Muchas manos, un solo regalo
Con fanáticos y detractores, los pools de regalos son una alternativa interesante, sobre todo para familias numerosas
Felicidad, exaltación, sorpresa, entusiasmo, satisfacción. ¿Qué más se puede ver en la cara de un chico cuando abre su regalo de cumpleaños? Un regalo es un don que puede causar emociones que nunca se olvidan, tanto para el que lo recibe como para el que lo hace.
Sin embargo, cuando la elección de un regalo se multiplica por unos cuantos números de cumpleaños, como es el caso de los chicos en los colegios primarios, los regalos producen en las familias un debate sin fin, que origina sentimientos contradictorios: ¿es mejor un regalo grupal, único, más importante, más práctico, más económico para los padres o uno más personalizado?
Por esta razón en varias clases se puso de moda el llamado pool de regalos, un sistema en el que cada familia pone un monto de plata igual, por ejemplo 50 pesos, y con el total de lo recaudado se compra un solo regalo de cumpleaños. El pool funciona para tantos cumpleaños como sea el número de los integrantes del pool. La idea es que el regalo se entregue de parte de todos durante el festejo para que los amigos puedan ver lo que regalaron. Algunas familias numerosas suelen preferir este sistema para no tener que comprar alrededor de 80 regalos por año, o sea uno cada cuatro o cinco días. La elección de un regalo, se sabe, lleva necesariamente un tiempo. "Con tres chicos y al ritmo que uno se mueve sería complicado ocuparme de hacer un regalo cada vez que hay un cumpleaños en la clase", dice Valeria Jorge, empresaria de 40 años que desde hace años se sumó al pool de regalos de las clases de sus hijos. "También es más económico, porque lamentablemente con el monto prorrateado del regalo grupal hoy no comprás nada", sigue Jorge. Lo cierto es que si hubiera que comprar 80 regalos y gastar un mínimo de 50 pesos por cada uno, habría que tener un presupuesto de 4000 pesos por año.
"Juntando plata se puede comprar un regalo más lindo, de mejor calidad, que dura más, y el cumpleañero evita recibir cuatro Barbies o siete remeras o tres pelotas iguales", dice Adriana Vilapreño, de 49, madre de Milagros y Tobías.
Al tener que organizar el regalo de sus hijos solamente dos veces por año, sin salir corriendo a comprar el obsequio a último momento, quedar debiéndolo o, peor, olvidándolo, Vilapreño se siente beneficiada por este sistema. "Aportando todos la misma plata se genera un clima de igualdad en el que quien tal vez no puede costear un regalo individual se libra de quedar en un brete", agrega Vilapreño.
Según algunos, el regalo grupal también es menos contaminador, es más ecológico y un freno al consumismo. "En una sociedad donde se valora la cantidad y no la calidad, cuando el consumismo alienta a que los chicos no valoren las cosas, recibir un único regalo es positivo", sostiene la psicóloga Cecilia Josephson. "Es importante que el compañero al que le toca elegir el regalo participe activamente acompañando a la madre a comprarlo e indique los gustos del agasajado", dice Josephson.
A pesar de que el regalo del pool es más práctico, más económico, lleva menor tiempo y sirve para comprar algo más importante, el regalo individual sigue teniendo un sabor diferente. "Con el regalo grupal se pierde el contacto con el otro", afirma convencida María Esquioz, madre de Carmela y Violeta. "No hay que desperdiciar el inmenso placer que es regalar y ser regalado." Maggie Gibson, mamá de Greta, está convencida de que el sistema grupal no transmite un buen mensaje "porque la mayoría de los chicos elige sus regalos a través de sus madres. No hay sorpresa".
Lo mismo opina Verónica Sorensen, mamá de tres varones: "Un regalo es un ritual que le estamos quitando a los chicos. Si ellos no salen con sus madres a comprar, probablemente cuando sean grandes no entiendan el sentido de regalar".
Cierto es que regalar no necesariamente tiene que significar gastar mucha plata: con creatividad e imaginación se pueden hacer regalos simpáticos sin tener que sentir que sólo vale si costó mucho. "Cuando yo era chica me encantaba tener muchos paquetitos para abrir, no importaba demasiado el tamaño ni que saliera una fortuna. Con recibir una colonia, un CD, una película, algún llavero para colgar de la mochila, bastaba para que fuera una gran emoción el misterio de la apertura de paquetes", dice Sorensen.