Murió Pino Solanas: la historia de La hora de los hornos, su multipremiado film que fue censurado
El cineasta y político Fernando "Pino" Solanas murióa los 84 años. Estaba internado por coronavirus en París, donde ejercía su rol como embajador ante la Unesco. Además de su larga trayectoria como militante y político, en la obra audiovisual de Solanas se destacaLa hora de los hornos, una película que filmó en la clandestinidad junto a Octavio Getino como integrantes del Grupo de Cine Liberación.
La historia de la hora de los hornos, de Fernando "Pino" Solanas
La hora de los hornos es considerada un film-ensayo y se convirtió en un verdadero símbolo para una generación de militantes. Se trata de una trilogía (Neocolonialismo y violencia, Acto para la liberación y Violencia y liberación) de cuatro horas y veinte minutos de duración reflexiona sobre la situación social y política de la Argentina entre los años 1945 y 1968. La película no pudo ser formalmente estrenada en la Argentina hasta 1973, es decir, cinco años después de terminada.
El film se convirtió en una de los obras más premiadas del cine argentino. Durante todos los períodos de dictadura en el país, los gobiernos de facto la prohibieron. Por eso, se distribuyó en circuitos alternativos y se proyectó en centros culturales, clubes de barrio y hasta domicilios particulares. Mientras que en la Argentina estaba prohibido exhibirla en un cine, en Europa se convertía en un éxito: fue exhibida en más de 70 países y tomada como un ejemplo del "Tercer Cine" por críticos e instituciones académicas.
La hora de los hornos les demandó tres años de trabajo a Solanas y Getino. Acompañados de un pequeño equipo de realizadores y técnicos, todos recorrieron más de 18 mil kilómetros a lo largo de Argentina para poder terminar la película. Se filmaron más de 180 horas de entrevistas, además de sumar archivos gráficos, material museos y contenido de cinematecas.
Según contó el propio Solanas en entrevistas, antes de dedicarse a filmar La hora de los hornos, él tenía una productora de películas de publicidad y se dedicaba a hacer jingles. El salto a filmar cine político implicó enormes riesgos tanto a nivel personal como profesional. "Para La hora de los hornos se filmaba con un enorme cuidado. En general, vivíamos con un enorme cuidado y más para rodar. Cuando iba a filmar a alguien lo hacíamos en su casa o en un lugar que no fuera público", explicó a Página/12 años más tarde, sobre las dificultades para filmarla, dado el contexto político y social.
"Filmar clandestinamente era organizar sin que nadie se enterase de lo que estábamos haciendo, mentir sobre lo que hacíamos, pero ¿mentir a quién? ¿A la policía? No. Mentir a tus amigos, porque nadie deja de contar. Era tan excepcional decir que en plena dictadura estábamos haciendo algo contra la dictadura, que de buena fe llevaba a quien le contabas la necesidad de comentarlo", contó en la misma entrevista. "Entonces, no se podía contar nada. Fue una de las cosas más duras: era mi primera película y no tenía con quién debatir o discutir. Por supuesto que sí podía hacerlo con Octavio y con los dos o tres que nos acompañaban en el grupo".
Además, relató que La hora de los hornos se fue construyendo "como un puzzle". "Todo ese material que fui consiguiendo a comienzos de los años 60 lo fui clasificando en mi casa. Yo tenía una moviola 16mm e iba concibiendo las secuencias. Probé con varios guionistas hasta que conocí a Octavio en la Asociación de Cortometrajistas".
Después de filmar todo el material, en abril de 1968, Solanas se trasladó a Roma para terminar la película. Frente a la imposibilidad de permanecer en la Argentina con un proyecto que lo ponía en peligro (tanto a él como al material conseguido), Solanas se fue con 175 latas a Italia y se instaló en la casa de producción de los hermanos Taviani y Valentino Orsini, quienes le habían propuesto que, si se presentaban dificultades, podría exiliarse en Roma.
"Cuando todos ellos la vieron entera se cayeron de culo porque no se imaginaban lo bien que había quedado", contóSolanas. "No tenía solamente una temática que estaba en la cresta de la ola del momento sino que formalmente era una película de vanguardia. Yo había estudiado los clásicos de cine ruso y estaban en la película. Y los años de publicidad habían exacerbado mi detallismo: los carteles en movimiento, las citas de textos, la idea de hacer una película que tuviera como referencia el ensayo literario. No era una novela. Tampoco era un documental, con una imagen de testimonios con un locutor que va explicando lo que pasa, como ves en televisión. Buscaba el ensayo y buscaba el libro. Y la película está dividida en partes y en capítulos", explicó.
A fines de 1968, Solanas intentó por primera vez exhibir la película en un circuito formal. El estreno iba a ser en el Cine Arte de Diagonal Norte. Sin embargo, la prohibieron. Solanas debió esperar hasta 1973 para poder estrenarla en un cine de la Argentina. Hasta entonces, muchos viajaban a Colonia a verla, otros la conseguían en los espacios. A pesar de las dificultades y de la clandestinidad en la que debió circular la película, en cinco años se calcula que llegaron a verla más de 300.000 personas.
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