Misiones recibe al teatro del país y sortea las grietas del INT
POSADAS.- Desde hace 34 temporadas la actividad escénica cumple el rito de que, una vez al año, distintos espectáculos seleccionados de todas las provincias y de la capital se ven las caras, se aprehenden, se reconocen en esto que se llama la Fiesta Nacional del Teatro. En esta larga historia el encuentro ya pasó por casi todas las provincias del país. Faltaba que Misiones fuera la anfitriona. Bien, lo logró; y está desplegando sus formas desde el viernes de la semana pasada hasta el domingo. Quien organiza esto es el Instituto Nacional del Teatro (INT) junto a la provincia anfitriona. Llegar a concretar este encuentro nunca es fácil. Este año fue más complejo que otras veces. Se iba a realizar en Entre Ríos hace unos meses, pero no se pudo. Hasta hace apenas 4 semanas la dirección de este organismo discutió si se hacía en Misiones o se la dejaba para después del 10 de diciembre sin, tal vez, tener en cuenta el impacto que podría haber tenido una nueva suspensión para estos teatristas (mucho más para lo que están fuera de las grandes metrópolis) que esperan y necesitan un encuentro de este tipo generado con dineros públicos. Lo cierto es que le Fiesta en Posadas es ya parte de la realidad de esta ciudad que aprendió casi a las apuradas a gestionar en encuentro en el que conviven 32 propuestas escénicas, 240 artistas y un total de 360 personas. Pase lo que pase en los últimos días, de semejante entramado organizativo los gestores locales ya pueden estar orgullosos. Llevan un promedio de mil espectadores diarios.
Hay otro telón de fondo en todo esto que de glamour tiene poco: la abismal grieta que atraviesa a la dirección de este organismo federal que depende de Cultura de la Nación. Viene desde hace años, con una gestión como con otra; pero esta vez ha alcanzado niveles no transitados que quedan en evidencia aún en actos protocolares. De hecho, su director ejecutivo, Marcelo Allasino, persona que fue nombrada por el gobierno nacional, no estuvo para la apertura, no hay palabras suyas de bienvenida en el catálogo y tampoco estuvo en la entrega de premios a la trayectoria. Como si fuera poco, los organizadores presentes alertaron que para el año próximo el INT contaría con menor presupuesto de los fondos destinados a subsidios. En ese aspecto, las aguas bajan turbias en esta ciudad de tierra roja y de los mil tonos de verdes.
Posadas no tiene una extensa trayectoria teatral. De ahí, estratégicamente, cobra más significación que esta edición de la Fiesta Nacional del Teatro tenga lugar acá. Para sus menos de 400.000 habitantes hay unos 8 teatros desparramados por diversos puntos de la ciudad. Son, en general, espacios que tuvieron otras historias. Cachú Orellano es iluminador y artista visual. Es uno de los que gestiona Espacio Reciclado. El lugar supo ser un depósito de harina de altas paredes de ladrillo a la vista. Da a una calle muy angosta por donde pasaba un arroyo con peces y garzas que se cruzaba con puentes angostos de madera. Fue entubado. Ahora, por ese pasaje mínimo se entra a un mágico espacio que gestiona junto a Carolina Gularte hace más de 10 años. Los del lugar aseguran que es el bunker de la gente joven. Algunas de las butacas que están por ahí fueron del desaparecido Cine Roma. También hay piezas del antiguo puerto de Posadas que la represa de Yacyretá estaba a punto de dejar bajo el agua. Todo el lugar es un objeto de arte en sí mismo. El lunes la cogestora del espacio presentó Más costanera. La acción de estos dos hermanos transcurre en una canoa en medio de una larga noche. La noche del lunes cayó una intensa lluvia durante la función que entraba en perfecta sintonía con la acción teatral. El techo soportó la tormenta. Cachú cuenta con cierto orgullo que eso fue gracias a un subsidio del INT.
A la otra noche fue el turno de Requiem, un llanto de pájaros, de Chubut. La obra que dirige Darío Castro apela a una dramaturgia un tanto cerrada. En verdad, no importa. Las potentes imágenes, el sólido trabajo físico de los dos intérpretes, su diseño sonoro como la utilización del antiguo galpón como espacio escénico se las ingenian para articular una inquietante propuesta poética de corte experimental.
En otro zona de la ciudad hay una imponente edificio que el año próximo festeja, ojala así sea porque se lo merece, su centenario. Cuenta Norma, quien atiende el bar desde hace 26 años, que originalmente fue un ex molino de yerba en donde vivía la peonada. En este edificio de altura se depositaba la yerba que llegaba desde distintas regiones de la provincia. En 1946 pasó a cumplir otras funciones hasta que, en 1975, lo adquirió la provincia. Desde 1991 es un espacio cultural. Lleva el nombre del músico Vicente Cidade como homenaje a su trayectoria y su legado por la defensa de la identidad misionera. En la trasnoche del martes, en la sala menor, el plantese Iván Haidar presentó Otra línea, un montaje de neto corte experimental de este creador de notable talento que, en perspectiva, revista y radicaliza su propia línea trabajo que inició hace unos años. De la misma provincia de Buenos Aires llegó Bondagres, un efectivo Lorca de tono decididamente lúdico. En el escenario mayor del imponente edificio que supo ser un molino de yerba se entregaron los premios trayectoria a grupos a individuos. Esa noche varios de los ganadores salieron a la defensa del INT y expusieron su compleja situación. Esa noche, entre otros, se premió a Laura Yusem y a Alejandro Finzi; como a los grupos Teatro del Bardo, de Entre Ríos; y al Grupo Comunitario Murga de la Estación. Fundado en 1999 ellos fueron los que impulsaron la recuperación de la vieja estación de trenes. En un historia cargadas de luchas se debieron mudar y, desde 2006, alquilan un nuevo galpón. El colectivo fue uno de los que abrieron la Fiesta en la plaza principal de la ciudad. En su galpón se presentó el espectáculo mendocino La persistencia de los grillos, propuesta que cuenta con una lograda realización escenográfica que se centrada en conflictos de seres marginales de enorme actualidad. La obra de Ósjar Navarro Correa cuenta con un potente trabajo actoral, aspecto también presente en la propuesta cordobeses de Nunca nadie murió de amor excepto alguien alguna vez, que dirige Guillermo Baldo y que se presentó en la sala Tempo.
A 10 kilómetros de estas salas, de la gente haciendo cola en los bancos y del público esperando entrar a las salas está el Parque del Conocimiento. En ese enorme lugar ubicado al lado de un aeroparque en el cual todavía tiene terrazas para despedir al que se sube al avión se construyó una sala teatral que fue diseñada por parte del mismo equipo que trabajó en la renovación del Teatro Colón, la sala del CCK y el Teatro Bicentenario de San Juan. La idea se gestó en 2003 y cinco años después empezó a funcionar. Como en una escena de contrastes acá están las dos salas de teatros con mayor cantidad de butacas de toda Posadas. El viejo casino se transformó en un centro de convenciones y, al lado, está una sala de prosa de 250 butucas y la lírica con casi 600 butacas. Entre los casi 500 trabajadores hay cuatro cuerpos estables profesionales: coro, ballet clásico, folklórico (que también estuvo en la fiesta de apertura) y su orquesta. Esta sala de producción es el orgullo de la ciudad. Queda lejos, y eso puede ser un problema. Las entradas son gratuitas. O no tanto, porque, cuentan, para algunos espectáculos la gente debe hacer colas de horas para dar con su ticket. Allí, por ejemplo, se presenta Juicio a una zorra, la obra dirigida por Corina Fiorillo con Paula Ransenberg, que llega desde Buenos Aires.
Las entradas para la Fiesta Nacional del Teatro cuestan 60 pesos, un poco menos que el café en los bares del centro. Para el fin de semana los organizadores esperen que las salas estén llenas de nuevos públicos más allá de los actores y directores de todo el país que todas las noches cumplen el rito de ver a sus colegas luego de haber pasado por talleres, charlas e instancias de formación y debate. Será, salvando todas las diferencias en el seno de dirección de este organismo vital para el teatro del país, el legado que deje esta fiesta por gente empecinada y con empuje.
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