
Murió Carlos H. Christensen
El prolífico y polifacético realizador falleció, a los 85 años, en Río de Janeiro.
El cineasta argentino Carlos Hugo Christensen, radicado en Brasil desde la década del cincuenta, murió ayer, a los 85 años, como consecuencia de un ataque cardíaco en su domicilio de Río de Janeiro, informó Francisco Marques, su director asistente en "La casa de azúcar", film que Christensen aún no había logrado completar.
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Carlos Hugo Christensen fue, desde siempre, un apasionado del cine. Como director, guionista y adaptador recorrió no sólo una etapa fundamental de la pantalla argentina, sino que transitó los sets de Chile y Venezuela para radicarse finalmente en Brasil, donde prosiguió su tarea de incansable realizador.
Descendiente de dinamarqueses por vía paterna y de argentinos mediterráneos, Christensen había nacido en Santiago del Estero el 15 de diciembre de 1914. A los doce años comenzó a relacionarse con el mundo de las imágenes cuando su progenitor le regaló un pequeño proyector con un único y cortísimo film, que el muchacho exhibió innumerables veces tanto para sí como para sus amigos.
Con su familia se trasladó a Buenos Aires y a los 16 años organizó y dirigió, en un cine de Lomas de Zamora, un espectáculo musical con alumnos de su ex escuela primaria, y ya estudiante secundario en el Colegio Nacional Belgrano comenzó a borronear versos y prosas. Convencido de que su destino era la literatura, ingresó en la Facultad de Filosofía y Letras, publicó algunos pequeños libros y varios artículos en la revista El Hogar y ejerció la crítica cinematográfica en una publicación en la que tenía como jefe al dramaturgo Samuel Eichelbaum.
El cine, su destino
Pero el destino de Carlos Hugo Christensen estaba en la pantalla grande, ya que luego de demostrar habilidad como autor y director de un espectáculo musical, se vinculó con la radiofonía y en este medio conoció a César Guerrico, que estaba a cargo de los estudios Lumiton.
Contratado como silencioso ayudante, Christensen recorrió asombrado los amplios sets y se conectó con las primeras figuras del espectáculo. Tras un aprendizaje en el que puso pasión, interés e intuición, Christensen dirigió, en 1940, su primer film, "El inglés de los güesos", protagonizado por Arturo García Buhr y Anita Jordán. Su debut no pudo ser más auspicioso, ya que la producción mereció el apoyo de la crítica y el entusiasmo del público.
Con este primer paso, Christensen pudo abrir las puertas grandes de la realización, y así transitó la adaptación de clásicos literarios y de comedias que incluían desventuras matrimoniales y de ingenuas de la época, sin olvidar melodramas con carga erótica y excelentes temáticas policiales.
En sus films combinó estructuras narrativas muy elaboradas con cuidadas realizaciones donde la utilización de la luz y la dirección de actores tuvieron destacada participación.
Si bien sus primeros títulos alternaban lo apicarado con lo convencional, posteriormente la fuerte garra dramática de Christensen se puso de relieve en "Safo, historia de una pasión" (1943); "El ángel desnudo" (1946), en el que mostró a una sensual Olga Zubarry; "Los pulpos" (1947), o "Los verdes paraísos" (1947).
Pero sería en el género policial donde el realizador pudo dar amplia cabida a un excelente manejo de personajes y situaciones. "La muerte camina en la lluvia" (1948) es un claro ejemplo de ello, título al que se suman "La trampa" y "Si muero antes de despertar".
Casado con la actriz Susana Freyre -apicarada protagonista de muchas de sus comedias-, Christensen decidió dejar la Argentina y se estableció en Venezuela, donde rodó "La balandra Isabel llegó esta tarde", para luego retornar a su tierra y proseguir con su tarea de realizador.
Títulos como "Un ángel sin pudor", "María Magdalena" o "Armiño negro" recorren esta etapa a la que Christensen puso fin en 1954 para residir en Brasil, donde comenzó su última y no demasiado destacada etapa creativa de su vida. En ella, no obstante, se recuerdan films como "Manos sangrientas" y "El Rey Pelé". Desde 1996 estaba abocado a finalizar el rodaje de "La casa de azúcar".