El tema estuvo a cargo de Henry Mancini y la actriz la interpretó en el clásico film Breakfast at Tiffany’s, basado en el libro de Truman Capote
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El vestido negro, las perlas, las gafas de sol enormes, la boquilla absurdamente larga... y esa canción. La película de 1961 Breakfast at Tiffany’s, que en Hispanoamérica se llamó Diamantes para el desayuno y en España, Desayuno con diamantes, se hizo famosa quizás tanto por su estética como por su trama.
Basada en la novela corta de Truman Capote de 1958, cuenta la historia de Holly Golightly, encarnada por Audrey Hepburn. La elección de la carismática e icónica actriz para ese rol, que hoy parece incontrovertible, al escritor le pareció terrible. “Fue la película con el reparto más desacertado que vi”, le dijo Capote a un periodista años después. “Nos dieron ganas de vomitar”.
Holly es un personaje cautivador: una chica de sociedad seductora, excéntrica, coqueta y revoloteante. Es una “criatura salvaje” incognoscible e indomable que huyó a Nueva York de una problemática infancia en Texas para reinventarse.
A pesar de beber cócteles y dar fiestas, es propensa a sufrir ataques de miedo paralizante (sus famosos “días rojos”) y solo puede permitirse su vida aparentemente glamurosa rodeándose de “ratas”, hombres malos que le dan propinas en el tocador. Es descrita como una “verdadera farsante”, porque realmente cree en su propia versión de cuento de hadas de la vida.
Capote quería a Marilyn Monroe para el papel, pensando que ella encarnaría a esa “verdadera farsante”, maestra de la reinvención y vendedora de sueños más auténticamente que Hepburn, la ingenua aristocrática. Pero, es que la Holly Golightly del libro y la de la película, aunque ambas brillantes, no son idénticas.
Dos Hollys
En la novela, Holly no solo está arruinada, sino que además la ropa que usa es deliberadamente simple. “Había un buen gusto consecuente en la sencillez de su indumentaria, los azules y grises y la falta de brillo que la hacían brillar tanto”.
Los atuendos de la Holly de la película también podrían describirse como sencillos, pero más bien como sencillamente exquisitos: Hepburn recorre con elegancia las calles de la ciudad con su vestido negro corto o su gabardina Burberry, dos prendas clásicas de la moda.
Y aunque esa encantadora Holly acepta el dinero que le dan las ratas, no les entrega su cuerpo; no es ese tipo de chica. La de la novela de Capote sí lo es. Es una historia más cruda, en la que Holly no es solo una jovencita provocativa y etérea, sino que gana dinero de esa manera que dicen es la más antigua.
Además, está el gran cambio del final. El libro está narrado por un escritor anónimo, y presenta con una mirada melancólica a una chica cautivadora que conoció una vez, que huyó de Nueva York después de verse implicada en una redada de drogas. La película lo convierte en un protagonista romántico que finalmente convence a la joven rebelde de que se rinda ante el amor. En una situación clásica de comedia romántica, se besan en la escena final bajo la lluvia torrencial.
En su libro, Capote deja un sabor más amargo: Holly se va corriendo en un taxi y nunca más se la vuelve a ver. Sin embargo, por distintas que sean, “Moon River” (”Río de Luna”), la melancólica canción compuesta para la película, resuena con las dos Hollys.
Donde quiera que vayas, contigo iré
El tema estuvo a cargo de uno de los más grandes compositores de música para cine de todos los tiempos, Henry Mancini. Nació hace 100 años en Cleveland, Ohio, en el seno de una familia de inmigrantes italianos.
La primera vez que Mancini vio una película en la que se fijó en la música, pensó que había una orquesta detrás de la pantalla. Su padre le regaló una flauta y luego estudió música en la prestigiosa escuela Juilliard de Estados Unidos.
Tras tocar en la era de las big bands de la década de 1940, y acumular conocimiento de primera mano del jazz, trabajó para Universal Pictures en la década de 1950, componiendo obras como la banda sonora para la serie policial Peter Gunn.
A principios de la siguiente década, el director Blake Edwards le pidió que compusiera la banda sonora de una nueva película. En el guion de Diamantes para el desayuno, había una escena en la que Holly, sentada en las escaleras de emergencia que están fuera de su ventana, canta una canción de su pasado.
Mancini había oído cantar a Hepburn en la película Funny Face (La cenicienta en París, Una cara con ángel, 1957), por lo que creó específicamente una canción en su registro. Luego le pidió al letrista Johnny Mercer que escribiera algunas palabras que hicieran alusión al misterioso pasado de Holly Golightly.
La letra de “Moon river”
Las palabras que escribió Mercer fueron...
Río de Luna, más ancho que una milla, te cruzaré con estilo algún día.
Oh, creador de sueños, rompecorazones, donde quiera que vayas, contigo iré.
Dos vagabundos viajando para ver el mundo... ¡hay tanto mundo que ver!
Estamos tras el mismo extremo del arco iris, esperando a la vuelta de la curva, mi amigo Huckleberry, Río de Luna y yo.
“La primera vez que leí esa letra, me pareció hermosa”, expresó Mancini. Contó además que él pasó un mes pensando en la melodía, pero cuando finalmente se le ocurrió, solo le llevó media hora escribir la música. Al son de “Moon River” se creó una de las escenas más memorables de la historia del cine.
Audrey Hepburn le escribió a Mancini:
Querido Henry, acabo de ver nuestra película, esta vez con tu composición. Una película sin música es un poco como un avión sin combustible. Por muy bien que se haga el trabajo, seguimos estando en tierra y en un mundo de realidad.
Tu música nos ha elevado a todos y nos ha hecho volar. Todo lo que no podemos decir con palabras ni mostrar con acciones, tú lo has expresado para nosotros. Lo has hecho con tanta imaginación, diversión y belleza. ¡Eres el gato más moderno y el compositor más sensible!
Gracias, querido Hank.
Mucho amor,
Audrey.
“Maldita canción”
Cuando llegó el momento de que el estudio hiciera un preestreno de la película, todo el mundo estaba extasiado. Hepburn estaba con Mancini y el director del estudio. De pie junto a la chimenea, el director del estudio declaró: “La película es genial, ¡pero la maldita canción tiene que desaparecer!”. Fue entonces cuando Audrey famosamente se puso de pie y le respondió: “¡Sobre mi cadáver!”.
En la 34ª ceremonia de los Premios Óscar de la Academia, celebrada en 1962, “Moon River” ganó dos premios Oscar: Mejor banda sonora de una película dramática o de comedia y Mejor canción. Un año después, Mancini ganaría un tercer Oscar por su banda sonora para Días de vino y rosas, con letra de Mercer, y un cuarto en 1982 por Victor/Victoria, ambas películas también dirigidas por Blake Edwards.
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