Miedo / Autoría, idea general y actuación: Albert Pla / Diseño de arte: Mondongo / Audiovisuales: Nueveojos / Música original: Albert Pla y Raül "Refree" / Diseño de iluminación: Russo / Diseño sonoro: Kei Macias / Escenografía: cube.bz / Dirección técnica: Xavier Gibert / Dirección: Pepe Miravete / Teatro: Regio, Córdoba 6056 / Duración: 80 minutos / Nuestra opinión: muy buena
La puerta del Teatro Regio como su hall cubierto de ese humo trucho tan teatral tiene algo de versión decadente del Italpark, de un trencito de terror atado con alambres con paños negros que tapan los colores chillones de una cúpula que da cierto miedito como dan cierto pánico los retretes de pozo del baño de caballeros. Adentro de la señorial sala hay una espectáculo que podrá ser presentado como recital teatralizado, concierto intervenido por el diseño de arte o un simple cuento de un niño perverso que conjuga el acto de narrar y cantar con la tecnología multimedia ("multimierda", según ha dicho él).
Él es Albert Pla, el compositor y actor, y cantante, y performer, y eterno niño maldito español tan oscuro como iluminado en sus reflexiones. La propuesta, para llamarla de una forma indefinida y zafar así de categorías siempre imprecisas, se llama Miedo (así de simple). El gran aliado de Pla en esta especie de tren fantasma lisérgico ideada por una mente brillante es el grupo Mondongo (el reconocido y prestigioso colectivo de artes visuales que integran Juliana Laffitte y Manuel Mendanha). El resultado de este guiso argento/español es un mondongo a lo Pla, en el cual las canciones y los textos de este trovador se articulan con imágenes y texturas compuestas por este colectivo de artistas que fueron llevadas al video y al 3D bajo la dirección integral de Pepe Miravete. Así es como este guiso condimentado por las oscuras paranoias de este señor termina generando paisajes hipnóticos, macabros, sobrecargados de información y obsesivos, mientras una niñita con algo de diablo dice una y otra vez: "Canta, canta, no dejes de cantar. Si dejas de cantar te morirás".
Pla, quizá por temor a morirse, no para ni de cantar ni de contar entre estos paisajes proyectados en los distintos planos de la caja escénica. Sus relatos/confesiones casi susurrados remiten inicialmente a los cuentos infantiles. Claro que vistos y vividos desde su personal óptica. O sea, el ingenuo ratoncito Pérez no es más ni menos lo que debería ser: una rata que se mete en tu almohada mientras dormís para llevarte un diente. En este personal tránsito caerán en la picota los famosos Reyes Magos, Papá Noel y otros tantos seres "angelicales" que adornan la infancia (y las pesadillas de la infancia). En su andar, Pla terminará clavándole el diente a los miedos más existenciales, la muerte misma, uno mismo; los más inexplicables, como el temor que siente a los espacios amarillos con un puntito violeta; los más conceptuales, su aprensión al arte contemporáneo; o los más obvios, como a la oscuridad.
El viaje tiene una belleza visual impactante repleta de citas, de formas en constante mutación, de paleta cromática estallada, de citas al mundillo del arte y de la cultura pop, de juegos de capas en articulación con el vivo, con la figura de ese tipito en escena de una gestualidad hipnótica. El paisaje de Miedo es tan complejo en términos visuales como de una enorme sencillez en lo que se refiere a la puesta. Lo cual es todo un hallazgo aunque, en verdad, tanto los dos bastidores como el sonido merecerían ajustes (en la función del domingo pasado, su voz al momento de cantar estaba muy en un segundo plano), y el viaje que propone por momentos pierde su norte.
El final de este mondongo alucinógeno a la Pla es una fiesta catártica liberadora, en la cual se enlazan elementos de lo bizarro con el humor corrosivo que define tanto al compositor español como a los artistas visuales argentinos. Miedo es un exquisito guisado artístico que abre la temporada del Complejo Teatral de Buenos Aires.
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