Murió Little Richard, un artista que no necesitó palabras para cambiar el mundo
Little Richard, considerado uno de los fundadores del rock que rompió barreras musicales, murió a los 87 años, por complicaciones relacionadas al cáncer de huesos.
"Él no sabía lo que le estaba diciendo, y yo tampoco". Así explicaba el origen de "Whop bop b-luma b-lop bam bom", el verso inicial de "Tutti Frutti" (1955), hoy considerado clásico fundacional del rock and roll. Ganaba 12 dólares por semana como lavacopas en una terminal ómnibus y esa fue su forma de descargar su bronca contra el jefe explotador, con ese grito que no significa nada pero que es puro significado.
Nacido el 5 de diciembre de 1932 en Macon, una ciudad ubicada en el corazón del estado de Georgia, Little Richard se movía entonces por fuera del lenguaje, por fuera de las formas, por fuera de lo establecido. Y si el rock and roll tiene a la liberación como componente no musical indispensable, fue él quien lo encarnó de forma cabal y sentó las bases para una cultura que cambiaría el mundo para siempre. De familia religiosa, su padre era diácono y también vendía whisky contrabandeado en plena ley seca, aprendió a cantar en las diferentes capillas a las que concurría. Gospel en la iglesia, blues en las calles. Así forjó su estilo, al que le sumaba una voz que tenía por naturaleza un volumen que deslumbraba -y molestaba- a sus vecinos.
Little Richard cantaba donde podía y como podía. Primero usando ollas de su casa como batería, de la que su padre lo echó a los 13 años, no sólo por no estar de acuerdo con su perfil musical sino también por homosexual. Pero nada de eso lo frenó. Todo lo contrario. Aprendió a tocar el piano y consiguió su primer contrato con RCA en 1951. Su carrera, de todos modos, no despegaría hasta 5 años más tarde.
Negro, pobre, homosexual. Little Richard tenía todo eso que la sociedad detestaba (y aún detesta). Dio los primeros pasos de su carrera tocando en el sur de los Estados Unidos para un público que estaba legalmente autorizado a matarlo sin dar demasiadas explicaciones si así lo deseara. Tocaba el piano con una violencia inusitada, sus movimientos destilaban una carga sexual imponente, su voz tenía la potencia de la libertad y el ritmo de sus canciones vibraba como nada que se haya escuchado hasta el momento. Todo era energía liberada en forma de swing.
A mediados de los 50, firmó para el sello Specialty y entonces sí su grito se escucharía en todo Estados Unidos primero y el mundo después. "Tutti Frutti" y "Long Tall Sally" le darían el espaldarazo definitivo. Es esas dos canciones, Little Richard le daba al rock and roll forma y contenido. Si el rock ha sido siempre mucho más que música -por más que los Rolling Stones hayan cantado lo contrario-, el cantante y pianista tenía también ese extra. En sus primeros años ya había empezado a maquillarse para no verse tan negro ante las audiencias reaccionarias del sur, y mantuvo eso como sello distintivo de su estética, al que le sumaba ropa brillosa y de colores extravagantes. Estaba también, prefigurando el glam de los 70 y la androginia de Prince. La industria, para aquel entonces, hizo lo suyo: le copió la fórmula y puso a Jerry Lee Lewis primero y a Elvis Presley después, ambos blancos, a copar el mercado.
Aunque después de esos breves años de hits que se posicionaron bien en los rankings, abandonó la música secular para dedicarse a la música religiosa luego de soñar con el fin del mundo y aunque regresó al rock and roll en los 60, nunca volvió a tener éxitos de ese tamaño, su trabajo como arquitecto de un sonido, de todos modos estaba hecho para siempre. Ya considerado una leyenda, en tres años consecutivos le enseño a vocalizar a Paul McCartney durante una gira por Inglaterra que tuvo a los Beatles como sus teloneros, llevó a los Rolling Stones por primera vez a Estados Unidos y le dio a Jimi Hendrix su primer trabajo como guitarrista. De una manera u otra, los tres grandes íconos de la cultura rock fueron influenciados directamente por Little Richard.
Así y todo, la industria nunca se apiadó de él. Perdió los derechos sobre su propia música y hasta mediados de los 80 no cobró ni un centavo en carácter de regalías por canciones que grabaron absolutamente todos (Beatles, Queen, Bruce Springsteen). Más de 200 millones de dólares que nunca jamás vio. Recién cuando Michael Jackson compró su catálogo comenzó a cobrar lo que merecía. Un negro que revolucionó la música salvado por un negro que revolucionó la música.
Durante los 90 y los 2000, el cantante y pianista nacido como Richard Wayne Penniman giró principalmente por Estados Unidos y se reitró paulatinamente de los escenarios hasta su muerte. Su influencia puede rastrearse en géneros que van del rock al funk y al hip hop. Aunque sus discos nunca tuvieron demasiado éxito, nunca necesitó de las largas duraciones para dejar su marca imborrable en la cultura del siglo XX. Un puñado de singles le bastaron para poner en el centro del mapa una fuerza identitaria que bien podría haberle costado la vida. Mostrarle a toda una generación que a veces alcanza con un gesto, que cualquier tipo de liberación personal es también la liberación de otros, que el alcance de una melodía va más allá de las palabras. A veces el mundo, como dijo alguien por ahí, cabe en una canción. Otras veces, muy pocas, cuando sos Little Richard, por ejemplo, cabe en un verso: "Whop bop b-luma b-lop bam bom".
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