Matrimonio entre el rock y las danzas
More, more, more... future / Dirección artística: Faustin Linyekula / Dirección musical: Flamme Kapaya / Músicos: Patou Kayembe, Pépé Le Coq, Pasnas Mafutala y Zing Kapaya / Bailarines: Dinozord, Papy Ebotani y Faustin Linyekula / Vestuario: Xuly Bet (e con diéresis) / Textos: Antoine Vumilia Muhindo / Nuestra opinión: muy bueno
Nacido y criado en Zangani, República Democrática del Congo, Faustin Linyekula debió emigrar numerosas veces a Kenia para escapar de las luchas internas de su país, hasta que finalmente se estableció en Francia. Hoy explica que su coreografía es un intento por rescatar los distintos bailes y costumbres de Zangani, entre otras cosas que fueron desapareciendo durante estos últimos veinte años de guerra. Y su espectáculo More, More, More... Future, con el que abrió la temporada 2017 del Tacec, en el Teatro Argentino de La Plata, muestra lo ecléctico de su arte, producto de lo aprendido entre África y Europa, una mezcla de rock, bailes tribales, afrobeat y una actitud entre lúdica y contestataria.
Como si de una balanza se tratara, el escenario estaba dividido por una banda a la izquierda (guitarra, bajo y batería) y un conjunto de tres bailarines (entre ellos Linyekula) al otro extremo. El guitarrista, cubierto por una túnica oscura con lentejuelas, comenzó emitiendo mínimos sonidos con su pedal de volumen, al borde del silencio, mientras los bailarines, vestidos con una suerte de tutú en gajos que les colgaba del cuello, entraron en una suerte de trance estático. Linyekula siguió con saltos de baile, casi gimnásticos, yendo de un extremo a otro del escenario, cuando un redoble de batería inició un afrobeat rabioso, explosivo, al que siguió otro momento de cuasi silencio. Buena parte del espectáculo está construido sobre contrastes. Durante un pasaje musical frenético, dos integrantes del elenco subieron a un estrado para cantar en francés y en idioma originario, "somos aguafiestas profesionales"; uno canta melodioso, el otro declama con fiereza.
El guitarrista, líder musical del espectáculo, hizo un giro hacia una especie de rock ácido y los bailarines se dirigieron a él, giraron alrededor suyo como criaturas encantadas, haciendo volar sus desgajados tutús. Seguidamente la pareja volvió a cantar a dúo, con coros que tenían la marca rumbera del compatriota Franco o los extraordinarios senegaleses Orchestra Baobab: "Bailábamos en nuestras democracias maquilladas". Musicalmente, la banda alternaba entre cortes abruptos, rock pesado y polirritmos ajenos al afrobeat, sugiriendo la influencia de Frank Zappa o grupos de funk rock como Living Colour.
Sobre su estilo coreográfico, en parte también estilo musical, Linyekula dice: "El ndombolo se volvió recurrente en mis creaciones desde hace algunos años. Es un hijo bastardo de la rumba, de los ritmos tradicionales, de las bandas de música de los domingos en la iglesia y el funk/sex machine que se vive en los bares locales." Los conciertos de ndombolo suelen durar hasta 21 horas en continuado. Para esta, su primera presentación en el país, Faustin Linyekula y su elenco hicieron una síntesis de hora y media, con un concepto centrado en las fiestas que dan la espalda a los distintos opresores que circularon por el poder en el Congo.
Al terminar el tumultuoso espectáculo, todos se sentaron en el suelo, de espaldas al público, para mirar imágenes difusas de algunos de esos opresores que se proyectaban en una pantalla gigante. Fue un cierre algo hipnótico, sugerente, que remató el contraste en que se basó el show, y el público que llenó la sala supo apreciarlo con un entusiasmado aplauso.