Mucha política y conflicto familiar y poco true crime en el comienzo de la docuserie sobre la muerte de Carlos Menem Junior
La tragedia que conmovió a la política y a la sociedad argentina tres décadas atrás es el tema central de la primera producción argentina que se estrena este jueves en la flamante plataforma de streaming Max
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La serie documental sobre la trágica muerte de Carlos Facundo Menem, ocurrida el 15 de marzo de 1995, expresa desde la producción audiovisual local el creciente interés por los documentales de true crime en las plataformas de streaming. En esta tendencia global cada vez más predominante se apoya la decisión de Warner Bros. Discovery de elegirla para inaugurar la presencia argentina dentro del catálogo de la flamante plataforma Max, que ya está disponible en nuestro país con los contenidos conjuntos de lo que hasta ahora era HBO Max y las señales de Discovery.
Quienes sigan la serie lejos de la Argentina, gracias al alcance planetario del streaming, encontrarán en la hipótesis del asesinato (defendido sobre todo por la viuda del expresidente, Zulema Yoma) la conexión más directa con lo que requiere este nuevo género. El true crime se ocupa de hechos policiales tomados de la vida real y, sobre todo, de acciones o planes deliberados que culminan con la muerte de una o más personas. Al mismo tiempo, frente a la postura de Yoma, también hay razones para creer que la muerte de Menem Jr. fue el resultado de una maniobra imprudente del helicóptero que piloteaba aquel día en cercanías de San Nicolás. Todas estas incógnitas, nunca develadas del todo a lo largo de tres décadas, sostienen este renovado interés.
El foco del true crime aparece de manera genuina solo al final del primero de los cuatro episodios de Menem Junior: la muerte del hijo del presidente, al que LA NACION tuvo acceso anticipado (los dos iniciales se estrenan en la plataforma este jueves, el tercero el jueves 7 de marzo y el último, el 14). La postura de la esposa de Carlos Menem queda planteada en la serie como disparador de todo lo que ocurrirá en los tres capítulos restantes. Antes de la aparición esa denuncia resonante, que impactó de inmediato en un país entero todavía en estado de shock, todo lo que se cuenta y se muestra en el documental tiene otra connotación, mucho más cercana a la entretela de la política argentina de los años 90 y a la familia con mayor poder en esa década.
Hay hechos políticos decisivos de la Argentina de ese tiempo, presidida por un “animal político” como Carlos Menem, que todavía no tienen una explicación clara y deben ser esclarecidos. Así lo sugirieron durante la presentación de la serie a la prensa especializada Román Lejtman y Olga Wornat, dos de los periodistas (el otro es Facundo Pastor) que adelantaron en ese encuentro el perfil de los testimonios que brindan para la serie, cuando obtener información resultaba mucho más arduo y dependía de la destreza y del oficio del cronista para estar en el lugar y el momento justo. Estamos además en la prehistoria del impacto en tiempo real que esta clase de acontecimientos ejerce en las redes sociales.
Como suele ocurrir en este nuevo género impuesto desde el streaming, el primer episodio funciona como prólogo de todo lo que se revelará más adelante con mucha mayor contundencia. Aquí, la mayor atención está puesta en el retrato familiar y político de los Menem, por un lado, y en la reconstrucción más o menos exhaustiva de las horas finales (y agónicas) del hijo del presidente. A la otra víctima mortal del hecho, el piloto de autos Silvio Oltra, casi ni se la nombra.
El equipo encabezado por el showrunner Matías Gueilburt comienza con la descripción del accidente y sus consecuencias inmediatas a través de un modelo de dramatización y representación simulada de los hechos reales bastante minucioso y un poco más cruento de lo habitual, con el énfasis deliberado (y excesivo) que suele tener el abuso de la cámara lenta. Y recurre simultáneamente al material de archivo para refrescar dos hechos clave: el contexto político del momento (caracterizado por la campaña presidencial que culminará con la reelección de Menem) y las fuertes diferencias entre el entonces presidente de la Nación y su esposa.
El distanciamiento entre ambos queda a la vista a través del recuerdo, aportado por las imágenes de los noticieros de la época, del momento en que Zulema Yoma es expulsada junto con sus hijos de la Residencia de Olivos en 1990. Desde otros archivos (y del testimonio para el documental que hace en la actualidad Zulemita Menem) queda en claro al mismo tiempo que el vínculo afectivo entre el Presidente y sus hijos se mantuvo intacto a pesar de ese episodio y de las fuertes diferencias conyugales.
Desde esta perspectiva, el true crime como núcleo del curso que toma la historia tardará bastante en llegar. El primer episodio del documental parece más atento e interesado en la campaña de Menem por su reelección y en mostrar cómo ese “animal político” puso en un segundo plano todo el dolor por la pérdida de su hijo para concentrarse durante las semanas siguientes en la campaña que le abrió la puerta de un segundo período presidencial.
En un momento el documental muestra el saludo de una multitud al paso del cortejo fúnebre encabezado por el Presidente, e inmediatamente después surge una imagen muy parecida, en este caso durante una caravana del Menem candidato a la reelección en plena campaña, como si se tratara de hechos paralelos que pueden mirarse en un mismo espejo.
La narración nunca pierde fluidez y el relato se sigue con atención, aunque empieza a dispersarse entre todos estos puntos de atención: la meticulosa reconstrucción de lo ocurrido inmediatamente después del accidente, la política del momento, las tensiones entre Menem y su esposa y el lugar todavía impreciso que quiere ocupar Carlitos Jr.
Hay en el documental un primer retrato del joven hijo del presidente volcado a una vida mundana de disfrute, salidas nocturnas y, sobre todo, vértigo automovilístico. Así lo sugieren varios testimonios visuales, sin comentarios agregados. Tal vez descubramos más de manera retrospectiva acerca de la personalidad de Menem Jr. en la continuidad de la serie. Antes de la proyección para los medios, Lejtman se anticipó a ese enfoque al señalar que siempre les toca a los hijos de los presidentes pagar en algún momento la conducta de sus padres. Sobran ejemplos en la historia reciente de nuestro país.
En Menem Junior: la muerte del hijo del presidente la intimidad de los protagonistas aparece descripta y respaldada por el testimonio periodístico. No aparecen, al menos en el primer episodio, las voces de quienes compartieron el poder en la Argentina durante los tiempos del menemismo, a excepción de una fugaz declaración del exministro de Economía Domingo Cavallo, que estaba junto con Menem en el momento en que fue informado del trágico accidente sufrido por su hijo en San Nicolás.
El giro decisivo que adopta la narración aparece en la cercanía afectiva que Wornat tiene con Zulema Yoma. Una de las dramatizaciones reconstruye el diálogo en el que por primera vez la exprimera dama habla, convencida, de que el accidente no fue fruto del azar sino de un plan deliberado para asesinarlo. Lo dice la misma mujer que en otro momento de la serie, con una frialdad estremecedora, dice que prefiere no ver a su hijo muerto.
El final del primer episodio sugiere que todos los abordajes desperdigados a lo largo del primer episodio terminarán confluyendo en ese común denominador. La reaparición de Zulema Yoma también promete nuevas revelaciones que acompañarán la continuidad de la reconstrucción de los hechos, sobre todo en la siguiente etapa de investigación judicial. Mientras tanto aparecen, también sobre el final, indicios de otras pistas: la palabra de un representante de la DEA, la mención de los atentados contra la sede de la AMIA y la embajada israelí y sus conexiones con la política internacional del menemismo. El true crime y todas sus derivaciones tardan en aparecer. Todo indica que lo hará después de un extenso y disperso prólogo de 45 minutos.
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