Melissa McCarthy, del día que se escapó de su casa a las duras críticas que recibe cuando hace comedia
La actriz protagoniza El estornino, dirigida por Theodore Melfi, que Netflix estrenará este viernes
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“¿Quién es esa actriz?” Fue la pregunta que se hizo gran parte del público hace diez años cuando Melissa McCarthy se robó cada una de sus escenas de . Como una fuerza cómica de la naturaleza encantó a los espectadores de la película de Paul Feig, cuyo elenco femenino cerró para siempre la ridícula discusión, que aún en el siglo XXI algunos sostenían, sobre si las mujeres pueden ser graciosas.
McCarthy dejó en claro que puede ser muy, muy graciosa, pero, además, demostró la extensión de su talento actoral, en una escena que probablemente haya convencido a la Academia de Artes y Ciencias de Hollywood a nominarla como mejor actriz de reparto. En apenas unos minutos, el personaje que interpreta la actriz ayudaba y le ponía los puntos, todo al mismo tiempo, a la protagonista, encarnada por Kristen Wiig. Y allí se podía vislumbrar que McCarthy era capaz de poner en escena todo tipo de emociones.
El arte de encontrar la pizca de comedia en el drama y viceversa en ¿Podrás perdonarme?, el film de Marielle Heller en el que interpreta a Lee Israel, una biógrafa devenida estafadora, le valió una segunda nominación al Oscar, esta vez como mejor actriz.
McCarthy no abandonó la comedia pura, género en el que logró los mega éxitos Chicas armadas y peligrosas y Spy: una espía despistada, ambas de Paul Feig; algunas rarezas como la audaz ¿Quién mató a los Puppets?; además de las películas que escribe y produce junto con su marido, Ben Falcone, quien también las dirige, entre las que se cuentan Tammy y La jefa; y . Pero siguió explorando roles dramáticos en films como Las reinas del crimen, de Andrea Berloff, y la reciente El estornino, que Netflix estrena este viernes, tras su paso por el festival de cine de Toronto.
Dirigida por Theodore Melfi, con quien McCarthy ya trabajó en St. Vincent, El estornino es un drama con destellos de comedia, que cuenta la historia de Lily y Jack, una pareja transitando el duelo por la muerte de su pequeña hija. Mientras él está internado en una clínica psiquiátrica, ella hace un enorme esfuerzo por seguir adelante, dedicándose a actividades como arreglar su jardín. Allí es donde se encuentra con un pájaro que le complica las cosas, incluso atacándola a picotazos, pero también le abre un camino para enfrentar las heridas que no logra sanar.
En una charla con LA NACION, realizada por Zoom, McCarthy habló sobre su interpretación de Lily y su trabajo con sus compañeros de elenco, Chris O´Dowd y Kevin Kline. Difícil de trasladar a la palabra escrita, cada respuesta de la actriz está llena de entusiasmo, varias emociones y, como habría de esperarse, mucho humor.
-Leí que creciste en una granja y quería preguntarte si alguna vez tuviste una experiencia trascendental con la naturaleza en general o con un animal, como le sucede a Lily en la película.
-Me había olvidado de esto hasta que me preguntaste. Cuando era chica, me pasó algo que creo que le pasa a todo el mundo, me enojé, seguramente porque quería algo y no me lo dieron, y dije: “Me voy”. Vivíamos en el medio de la nada, en una zona rural, no había a dónde escaparse. Corrí hasta el jardín del frente y me escondí detrás de un árbol gigante que teníamos ahí. Yo estaba indignada de que mi mamá no me estuviera buscando, que ni siquiera lo intentara. Pero ella me estaba viendo todo el tiempo, después me dijo que veía mis pies sobresaliendo del árbol. Hasta que un pájaro hizo sus necesidades encima de mis pantalones rosas de poliéster y eso fue malísimo porque cuando pasa algo así, lo que hacés es ir corriendo a buscar a tu mamá y ponerte a llorar. Así que fui llorando “maaamiiii”. Ella me lavó las manos y me preguntó si ya había renunciado a escaparme y le dije que sí. Así que no sé, tal vez el pájaro me ayudó a volver adentro de la casa.
-Tanto vos como Chris O’Dowd y Kevin Kline son grandes actores que pueden hacer lo que quieran pero, en especial, son excelentes comediantes, ¿qué te parece que aportan como comediantes a una película con un tono tan particular?
-Creo que siempre necesitás la comedia y el drama. Para contar una historia sobre gente real necesitás la luz y la oscuridad porque así es la vida. La vida es reírte de manera incontrolable en un funeral; es momentos felices recibiendo noticias que te sacan de tu centro. Creo que para hacer que la historia sea digerible necesitás esa liviandad. Jack y Lily se conocieron, se enamoraron y se hacían reír el uno al otro. Aunque los dos estén rotos, seguís siendo quien sos; seguís teniendo tu sentido del humor, aún cuando estás en la posición más desafiante posible. Ted (Melfi, el director) hizo un hermoso trabajo manteniendo ese equilibrio, es algo muy difícil de lograr, hasta en las comedias no podés tener esa liviandad porque empieza a sentirse superficial o tonta. Si tenés un personaje real, en algún momento es derribado porque necesitamos eso para estar alentándolo, para que vuelva a ponerse de pie. En algún punto, aún los personajes salvajes y graciosos tienen que tener momentos en los que veas que son humanos, que tienen defectos, que están rotos. Es una parte importante de la narración.
-Me sorprendió que tenés pequeños gestos que a la vez son cómicos y no lo son. Hay una escena en la que la psiquiatra de Jack te está hablando y bajás la ventanilla de a poco y solo un poco, porque no querés hablar con ella. Es gracioso y trágico al mismo tiempo.
-Ella no quiere hablar y creo que hasta Lily se da cuenta de que es un poco gracioso, pero también le está dando a entender que le parece molesto. Es como hacerle saber que no quiere hablar con ella sin ignorarla abiertamente. Caminamos por una línea muy delgada en la que no somos groseros con la gente, pero tampoco les abrimos nuestro corazón.
El talento de McCarthy, que será la villana Úrsula de la nueva versión de La sirenita, es evidente pero también está acompañado de mucho trabajo y años de preparación. Después de dedicarse algunos años a la comedia stand up, la actriz encontró su lugar artístico en el mundo en The Groundlings, legendaria escuela y compañía de teatro de improvisación, de la que surgieron grandes comediantes como Will Ferrell, Conan O´Brien, Lisa Kudrow, Jennifer Coolidge, Maya Rudolph y Kristen Wiig, entre muchos otros. Allí McCarthy entrenó sus músculos cómicos y conoció a su marido y constante colaborador, Ben Falcone.
Muchos de los que la conocieron en esa época han contado en entrevistas que les parecía obvio que la actriz sería una estrella de la comedia. Su amigo desde la época de Groundlings, el actor Dax Shepard dijo en su podcast que cuando McCarthy consiguió el papel de Sookie St James en Gilmore Girls, se alegró por ella, pero temió que el público no llegara a ver lo que era capaz de hacer, que era una nueva Bill Murray. Sin embargo, su encantador paso como la cocinera y mejor amiga de Lorelai fue un puntapié para una carrera que le permite seguir demostrando sus distintas facetas, tal como lo hace en El estornino y en la miniserie Nueve perfectos desconocidos, estrenada el mes último por Amazon Prime Video, en la que comparte elenco con Nicole Kidman.
-¿Qué influencia tienen tus raíces en la improvisación en tu trabajo en cine? Porque el cine es un medio tan preciso, donde la cámara tiene que estar en un lugar, las luces en su lugar...
-Definitivamente requiere otro tipo de herramientas. Improviso mucho, pero siempre es tomado de diferentes maneras. Creo que siempre tenés que seguir un camino y yo estoy siempre súper sobrepreparada. Creo que la mayoría de la gente piensa que aparezco y hago lo que quiero y digo cualquier cosa. Eso es tan lejano de la realidad. Soy muy nerd, me preparo, tengo todas mis notas organizadas de cierta manera y codificadas por colores, es todo un tema. Con Ben aprendimos que lo hacés una o dos veces tal como está en el guion y cuando ya tenés eso podés buscar otra cosa. No te vas del camino completamente y decís cualquier cosa. Tenés que estar al servicio de la escena y de los personajes, pero me encanta cuando decís algo inesperado y la cámara está en el lugar correcto y el otro actor te responde y después vos tenés que responderle; lo que conseguís es un momento honesto y real de espontaneidad. Y creo que cuando conseguís esos momentos en el trabajo, son increíblemente poderosos. No se trata de contar otra historia, ni de salirse completamente del guion. Si podés sorprender a quien esta actuando con vos, dentro de los parámetros de la historia y los personajes, lo dejás atónito. No sabés qué te van a responder y entonces estás viviendo de verdad a esos personajes y respondiendo como ellos lo harían, no simplemente recitando. Así que es algo divertido de probar. A veces funciona y otras no. Ted Melfi es muy colaborativo y siempre está dispuesto a esto; Chris O´Dowd y Kevin Kline van con vos a donde vayas porque son muy talentosos, graciosos y dulces.
-¿Cómo ves el futuro de la comedia en el cine?
-Esa es una buena pregunta que me da miedo. No tengo una buena respuesta. Ben y yo hablamos todo el tiempo sobre esto. No sé por qué la comedia está teniendo tan poco apoyo. Es casi como que se convierte en algo a lo que pegarle. Tengo 51 años y nunca viví dos años en los que necesitara tanto la comedia como estos últimos. Creo que todos la necesitamos y es raro. Hago comedias y no odio a los críticos, lejos de eso, pero no entiendo... Primero, es tan difícil hacer una comedia. Si hacés un drama, cruzás una habitación, levantás un vaso de agua, lo apoyás y decís: “Te voy a dejar”. Si lo hace un buen actor, nadie va a cuestionar: “¿Qué está haciendo? Yo no lo hubiese hecho así”. Cuando estás haciendo una comedia y hay un chiste o una situación cómica, todo el mundo sabe cómo hacerlo mejor. Hay como una ola que viene creciendo desde hace algunos años, en la que la gente se enoja con una comedia antes de que empiece. Se enojan si es graciosa, dicen que te estás esforzando demasiado. No podés ganar. Pero nadie te quiere hacer enojar. Todo el elenco y el equipo técnico están ahí trabajando durante dos años, con la esperanza de hacerte olvidar de tus problemas por una hora y media y que te rías. Otro problema de la comedia son las probabilidades: si hay cien personas en una sala, 20 no entienden el chiste, a 20 les ofende, 25 lo aman, tres no estaban escuchando. No tenés las mismas probabilidades en contra que en un drama. Si cruzás una habitación, nadie lo cuestiona; si cruzás una habitación y hacés un chiste, todos tienen una opinión al respecto. Creo que necesitamos la comedia desesperadamente y también necesitamos historias sobre gente real. Amo las películas de superhéroes, amo ver todo tipo de cine, pero se está haciendo cada vez más difícil hacer películas como esta, que son solo sobre gente. Si dejamos de vernos a nosotros mismos en la pantalla y a personas con las que nos podemos identificar, creo que entramos en una zona peligrosa. Necesitamos vernos reflejados y ver historias esperanzadoras.
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