Maximiliano Guerra: “El prejuicio no lo tienen los niños, lo tienen los grandes”
Conduce la Fundación Maximiliano Guerra, en el Centro Cultural Borges. "Junto con mi equipo de docentes hacemos que los chicos puedan cumplir su sueño de ser bailarines".
Demos una vuelta por tu historia: hasta los 13 o 14 años jugabas al fútbol en River; ahí ganaste varias medallas, eras compañero de Pedro Troglio y te destacabas como delantero.
Sí, incluso me ponían a jugar con chicos más grandes. Era muy rápido y saltaba a cabecear muy alto.
Pero un día acompañaste a tu madre a buscar a tu hermana a su clase de danzas y allí pasó algo.
La frase fue: "Mamá, ¿puedo probar esto también?". Era como un equipo de fútbol, pero había chicas y chicos. Y conjugaba las dos cosas que me gustaban: era algo tremendamente físico, que para mí era muy importante, porque siempre fui muy inquieto. Y además tocaban el piano. Había música, como en casa. Mi viejo era músico y mi vieja también tocaba el piano. Me probé con el maestro Wasil Tupin, primer bailarín del Teatro Colón. Cuando terminó la prueba le dijeron a mi vieja: "Prepará las valijas, María del Carmen, porque con este vas a viajar por todo el mundo".
Esto ocurrió cuando vos tenías 10 años. Significa que durante tres o cuatro años más, vos bailabas y te entrenabas en River. ¿Qué te decían tus compañeros de fútbol cuando les contabas que hacías danza?
Yo tenía 10 años y mis compañeros también. El prejuicio no lo tienen los niños, lo tienen los grandes. El que decía en aquella época que un bailarín tenía que ser homosexual para ser bailarín, o que no dejaba al hijo que hiciera una carrera artística porque se iba a morir de hambre, lo expresaba desde un prejuicio. Vos pensá que yo entre los 10 y los 14 años iba a River todos los fines de semana, y durante la semana iba a danza y al Teatro Colón. Y yo les decía a mis amigos: "¡Vengan a bailar que hay un montón de chicas!".
Bailaste en los mejores teatros del mundo y ganaste innumerables premios. ¿Qué presentación recordás especialmente?
Cuando llegué a bailar en el Kirov de Leningrado, que ahora se llama San Petersburgo. ¡Ahí nació todo el ballet, los grandes clásicos nacieron ahí! Recuerdo estar sobre el escenario, con 21 años nada más, saludando en el teatro lleno y los rusos que me gritaban: "¡Bravo!". A mí se me caían las lágrimas y pensaba: "¡Loco! ¿Yo qué hago acá? ¡Si vengo de Almagro!".
Vos apoyaste públicamente a Cambiemos. En términos artísticos, "bailaste con Macri", mientras gran parte de la comunidad artística lo rechazaba. ¿Qué balance hacés hoy de tu posición?
Yo siempre tuve posición política, toda mi vida y mi carrera. Lo que sí me pasó esta vez es que necesitaba apoyar muchísimo a Mauricio Macri. Yo viví 18 años en Europa y veía todo lo que no se hacía en mi país y que sí se hizo en la época de Macri. Yo, sinceramente, tengo que decirlo: cuando se presentó Néstor Kirchner para presidente lo voté. Voté a Néstor porque mi convicción siempre fue más del lado del peronismo, pero no puedo dudar de la gran presidencia que tuvo Mauricio Macri. En economía seguramente se equivocó feo y eso lo sufrimos mucho, yo no estoy nada bien tampoco. Pero habría que apoyar porque para mí es el camino.
Hace un tiempo cuestionaste por Twitter a Tinelli.
Yo a Marcelo lo quiero muchísimo y lo respeto porque es un tipo que ha sabido manejar un montón de situaciones de su vida. Me crucé porque me enteré en Twitter que había un sueño que no se había cumplido, entonces dije una cosa fuerte. Después hablamos con Marcelo por WhatsApp, me explicó cómo había sido y automáticamente me retracté de lo que había dicho.
Estás impulsando un proyecto de ley para que los bebés fallecidos durante un embarazo puedan llevar su nombre. ¿Cómo es eso?
Recién hablábamos de Tinelli. La relación que tuvimos Patricia (N. de la R: su esposa. Perdieron un bebé a los 4 meses de embarazo en 2012) y yo con la Fundación Era en Abril nace a partir de una discusión que justamente se plantea Tinelli en Showmatch cuando participamos en 2014. Yo soy muy calentón, pero más callado que Patricia. Y un día, creo que fue Polino como jurado, me dijo que yo bailando parecía desangelado, que no tenía ángel. Fue una crítica y uno tiene que escuchar, pero Patricia saltó diciendo que estaba equivocado, porque yo sí tenía un ángel y que ese ángel se llama Jerónimo y había fallecido en el vientre de su mamá. En ese momento se armó una discusión gigante y el rating era altísimo. Y fue ahí que se nos presentó esta fundación Era en Abril y empezamos una relación. Nos nombraron padrinos de la fundación por lo que nos había pasado.
Ustedes perdieron un embarazo de 16 semanas...
Por una infección en la placenta. Lo perdimos en 2012 y Bernardo Stamateas, que aparte de ser psicólogo es un amigo, nos aconsejó que hiciéramos el entierro con la ceremonia. Nosotros hicimos eso: fuimos a buscar al bebé, lo pedimos y estuvimos esperando casi dos meses a que el hospital nos lo entregara. Pero cuando llegamos adonde tenemos la parcela para hacer la ceremonia con el cura, y fuimos a firmar los papeles, vimos que decía NN y el nombre de la madre, Patricia Baca Urquiza. Patricia se puso a llorar y dijo: "Por favor, cambiá, se llama Jerónimo Guerra, yo no me morí, yo estoy acá". A partir de eso presentamos junto con esta fundación los proyectos de ley para que los niños que fallecen en el vientre materno o apenas nacidos puedan llevar el nombre que eligieron sus padres para ellos.
Finalmente, hablemos de tu próxima abuelidad...
(se ríe) ¿Ya se enteraron todos? No sé si Micaela (25), mi hija mayor, quiere que hable de esto, pero sí: ¡voy a ser abuelo y la verdad es que es una felicidad enorme! Con la abuelidad siento que voy a poder disfrutar, lo voy a llevar a la cancha, me va a divertir mucho no tener la responsabilidad de educarlo, porque eso lo hacen los padres.
Abuelo de un varón. ¿Fútbol o ballet?
Así es, varón. Fútbol a full o danza, lo que quiera hacer, eso es responsabilidad de los padres. Yo voy a ir a la cancha con mi nieto y me voy a divertir como cuando mi abuelo me llevaba a la cancha a mí.
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