Murió Jerry Herman, el autor de "Soy lo que soy" y prócer de Broadway
Tercer día de junio de 1984, 38ª entrega de premios Tony. Anuncian al musical ganador: La Cage Aux Folles. Emocionado, el autor de sus canciones, Jerry Herman, subió a recibir el premio y, en su discurso, disparó una flecha: "Había un rumor de que las obras simples y tarareables habían muerto en Broadway. Bueno, están vivas y habitan el Palace". Se refería muy directamente a su colega Stephen Sondheim, el atrevido que se había animado a quebrar todas las reglas de la comedia musical (que competía con su Sunday in the Park with George). Por aquel entonces, ya se había generado una línea divisoria entre aquellos seguidores de lo tradicional y quienes se maravillaban por las nuevas tendencias.
Herman era un acérrimo defensor de la forma tradicional de hacer a la comedia musical. Sea como fuera: tradicional o vanguardista, tanto él como Sondheim fueron geniales en eso. Letrista y compositor, Jerry Herman es un digno sucesor de Cole Porter, aunque lo distinguía de aquel su teatralidad y la virtud de no ser sólo un creador de canciones, sino de componerlas para una situación o un personaje. Se erigió como uno de los próceres de la comedia musical estadounidense tradicional por ser el autor de las canciones de tres de los mayores clásicos del género: Hello, Dolly!, Mame y la mencionada La Cage aux Folles (La jaula de las locas).
Hoy las luces de la Gran Manzana lucen más tenues porque el jueves, a los 88 años, murió el hombre optimista y feliz de Broadway, que recogió el guante que dejado por su antecesor Cole Porter en su compartido afán por darle optimismo y alegría a la gente.
Escribía las letras y la música simultáneamente."Nunca lo pude explicar, pero ambas cosas me vienen a la cabeza al mismo tiempo. Mis canciones provienen de un personaje, de un momento de una obra", siempre explicó.
Tuvo un mentor famoso: Frank Loesser (Guys and Dolls y How To Succeed In Business Without Really Trying), a quien conoció a los 17 años y que elogió su habilidad para componer canciones. Entre 1954 y 1960, Herman estrenó tres revistas en el off Broadway, hasta que pudo hacer su debut en Broadway en una revista de gran producción: From A to Z, donde formó parte del equipo creativo que integraban, entre otros,Woody Allen, Fred Ebb y Mary Rodgers (hija de Richard Rodgers). Y en 1961 compuso las canciones para su primer musical: Milk and Honey, que no trascendió, pero sirvió para establecerlo en el ámbito teatral.
En 1964, el gran productor de Broadway David Merrick lo invitó a su oficina. Herman se aterrorizó con su personalidad y su despacho enteramente decorado en rojo. Su intención era hacer un gran éxito que tuviera a Ethel Merman como protagonista, y lo convocó a Herman para escribir las canciones de un musical basado en la obra La casamentera, de Thornton Wilder. Era la historia de una viuda que se ganaba la vida uniendo parejas en un lujoso restaurante. Merrick convocó una vez más al libretista Michael Stewart y situaron la historia en 1890, en Nueva York. Pero Herman tuvo que audicionar para obtener el trabajo. Entusiasmado, en dos días compuso cuatro canciones que impresionaron tanto al productor como para contratarlo de inmediato. La dirección fue de Gower Champion y, al leer la obra, Ethel Merman rechazó la propuesta de encarnar a la protagonista. Finalmente, se contrató a Carol Channing, una figura carismática, talentosa y muy querida por el público. Se estrenó en Detroit como Dolly, A Damned Exasparating Woman. Pero antes de ese debut, Louis Armstrong grabó el leit motiv de la obra: "Hello, Dolly!" y de inmediato se convirtió en un hit que vendió miles de copias e incluso superó a los Beatles en el Top 10. Eso motivó que Merrick lo utilizara como título de su obra. Aquel tema fue el trampolín que lanzó a la fama a Jerry Herman. Sin planearlo creó un éxito que de inmediato se transformó en una canción popular. Tanto, que tiempo después fue el leit motiv de la campaña presidencial de Lindon Johnson. Se estrenó el 16 de enero de 1964, en el teatro St. James, constituyendo uno de los mayores éxitos de la historia del género: 2844 funciones, en siete años. Durante diez meses tuvo el récord de la obra de mayor permanencia, hasta que fue batido por El violinista en el tejado. De todos modos, Hello, Dolly! arrasó con los Tony en esa temporada: ganó 10, récord que mantuvo durante 37 años. A las dos semanas del estreno, Herman ya era rico y famoso.
Su trabajo compositivo tiene la virtud de atrapar con su jovialidad y sus imponentes arreglos corales. "No puedo dejar de escribir canciones pegadizas y optimistas. Es que así soy yo. Y yo soy lo que soy", decía.
Ya no había productor que pudiera rehusarse a trabajar con Jerry Herman, en poco tiempo convertido en una máquina de facturar.
Su siguiente gran éxito fue Mame, adaptación de la obra Auntie Mame, a su vez basada en la novela de Patrick Dennis, en la que cuenta las múltiples aventuras que vivió durante su vida con su excéntrica tía Mame, quien lo crió. En esa obra pudo crear nuevamente más de un hit, con canciones pegadizas y alegres como "Open a New Window", "Mame" y un tema que hoy en día pertenece al obligado cancionero navideño: "We Need A Little Christmas". Se estrenó en Broadway en 1966, con Angela Lansbury, y tuvo su versión cinematográfica con Lucille Ball (1974). Le siguieron Mack & Mabel (1974), The Grand Tour (1979), dos fracasos de taquilla. Por aquella época fue a ver la película francesa La jaula de las locas y al salir del cine dijo: "Este será mi próximo musical. Sé cómo hacerlo". El sueño se le cumplió y pudo estrenarla en 1983. Formó el dream team con Arthur Laurents en la dirección y Harvey Fierstein en la dramaturgia. Era la primera vez que Broadway mostraría una historia de amor entre dos hombres como tema central. Pero la intención no era hacer un panfleto sobre los derechos homosexuales, sino crear una comedia familiar donde se pudiera reflejar con naturalidad que Albin y Georges conforman una pareja común, eternamente enamorada, y que pudieron criar a su hijo heterosexual. Un día, Fierstein llegó a la reunión eufórico para mostrarles el final del primer acto. Ese texto contenía la frase: "Yo soy lo que soy". Herman la tomó y prometió devolverles una letra basada en ese concepto a la mañana siguiente. Así nació ese grito desgarrado del protagonista que, muy pronto, trascendió a la obra. De este modo, el teatro le regalaba a la sociedad un himno contra la discriminación de las minorías sexuales. "La Cage ayudó a cambiar la visión de la gente sobre las parejas homosexuales como ninguna obra lo hizo jamás. No fue un mensaje de militancia. Fue sólo a través del entretenimiento donde emerge nuestro mensaje", sostuvo Herman, quien diseñó otra partitura brillante, equiparable a sus éxitos anteriores. Baladas, gallops, cancán, valses y melodías con el sabor de la revista y el gran show, algo que él conocía muy bien. Pero no todo fueron rosas tras aquel éxito que se estrenó en plena epidemia de Sida. Muchos, demasiados integrantes del elenco murieron durante la temporada. El mismo Herman y su pareja contrajeron VIH. Él sobrevivió pero su amor no. Podría decirse que su carrera terminó con La Cage aux Folles. Ya no tenía motivos para escribir cosas alegres. Su optimismo no tenía sentido, por lo tanto, su capacidad creativa se vio bloqueada.
Pero sólo con Hello, Dolly!, Mame y La Cage…, Herman dejó en claro que la comedia musical clásica nunca murió. Es un género, un estilo, que siempre será posible.
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