Murió a los 78 años la cantante cubana de salsa Celia Cruz
Falleció ayer en su residencia de Nueva Jersey, donde estaba exiliada desde 1960
La cantante cubana Celia Cruz falleció ayer, a los 78 años, en su hogar de Nueva Jersey, Estados Unidos, víctima de un cáncer cerebral, informó la agencia de noticias alemana DPA. La "Guarachera de Cuba" estuvo acompañada en los últimos momentos por su esposo, Pedro Knight, y por otros miembros de su familia. Según su último deseo, pidió ser velada en Miami "por ser un pedacito de Cuba", dijo uno de sus allegados, y será enterrada en Nueva York.
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La carismática "reina de la salsa", título que conquistó tras una vasta trayectoria, participó en más de 70 álbumes, ganó siete premios Grammy, obtuvo tres doctorados Honoris Causa en los Estados Unidos (país donde había pedido la ciudadanía tras irse de Cuba, en 1960) y actuó en diez películas. Visitó la Casa Blanca, en 1994, para recibir una medalla de honor a las artes, de mano de Bill Clinton. La cantante alcanzó el sueño americano de pocos inmigrantes latinos: ser rica, famosa y tener su propia estrella en el Paseo de la Fama, en Hollywood.
Se inventó un personaje a fuerza de cambiar su look para cada disco y recital. Usaba pelucas coloridas y un costoso vestuario, con zapatos con plataformas de varios centímetros, que no le impedían bailar. Era dueña de un estilo sonero y gozaba de interpretar, en la última etapa de su carrera, temas que celebraban la vida, como "La vida es un carnaval".
Pero su estruendosa carcajada mutaba en mal humor cuando le nombraban a Fidel Castro: junto a Emilio y Gloria Estefan fue una de las voceras artísticas del anticastrismo en Miami.
Falleció lejos de la isla, a la que había prometido volver el día que Fidel Castro muriera, a pesar de que sus padres no se fueron nunca de Cuba. Su férreo anticastrismo le impidió pisar las calles de La Habana nuevamente, donde aprendió a cantar los sones tradicionales.
Era la segunda hija de cuatro hermanos, a los que cuidaba y arrullaba cantándoles sus primeras canciones. A los 14 años, decidió estudiar música y, todavía adolescente, ganó concursos en la radio, llegó a trabajar en las noches del cabaret Tropicana y fue llamada a formar parte de la legendaria formación La Sonora Matancera, con la que comenzó a conocer la popularidad y a salir de su país.
Fuera de su país
En una gira por Estados Unidos, en 1960, Cruz decidió radicarse en Nueva York y comenzó a fabricar una nueva historia junto a ese género caribeño que Johnny Pacheco, del sello neoyorquino Fania, bautizó como "salsa" y que la transformaría en un ícono de ese género.
En su último disco "La negra tiene tumbao", volvía a navegar sobre esa conocida fórmula que cimentó su éxito, con su grito de guerra: "¡Azúcar!", para arremeter con esos ritmos contagiosos.
Como creadora de un estilo, sus grabaciones de temas como "Yembe Laroco," "Yerbero Moderno," "Burundanga," y "Caramelo", junto a la Sonora Matancera, en la década del 50, son memorables. En ese repertorio tradicional y un timbre vocal adecuado a esas guarachas, mambos, rumbas y sones, Cruz se transformó en la voz más importante de la orquesta cubana más popular de todos los tiempos.
La repercusión con la orquesta la animó a proyectar su propia carrera solista en los 70 y le permitió conocer al trompetista Pedro Knight, que sería su amigo, su consejero, su manager, su director de orquesta y su compañero hasta el fin.
A partir de su cruce con otros artistas, como Tito Puente, desata un verdadero boom de la salsa durante los años setenta y comienza a colaborar con otros maestros del género, como Johnny Pacheco (con quien grabó clásicos como "Quimbara," "Cúcala," y "Bemba Colorá"), Willie Colón, Pete "Conde" Rodríguez, La Fania All Stars y el sonero Oscar De León.
La estrella cubana anunció en 2002 que daría becas para estudiar música a chicos pobres. Nada la hacía tan feliz como saber que otros continuarían su camino. "Algún día me moriré -dijo a The New York Times- pero quiero que la gente diga: "Celia Cruz se murió, aquí hay alguien que puede ocupar su lugar"".
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