Matías Feldman: "El teatro es una actividad arcaica, implica la presencia del cuerpo del espectador"
El director encara dos destacables propuestas en dos ámbitos oficiales: el Cultural San Martín y el Complejo Teatral
Matías Feldman tiene en estos momentos dos montajes en la escena pública: esa verdadera máquina escénica que es Pasolini, Ciclo Invocaciones, que se ofrece en el Cultural San Martín, y Proyectos pruebas, esa radical reflexión sobre la representación que se ofrece en el Teatro Sarmiento. También tiene su sala: Defensores de Bravard, ubicada a metros del parque Centenario, y su grupo, la Compañía Buenos Aires Escénica. El año pasado, con sus alumnos de la UNA, montó Rapsodia para príncipe de la locura. Fue una verdadera aplanadora teatral que los grandes teatros públicos se perdieron.
Feldman nació en Buenos Aires, pero se crió en Tandil. Se formó como músico, pero es uno de los directores y dramaturgos más destacados de su generación. "Busco que la experiencia del espectador tenga que ver con una resonancia, con un ruido que no empiece y termine en lo que yo quería que sucediera, sino con algo que el espectador va a vivir como quiera, como pueda -define-. Mi rol sería crear un objeto capaz de ser mordido de diferentes maneras. No me va la idea de ver una obra para saber lo que dice tal autor sobre el mundo o para reafirmar una postura."
-¿Algo así como el muro de Facebook como mecanismo de autoafirmación?
-Totalmente. Por eso mismo después te sorprendés cuando ganan Macri o Trump. A mí me interesan las experiencias en las que no estén controlados sus sentidos.
-¿Qué sentís que produjo el corrimiento de presentar Proyecto pruebas acá, en tu sala, a un teatro público, como el Sarmiento, con sus convenciones y ritos?
-En el Sarmiento, tanto los técnicos como el público se ven obligados a correrse de ciertas convenciones teatrales como es esto de llegar, pagar la entrada, sentarse, aplaudir e irte. Hay algo de eso que se rompe.
Habría que hacer un stop y explicar algo. Los domingos, por ejemplo, Proyecto pruebas comienza a las 17, en la sala. Pasadas las 18, tiene lugar otra prueba en el patio de la sala entre una limonada y sonidos de animales del zoológico. Luego, otra vez a la sala. Termina esa experiencia, pasadas las 20, en la vereda de la sala tiene lugar una experiencia que tiene mucho de instalación performática. Ésas son parte de las convenciones y ritos que este proyecto, en su formato de domingo de superacción, decididamente rompe, problematiza ciertas convenciones formales.
Aclarado el asunto, continúa Feldman: "En el Sarmiento entran en juego convenciones y hábitos más fuertes frente a fórmulas menos solemnes. Podríamos pensar que en un futuro los protocolos de las salas públicas deberían ser más parecidos al tipo de obras que rompen con ciertas viejas formas del teatro".
Más allá de los circuitos (y sus cortocircuitos), el talentoso director considera que las formas del acercamiento al teatro también han cambiado. "La velocidad de los cambios tecnológicos ha modificado las formas de relacionarse -reflexiona-. En el Facebook uno pone «asistiré» y no hace falta ir, porque el acto ya está hecho virtualmente mediante esa interfaz. La experiencia ya no es profundizar algo hasta llegar a su esencia, sino que es en red: cuantos más puntos toco, más siento que conozco. Esto también tiene que ver con el teatro y con sus conductas. Por ejemplo, en nuestra sala, antes reservábamos unas cinco entradas de más para los espectáculos porque sabíamos que era el promedio de gente que no venía. Ahora, estamos reservando de 20 a 30 entradas de más."
-En medio de un cuerpo mediatizado o virtual, ¿qué papel juega el teatro?
-El teatro es realmente una actividad arcaica, porque implica la presencia del cuerpo del espectador. Hacerlo también es un problema, porque necesita ensayos. Eso significa otros cuerpos que deben juntarse durante un tiempo determinado. O sea, va contra la corriente del cuerpo virtual. No debe ser casual la moda de la performance. Una performance no necesita tantos ensayos y eso es perfecto para estos tiempos. Como contraposición, el teatro va al choque. Y en esa sustancia un tanto arcaica adquiere algo del orden de lo revolucionario. Claro que, más allá de ese aspecto, tiene que encontrar nuevas estrategias para poder dialogar con esta nueva manera de sentir una experiencia artística.
-Casi como si fuera una respuesta a la situación epocal, Rapsodia... y Pasolini duran mucho más de la hora y media tan típica de las obras de la escena alternativa.
-Sí, y a ese listado hay que sumar Fábula gótica. Las tres son obras parientes, trabajan un material simbólico de gran envergadura. Es que ante la imposibilidad de hacer un escenario de tres pisos nada me impide hacer una dramaturgia de tres pisos aunque sea en una sala mínima. Las dos primeras obras fueron generadas con estudiantes de UNA. Tenía muchos actores y ensayaba cuatro veces por semana cinco horas durante todo un año. O sea, condiciones que el teatro independiente no te da.
-¿Y Pasolini?
-Si bien no tuvimos las mejores condiciones, sentí que había que aprovechar las dimensiones de la sala. A Pasolini no lo conocía tanto, pero me lo puse a leer y quedé fascinado. No tanto por su producción final, sino por su pensamiento y su postura como intelectual y artista frente al mundo. Terminé escribiendo un monstruo textual que para que entre en contraste con tanta palabra tiene zonas de respiro sostenidas en las imágenes.
-Hasta el momento sólo habías dirigido una obra en la escena pública y ahora tenés dos, una de las cuales despliega sus formas en cuatro pruebas.
-Es raro, es cierto, pero se dio sin buscarlo. Si bien soy antimacrista, me parece que los espacios públicos hay que tomarlos aun asumiendo las contradicciones. Por otra parte, mi generación -tengo 39 años- necesita de esos espacios para poder desarrollarse. Y necesitamos también trabajar en los grandes escenarios, porque si no, nunca nos vamos a desarrollar. Como si acá sólo hiciéramos las rarezas, obras pequeñas en pequeñas salas. Eso mucho no lo soporto. En general, no nos dan chance para trabajar en los grandes escenarios. Es así de simple.
Proyecto Pruebas
El espectador
Única prueba que no será presentada en vivo. En el patio del Sarmiento.
La desintegración
Atentados a las variables que componen lo que llaman "realismo por default". Relato por sedimentación.
Las convenciones
Indagación sobre este fenómeno y cómo operan sobre lo escénico.
El tiempo
Dramaturgia del instante, obturación del tiempo cronológico.
De jueves a sábados, a las 20, y domingos, a las 17. $ 80
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