Mis amigos de siempre: así llega a su fin una historia sin ton ni son
Los altibajos de una telenovela en la que triunfaron las inconsistencias y hoy verá su último capítulo
Hace mucho, pero mucho tiempo, hubo una telenovela que prometía. Había reunido a un elenco de figuras más o menos queridas por la audiencia (la dupla del éxito telenovelero conformada por Soledad Silveyra y Osvaldo Laport más Claribel Medina ), con los actores de moda como protagonistas ( Nicolás Cabré , Calu Rivero , Emilia Attias , Gonzalo Heredia , Nicolás Vázquez, Federico Amador ), y un par de grandes regresos (los ex Rebelde Way Felipe Colombo y Benjamín Rojas y la ex Verano del 98Agustina Cherri ), con una idea inicial que tenía gancho y valores que calan hondo en los corazones de los argentinos: la amistad, la familia, el amor y... el fútbol. Sí, aunque usted no lo crea -o quizás lo haya olvidado después de los volantazos que pegó esta historia-, Mis amigos de siempre, en sus inicios, se centraba en tres amigos que se reunían después de mucho tiempo para recuperar su club de fútbol, con sus respectivas historias de amor imposible para moverlos a la acción. Era una comedia romántica y costumbrista. Era.
160 capítulos después -hoy es el último-, se convirtió en un policial, con ribetes de culebrón y terribles tragedias. 160 capítulos en los que pasó de todo: los amigos se pelearon; se robaron las mujeres; vino Juanita Viale, se fue Juanita Viale; Claribel volvió a Puerto Rico; Solita murió; Cabré quedó ciego un par de días; Calu tuvo que rehabilitarse por su adicción a las drogas; Cherri perdió un bebé, tuvo otro y se lo robó el villano; Manu Pal se hizo prostituta por algunas semanas; uno de los malos se convirtió en bueno; desaparecieron los personajes cómicos; los futbolistas mutaron en agentes secretos; hubo un desfile incesante de figuras hasta que un día, (¡por fin!) terminó. En resumen, ¿de qué se trataba la telenovela? Bueno, de muchas cosas... o de nada.
El desconcierto es unánime: antes de su estreno, los protagonistas hablaban de lo bien que se llevaban entre sí, de lo mucho que se divertían grabando las escenas -¡que eran graciosas!-, y la expectativa por la tira: "No queremos que empiece porque tenemos miedo que dejemos de divertirnos tanto", contaban Felipe Colombo -cuyo personaje pasó sin pena ni gloria- y Benjamín Rojas en la previa del debut, allá por noviembre del 2013. "Espero que vuelva a aparecer mi personaje, que se recobre la parte cómica, pero ahora no estoy grabando", contó hace algunas semanas Germán Tripel, que compuso a un graciosísimo personaje secundario, que se enamoraba de Manuela Pal, en una clave caricaturesca que claramente no tuvo lugar en el nuevo tono que adquirió el ciclo.
En sus primeras semanas al aire, Mis amigos de siempre (#MADS, la sigla creada para la estrategia de marketing en Twitter) llegó a superar a los grandes éxitos del 2013: 18.1 fue el promedio de su día debut, el 3 de diciembre de 2013, superando a Farsantes y Solamente vos, las dos tiras de El Trece que arrasaron con la audiencia en un año en que la ficción se llevó todas las miradas y en que no estaba Tinelli para competir.
La caída en picada de audiencia obedeció a una razón estructural: la tira se basaba en personajes fuertes, pero carecía de una historia en la que pudieran evolucionar. Muy pronto -demasiado, a menos de un mes de su lanzamiento- el argumento comenzó a hacer agua sin elementos fuertes para enganchar. Mirando el contexto, hubo otros elementos externos que dieron el golpe de gracia: dos ficciones que sí pudieron cautivar y se convirtieron en fenómenos: Escobar, el patrón del mal y Avenida Brasil. Dos tiras importadas que se comieron la audiencia y aunque no competían directamente con MADS (iban en distintos horarios), supieron fidelizar a un amplio rango de televidentes, algo que la tira de Pol-ka nunca logró. Su éxito fue el latigazo que derribó la tira de los amigos por debajo de los 10 puntos de rating. Incluso con la esperada presencia de Juanita Viale, que se sumó al elenco en febrero de este año para encarnar la contrafigura de Emilia Attias, no pudo remontar: en febrero, el promedio de rating no superó los 8 puntos. ¿Qué hacer? Borrón y cuenta nueva. De un plumazo se eliminaron las presencias estelares de Claribel Medina y Soledad Silveyra, que formaban un triángulo amoroso con Osvaldo Laport, único sobreviviente del elenco de adultos mayores. Lo de Solita fue práctico: murió. Lo de Claribel, insólito. Su personaje carecía de una línea argumental clara y su rol actancial se deshizo muy pronto. Hizo las valijas y se fue de viaje. "¿A dónde me voy?, ¿cuándo dijimos que era de Puerto Rico mi personaje? Se fue de viaje y nunca supimos a dónde, dónde había nacido, quién era el padre de los hijos... Fue un chiste", se quejó luego la actriz con total justicia.
Los altibajos de rating, las incoherencias de la historia y el consiguiente desasociego que se generó en el elenco, terminaron con aquel buen clima del que hablaban en los albores. Se supo que hubo peleas tras bambalinas, que Cabré y Heredia casi se van a las piñas un día y, llámenle autosugestión si quieren, pero algo de esa mala onda trascendía la pantalla: pocas escenas reunían a Cabré y a Heredia en el set, y si lo hacían, apenas se miraban a los ojos. Y no, no lo exigía el guión: en la ficción, Cabré sólo estaba peleado con Vázquez.
El viraje al policial llegó de repente tras la muerte de Soledad Silveyra. Resultó que el bueno de Laport, "el Cholo", colectivero y padre ausente del personaje de Cabré, era en realidad un agente secreto de la policía. Pronto se sumaron otros especialistas en misiones de alto riesgo de un comando a cargo de mujeres: Florencia Raggi, la jefa; Leonora Balcarce, la sexy investigadora. Heredia se puso el chaleco antibalas mientras seducía a Raggi y todos atacaron al villano, Luciano, hasta el final. Ante la adversidad, y llegando al final parece que reinará la unión entre los "amigos de siempre" como para solventar el lema de la telenovela, y de los datos del rating se desprende que la audiencia acompañó los cambios: dignos 12 puntos cosechó en su última semana al aire la que fue la telenovela más inconsistente de los últimos tiempos.
Ocho meses (¡ocho!) en un horario central que dejan un gustito amargo en los paladares de los seguidores de telenovelas: una nómina de buenos actores, una producción famosa por crear buenas historias y un resultado paupérrimo. Sin secretos, Mis amigos de siempre llega arrastrándose en larga agonía al final y al olvido.
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