Milva, la voz de Piazzolla
La actriz y cantante italiana presentará esta noche, en el San Martín, la obra del bandoneonista
Una sola frase puso a Milva a consideración del público argentino y de todo el mundo. "Ella es una fuera de serie, así de simple", dijo cuando la conoció Astor Piazzolla. Ese aire de diva, que le hubiera encantado retratar a Federico Fellini, es lo que cautivó hace unos quince años al bandoneonista.
Si alguien se olvidó del elogio ella lo recuerda, en su nueva visita a Buenos Aires, dentro del marco del Festival Latina 2000: "Astor me dijo que la única intérprete que le interesaba para su música era yo, porque no tenía una voz femenina. Le gustaba mi tono grave porque decía que para su música lo ideal era una voz que sonara como un saxofón", afirma la artista italiana, que esta noche presentará el espectáculo "Milva canta Piazzolla", en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín.
Milva usa anteojos negros, una melena roja leonina, un imponente escote que resalta una madurez bien llevada y lanza frases desafiantes. Parece una mujer difícil, pero regala un trato casi familiar, que la lleva a revelar intimidades de sus relaciones amatorias o de su vida cotidiana con alguien que conoció hace diez minutos. Vive en una ciudad refinada como Milán, pero es más representativa de ese sur italiano, pasional, exagerado, gestual y grave.
Ese histrionismo, que resalta en la entrevista exclusiva con La Nación , lo traslada al escenario, cada vez que sube a interpretar la obra de Astor Piazzolla. "Su repertorio exige mucha pasión y un entendimiento profundo de la musicalidad que tienen sus composiciones. Naturalmente, la experiencia enseña. Cuando comencé, entendía menos de la sensibilidad de Astor. Ahora soy una de las pocas que pueden trasladar al canto toda esa magnifica musicalidad que tiene su obra", afirma la intérprete, que en su nuevo espectáculo estará acompañada de la Orchestra di Pavoda e del Venetto, con dirección de David Searcy y el quinteto TangoSeis, con el bandoneonista Daniel Binelli como invitado.
"Daniel es el sucesor ideal, porque es un gran creador y tiene su personalidad. Necesitaba una persona que entendiera a Piazzolla, pero que no tocará igual, porque Piazzolla hay uno solo", elogia Milva al bandoneonista con el que grabó un disco doble editado en Japón y que la acompañó recientemente en una exitosa serie de conciertos en Italia y Francia.
En estos recitales, la actriz y cantante italiana recorrerá obras clásicas de Piazzolla como "Balada para un loco", "Los pájaros perdidos", "Che tango, che", "Balada para mi muerte" o "Adiós Nonino", que se intercalan con piezas nuevas de Binelli como "Tango querido" y otras composiciones inéditas que Piazzolla le escribió personalmente a Milva cuando trabajaron juntos en París, para una obra de Peter Brook y llevaron al disco en 1985.
"Al principio, él no estaba muy de acuerdo con escribir especialmente para una cantante. Sólo lo hizo por Amelita Baltar. Finalmente, me escribió unas nueve composiciones con textos sólo en francés. Con el tiempo, incluso, y poco antes de morir, me dio una obra inédita. En ese momento me dijo: "Cantala en el tiempo justo". Ahora me gustaría hacerla en la sala Nervi de San Pietro a fin de año y la presentaré en Buenos Aires", cuenta la artista italiana.
Cuando está de gira, María Ilva Biolcati juega el papel de celebridad europea. Tiene una secretaria personal que le acota datos, proyectos y nombres que se le escapan de la memoria. No se adivina que nació en un hogar pobre, el 17 de julio de 1939, en la región de Ferrara, ni que su carrera comenzó a los 20 años -como figurita kistch- cuando ganó el concurso de San Remo en 1962. "Gracias a eso fue una de las primeras veces que vine a Buenos Aires", recuerda al pasar. Ella se encarga de recorrer su vida artística a partir de la fusión que logró entre el mundo actoral y musical. La consagración con el repertorio de Bertolt Brecht y Kurt Weill para una recordada puesta de "La ópera de tres centavos", dirigida por el reconocido Giorgio Strehler. Después, el premio de la crítica alemana por el disco "Milva canta Brecht", en 1976, la terminó de ubicar como una figura en Europa. Pero fue el descubrimiento del nuevo tango de Astor Piazzolla, por medio de una amiga bailarina, que le abrió otro mundo ante sus ojos.
"Fue una experiencia muy fuerte, porque para mí no era tango. Era una música contemporánea que podía estar al nivel de un Brahms, Schubert o Bartok. Y a partir de ahí yo lo consideré mi gran maestro, por su cualidad musical y su extraordinaria capacidad de instrumentista. Junto a Strehler, fueron mis gurúes." La relación artística de Milva y Piazzolla comenzó en los años 80, duró siete años, se solidificó con el tiempo y se extendió hasta poco antes de la muerte del bandoneonista. "Al comienzo de nuestra reunión, él estaba un poco celoso del suceso que yo tenía con sus canciones -revela la diva italiana-. Le dije al maestro: "Milva es una cantante famosa, pero el suceso en París, Holanda y Japón es con tu repertorio. Así que el 50 por ciento es mérito tuyo". Y él entendió." La unión se solidificó durante una temporada en París. De esa época, la cantante recuerda un período especial en la música de Astor. "En ese momento, él se fue de la Argentina para radicarse en Europa. Con esa inteligencia musical que tenía logró adquirir una ironía similar a la de Kurt Weil, a pesar de venir de escuelas muy distintas. Eso se nota, sobre todo en composiciones como la magnífica "Reposo del guerrero", que era un tema totalmente antimilitarista para la época", revela Milva.
La música y las donnas
Puede sonar desinteresada o desarrollar un largo monólogo con intensidad, sobre todo cuando habla de Brecht: "Parecía frío, pero en sus obras hay toda una pasión contenida", o de Piazzolla: "Sus dos pasiones eran la música y las donnas . Por eso tuvo tantos matrimonios", acota, y se ríe estruendosamente.
Enseguida agrega otros datos de la personalidad de sus maestros: "Piazzolla no tenía un carácter muy fácil y en esto se asemejaba mucho a Strehler. Eran dos hombres que pretendían la perfección. Lo mismo que yo", dice con tono imperativo.
La personalidad avasallante de Milva -sólo hay que imaginarla con 20 años menos- fue para el propio Piazzolla toda una experiencia particular. En el libro que escribió su hija Diana, el compositor confesó: "Milva llegó a corregirme cosas y a señalarme lo que no le gustaba. Llegué a respetarla y aprendí de ella".
En ese mismo libro, Milva respondió: "Me enamoré de su música cuando escuché "Balada para mi muerte". Lo admiraba profundamente, pero siempre me exigí mucho, y lo mismo hice con los demás. Quería que cada arreglo me quedara tan perfecto como un vestido".