas, que lo idolatraron hasta el final. Y lo seguirán haciendo.
Tras una larga y dura lucha, murió Sandro de América. La Argentina llora al ídolo que ya no está, aunque su legado quedará por siempre.
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