Melania Lenoir, una Fiona en Carlos Paz
La protagonista de Shrek cree que la obra es una "gran oportunidad"
CÓRDOBA.- Mientras conversa se va transformando; peinado y maquillaje hacen que en una hora, Melania Lenoir mute en Fiona, la princesa que se enamora del ogro más famoso del mundo. Shrek, el musical de Broadway que pasó por la Capital Federal, está ahora en la cartelera de Villa Carlos Paz con todo su elenco, ofreciendo un espectáculo de muy buen nivel.
La buena onda entre los actores se percibe rápidamente. Por el teatro Luxor, preparándose para la función, se mueven Pablo Sultani (Shrek), Talo Silveyra (el Burro) y Roberto Peloni (Lord Farquaad). Una decena practica yoga con Melania los miércoles y viernes en su casa de Los Chorillos, donde ella disfruta diariamente de la "buena energía" que tiene Córdoba.
Que el musical haya salido de Buenos Aires para desembarcar en la temporada de verano cordobesa es, para Melania, "una gran oportunidad" tanto para los actores como para el público. "La respuesta es muy buena -dice-. A diferencia de en la Capital, acá los chicos son mayoría. Ojalá los adultos empiecen a ver la obra como una opción, que se repita lo que pasó con la película."
Relajada y divertida -en un verano donde los egos y el mal humor están altos, tal vez porque viene floja- confiesa estar "enamorada" de Fiona. Ríe porque sus amores fueron cambiando, cuando vio la película cayó rendida ante el "Burro"; cuando se encontró con otra versión en Netflix, el rey la conquistó.
La princesa la fascina porque es "verdadera; aparte del vestido y la corona es una mujer como todas, que está harta de esperar, que se quiere enamorar, que se da cuenta de que las cosas no son como creía. Es una ciclotimia constante; es encantadora".
Su primer amor en comedias musicales fue Bob Fosse. Recuerda que a los 12 años, Pippin le "rompió la cabeza; es fantástica". Apunta que su manera de dirigir, estilo, danza y forma de contar son "únicos; tiene algo muy especial".
El destino (y las audiciones) la llevó a ser la Velma Kelly de Chicago y a brillar como la Vieja de Forever Young; hizo televisión y teatro de texto. Más de 40 obras en total en las que vuelca lo aprendido en el IUNA, los estudios informales de actuación, danza y canto, los incentivos al arte que tuvo de chica en su casa y hasta su filosofía de vida, el budismo.
"Soy muy enamoradiza o tengo mucha suerte -cuenta-. Siento una pasión fuerte por los personajes que hago. Velma es quien la mayoría de los artistas de comedia musical queremos hacer; la Vieja me dio dos años increíbles, me permitió atravesar una mujer con más transito que el mío, con muchos matices."
No duda en señalar que cada personaje le deja enseñanzas, que hay un ejercicio de "meterse en el corazón y en la psiquis de otros y, a su vez, dejar que entren en la mía". Ensaya la explicación de que, tal vez, ese juego es el que permite "salvarse en la repetición diaria".
Enfatiza que, hasta en la última función, sigue "descubriendo, encontrando cosas. Los personajes son muy generosos; son distintos a mí, pero son parte mía. Es una dicotomía, pero siempre estoy cerca aunque sean maléficos, es la manera de defenderlos".
Llega al teatro dos horas antes del espectáculo y sale casi una y media después de terminada la función. Es lo que le lleva a Fiona desaparecer. En medio de la obra, la princesa se transforma en un minuto; cinco asistentes cambian su estilo. Melania disfruta también "la velocidad Fórmula 1".
La meditación y el yoga le permiten dominar un ego que puede desbordar y que "no es más que terminar sufriendo por estupideces". Alejada de la vorágine veraniega, admite que no sabe si no es un error "no llamar la atención", pero decide que es la conducta que le da una "alegría que perdura".
No tiene planes para después de Shreck. Está abierta a lo próximo que venga: "Siempre me gusta hacer teatro. Si le puedo pedir algo al universo sería una obra de texto, algún clásico; una propuesta de televisión o de cine. Que siga como viene, que no se corte el fluir".
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