Max’s Kansas City: el boliche escondido detrás de una parrilla que cambió la historia de la música
Marcó la escena cultural de Nueva York en los años 60 y 70 y fue el lugar donde se conocieron Iggy Pop y David Bowie, entre otras estrellas
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Desde su inauguración en 1965 hasta su cierre en 1981, Max’s Kansas City fue clave en la escena cultural de Nueva York. El club creó una mística tal que se convirtió en el lugar de encuentro de artistas que se transformaron en leyenda y entre sus paredes acontecieron momentos únicos de la música de los 60 y 70.
Max´s era un restaurante estilo parrilla con un gran salón detrás que oficiaba de boliche. La trastienda, que hacía las veces de VIP, durante muchas noches fue monopolizada por Andy Warhol y su troupe después del cierre de su estudio The Factory.
Ubicado en el 213 de Park Avenue South, el club se hizo la fama de ser un refugio seguro para la comunidad creativa neoyorquina, así que rápidamente se convirtió en un lugar frecuentado por artistas cuya presencia atraía a celebridades de moda y al jet set. Sin embargo, muchos de sus habitués eran pobres: la comida gratis que se servía a la hora del cóctel era, a menudo, el único plato que sus clientes más fieles ingerían en todo el día. Incluso Lou Reed dijo una vez que sin Max’s se hubiera muerto de hambre.
Muchas de las bandas y personas de la cultura con las que el mundo está familiarizado se conocieron en este lugar por primera vez. La historia cuenta que Bruce Springsteen tocó allí, que Debbie Harry trabajó de mesera, que Tom Waits y William Burroughs eran habituales conversadores, que Sid Vicious terminó arrestado por atacar al hermano de Patti Smith, que Bob Marley hizo una presentación en su escenario, que la Velvet Underground grabó un disco en vivo en la trastienda y que fue donde se conocieron David Bowie e Iggy Pop en un encuentro que, al parecer, no fue muy prometedor. Así lo describió Bowie: “Estábamos yo, Iggy y Lou Reed en una mesa con absolutamente nada que decirnos, solo mirándonos el maquillaje de los ojos”.
El recital sangriento
La gloria de Max’s fue una saga de dos partes. La primera duró hasta 1974 y se caracterizó por su ambiente bohemio, donde se mezclaban escritores con músicos y artistas del grupo de Warhol. Su estilo desestructurado, lo bizarro de sus shows y la libertad que reinaba en el lugar lo señalan como la inspiración de Studio 54, que fue inaugurado en 1977.
Una de las presentaciones más recordadas de Max’s fue la de Iggy Pop & The Stooges en 1973. El club tenía un escenario muy pequeño con mesas justo enfrente. La banda era una un gran atractivo en ese momento, por lo que el espacio estaba abarrotado de gente. Frustrado por el tamaño de la tarima, el impredecible cantante decidió comenzar a caminar entre el público, como si el salón fuera una extensión del escenario. Todo se veía perfecto y amistoso hasta que Iggy se tropezó con una mesa y cayó contra otra que estaba cubierta de vasos.
Cuando Pop se incorporó, sin dejar de cantar, descubrió que tenía una herida punzante en el pecho y se dio cuenta de que si movía el brazo de una determinada manera la sangre salía a borbotones. Y eso fue lo que hizo, a propósito: rociar a toda la audiencia con su propia sangre. Terminado el show, intentaron vendarlo con un poco de cinta adhesiva, pero la actuación teñida de rojo de Iggy ya se había convertido en leyenda.
Un mecenas en quiebra
Durante su primera época, Max’s fue, en realidad, Mickey’s, por Mickey Ruskin, el dueño: un abogado que abrió una serie de cafés y bares a principios de los 60, y se relacionó con performers que aparecían para mostrar sus talentos. El primero, el Café de la Calle 10, se convirtió en un rincón de escritores, con audiencias de pie escuchando poesía experimental. En otra empresa, un bar llamado Noveno Círculo, Ruskin comenzó a atraer pintores y artistas, convirtiéndose rápidamente, en sus propias palabras, en uno de los principales “bares beatnik de clase media” de Nueva York.
Después de haber pasado con éxito del café al licor, Mickey quería probar el negocio de los restaurantes. Compró uno y el 6 de diciembre lo transformó en Max’s Kansas City. La explicación para el nombre no es muy clara. Al parecer, Ruskin conocía la mejor parrilla de Kansas y un amigo le sugirió que cualquier cosa que combinara con Max sería un éxito.
El lugar pronto se hizo más conocido por sus clientes que por su sencillo menú. Todos los amigos bohemios de Mickey se mudaron a Max’s, una multitud leal a la que también se unió Warhol y, con él, su séquito de genios, modelos y fenómenos. Junto con ellos vino la buena reputación y la notoriedad.
Pero la economía no era el fuerte de Ruskin. El mecenas reconocía que muchos de los artistas que paraban en el Max´s estaban demasiado arruinados para pagar sus comidas y bebidas, por lo que solía recibir obras de arte en lugar de dinero como forma de pago. La costumbre terminó devastando las finanzas del club, que tuvo que cerrar sus puertas en el 1974.
El efímero regreso
Pero la historia no había terminado. Tommy Dean Mills repuso el lugar en 1975 y rescató algo de su antiguo espíritu con bandas como Blondie, The Ramones, Talking Heads y B-52. Fue en esta época, a fines de 1978, tres meses antes de su muerte, que Sid Vicius atacó allí al hermano de Patti Smith: el escándalo fue tal que se llegó la policía y lo encarceló.
Esta encarnación del Max’s se cerró en 1981 cuando, a medida que las bandas fueron creciendo, necesitaron espacios de mayor tamaño para sus públicos. No le fue mal, pero el segundo Max’s nunca logró alcanzar el ambiente de exclusividad de la primera etapa de esplendor. Tras su cierre definitivo, Mickey confesó: “Al final, la escena no me pertenecía, le pertenecía a las bandas que necesitaban lugares para seguir haciendo lo que estaban haciendo. Nosotros solo éramos recipientes”.
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