Murió Juan Carlos Saravia, el primer y último de Los Chalchaleros
Se fue Juan Carlos Saravia, el primero y el último de Los Chalchaleros. Tenía 89 años y había pasado 55 recorriendo escenarios de todo el mundo con el tradicional cuarteto folclórico. Murió en la tarde del viernes. O se fue de gira, una vez más, como se suele decir en el ambiente del espectáculo cuando se trata de artistas con carreras actorales o musicales extensas.
Fue el primero y el último porque, a lo largo de más de cinco décadas, de los diez músicos que integraron el cuarteto salteño, Juan Carlos era el que lo comenzó y lo terminó. Vivió como un cantor la mayor parte de su vida. Desde que, siendo un jovencito de 17 años, empezó a guitarrear a dúo con su primo Aldo y al año siguiente terminó asociándose con otro dúo, el de Víctor José Zambrano y Carlos Franco Sosa, para crear el más legendario cuarteto folclórico de la Argentina.
Además de ser de los más antiguos, Los Chalchaleros fueron el baluarte de un canon estético fundado a partir de cuatro cantores, guitarras, bombo y pilchas gauchas. El clásico poncho salteño era una especie de estandarte del conjunto, que cortaba el blanco del resto de su vestuario y las altas botas negras. No importó el calor de los veranos festivaleros, la tradición siempre estuvo por encima de cualquier clima e, incluso, de cualquier moda.
Por eso Juan Carlos y el resto de sus socios de las diferentes etapas que atravesó el conjunto (los mencionados Zambrano, Franco Sosa y Aldo Saravia; más los que llegaron después, José Antonio Saravia Toledo, Dicky Dávalos, Ernesto Cabeza y la última formación con Polo Román, Pancho Figueroa y Facundo Saravia, hijo de Juan Carlos) hicieron del grupo un verdadero clásico de la música nativa.
La "Zamba del grillo" fue el puntapié inicial (el 16 de junio de 1948, en el Teatro Alberdi de la ciudad de Salta) de una carrera que convirtió en clásicos a tantas canciones del repertorio telúrico de la Argentina: "Luna tucumana", "Zamba de mi esperanza", "La cerrillana", "El arriero", "La López Pereyra", "Yo vendo unos ojos negros" y el primer tema que grabaron, "Lloraré", entre muchas más. Zambas lentas y carperas, cuecas, gatos y chacareras; y hasta algunos chamamés se hicieron conocidos dentro y fuera de la Argentina por el estilo tan distintivo de esas cuatro voces en dos registros (tenor y barítono).
Juan Carlos fue un salteño de pura cepa nacido en la capital provincial el 14 de mayo de 1930. Con el éxito del grupo, varias décadas después se instaló en Buenos Aires, punto de partida de todas las giras y espectáculos realizados por el cuarteto. Grabó decenas de discos, participó en cinco películas y tuvo una despedida como cantor a lo grande, con una de las giras más extensas realizadas por un grupo argentino. Para decirle adiós al público porteño habían pensado en seis funciones en el Teatro Coliseo que se convirtieron en 24, más un show al aire libre, en La Rural. Cerca de dos años duró ese tour por todo el país que culminó a mediados de 2002, luego de más de un centenar de conciertos.
Dos años antes, cuando el grupo publicaba un álbum doble, algunos comenzaron a sospechar que se habían arrepentido de la despedida. Juan Carlos lo aclaraba con total franqueza: "Esto se presta a pensar que es una especie de abuso de despedida. Pero nosotros queremos volver a todos los lugares donde estuvimos. He recibido cartas de amigos, de colegas y de mucha gente que se resiste a que nos despidamos. Piensan que no tenemos derecho de terminar. Creo que la gente no entiende que queremos el recuerdo vívido antes de que al grupo le llegue la vejez. Yo estoy encantado de la vida porque ya tengo 71 años y 55 cantando. Quizás a Polo, a Pancho y a Facundo les cueste un poco, pero hemos vivido todo este tiempo con el afecto de la gente", decía hace casi dos décadas.
Para ratificar la trayectoria y el éxito en el disco doble de 27 canciones llamado Todos somos chalchaleros participaron figuras de la talla de Joan Manuel Serrat y Mercedes Sosa. Ese álbum cuenta con una perla llamada "Añoralgias", por el grupo Les Luthiers.
A partir de 2003, cuando dejó los escenarios, trabajó en la Asociación Argentina de Intérpretes AADI. Será recordado como cantor pero también por su carácter alegre y extravertido, que siempre fue una de sus cualidades arriba y abajo del escenario.
Anécdotas y reflexiones de la ruta de un chalchalero
En varias charlas mantenidas con LA NACION, Juan Carlos Saravia encendió la máquina de los recuerdos. De allí salieron muchas anécdotas y reflexiones sobre más de medio siglo de vida chalchalera, grabando discos, subiendo a escenarios, siempre dedicado a la difusión de la música nativa.
En el principio."Cuando tuvimos éxito muchos vieron el filón comercial y todos los grupos aparecían con tres guitarras y un bombo, pensando que era la fórmula mágica. Pero lo que no sabían es que nosotros aparecimos con esa formación porque ninguno sabía tocar bien ningún instrumento. [Víctor "Cocho"] Zambrano vio un bombo por ahí y dijo: «Yo toco el bombo». Yo sabía dos tonos con la guitarra y el Cuchi Leguizamón me empezó a enseñar dos tonos más, Do mayor y dominante. En ese contexto apareció el grupo, y nunca nadie pensó que iba a pasar lo que pasó".
Destino Buenos Aires. "Nadie podía pensar en venir a Buenos Aires. Eran 800 kilómetros de ripio y otro tanto hasta llegar acá. Si uno necesitaba hablar por teléfono, había siete horas de retraso para comunicarse o tenía que esperar dos días. Por eso veníamos a trabajar y con lo que ganábamos nos volvíamos a Salta. Durante tres meses nos rascábamos la panza hasta que se acababa la plata y volvíamos a llamar a Buenos Aires. Creo que también fue una manera de que no se cansen los porteños de nosotros."
La primera grabación. "La primera canción que grabamos en nuestra carrera fue «Lloraré», no me olvidó más. Estuvimos ensayando como tres meses antes de entrar en los estudios que estaban en la calle Bartolomé Mitre. El micrófono tenía una forma rara, dividido en dos partes, por una la voz iba directamente a una especie de cámara de eco, eran de las primeras que había y es una de las pocas grabaciones donde aparece José Antonio Saravia Toledo."
La frase que nunca termina. "No sabíamos cantar y creo que eso de cortar las sílabas fue una defensa a la falta de aire. Pero no nos poníamos de acuerdo y sin querer se convirtió en un distintivo de Los Chalcha. Tanto que un día Yupanqui me dijo: «Mire paisano, ustedes consiguieron la afinación perfecta, que es que la gente reproduzca en su oído lo que no escucha». Hasta Chabuca Granda, después que le contamos esto, hizo lo mismo, y el otro día escuché un tema de Mercedes Sosa donde obvia la última sílaba. Así que hay una influencia".
Cosquín y las polémicas. "Antes, cuando un artista triunfaba lo sacaban en andas del escenario y se lo llevaban hasta el río, donde hacían un asado para todos y seguían la farra hasta la mañana. Me acuerdo una vez que hubo un grupo que se le adelantó a otro que se había consagrado y se comieron todo el chivito que estaban preparando. Eso era Cosquín. No como ahora, que es la competencia por quién cobra más, quién lleva más gente o quién cierra la noche. Eso está matando a Cosquín. Antes, si cobrabas, mejor. Lo lindo era ser parte de ese festival. Era otro espíritu. Para mí, todo se entró a desbarrancar cuando empezaron con los concursos y después con la televisación. Antes venía una delegación del interior y estaba una hora sobre el escenario mostrando lo que tenía. De ahí salieron muchas figuras."
Anuncio de la despedida. "Tenemos muchas canciones, así que estamos pensando en poner atriles. Hasta vamos a parecer cantores en serio", bromeaba, cuando se permitió la primera ironía sobre el festejo de los 50 años de Los Chalchaleros, en 1998. Unos años después anticipaba la despedida de los escenarios. "Es una manera de divertirnos nosotros y divertir a la gente. Queremos mantener el entusiasmo y la sorpresa. El día en que me aburra haciendo las canciones que canto desde los 18 años cuelgo los botines".