Marta Lubos: la elegida

Una mujer elegante camina por la avenida. Sin estridencias ni brillos, con sus ojos azules profundos y sus brazos perfectamente torneados, llama la atención. Es una tarde abrasadora y luce espléndida, con su pelo impecable, a pesar de que tomó un remise, el tren y el subte, el camino desde su casa en Temperley hasta la sala de Boedo donde se prepara para interpretar ese personaje que considera "un postre" en la carrera de toda actriz. Marta Lubos habla de Amanda vuelve , que se estrena hoy en Timbre 4.

Una noche, en Biarritz, durante una gira con una obra de Daniel Veronese, Marta Lubos se cruzó con otro elenco argentino. Diego Faturos, de la mano de La omisión de la familia Coleman , estaba allí y se animó a decirle que ella era la musa de la pieza que estaba escribiendo. Lubos quedó encantada y hoy esos borradores son un hecho. Amanda vuelve es Lubos; y Faturos, su creador.

"Cuando leí la obra, me fascinó. Me llamó la atención que estuviera escrita así porque es un texto poético. Y mi personaje, pasa por unos estados muy border y otros de candidez, pero también de lucidez y de reflexión", opina. El tema de la obra es la espera, resume la actriz mientras elige una bebida caliente en vez de algo helado.

Lubos interpreta largos monólogos y está sola en el escenario la mayor parte del tiempo en el que transcurre la acción. Sandra Villani compone a su asistente y Matías Macri, sentado al piano, recrea una atmósfera única, pero de espaldas a la protagonista. "Esta mujer va narrando pedazos de su pasado, con una vida social muy amplia donde ella era siempre la anfitriona y donde siempre Amanda estaba presente. Y así van apareciendo sus recuerdos y siempre, este personaje que añora, en el centro", dice Lubos de esta criatura que "vive en las nubes".

La actriz formó parte del elenco de En Casa/En Kabul , dirigida por Carlos Gandolfo, en el San Martín. Allí pronunciaba un monólogo en seis idiomas (dos de Afganistán, inglés, alemán, francés y español) y admite que aquel fue uno de los desafíos más complejos de su carrera. "Pero ahora estoy a cargo de un texto que fue muy difícil de memorizar y de encontrarle el hilo conductor, porque mi personaje salta de un tema al otro y su imaginación se escapa. Pero finalmente salió, y soy feliz cada vez que lo pronuncio", asegura.

La musa de los realizadores

Lejos del mundanal ruido, del maquillaje, del exitismo, Marta Lubos habla pausado, con una dicción perfecta: "Siempre leo las entrevistas que les hacen a los demás y digo «Qué gente interesante». ¿Le interesará a alguien lo que tengo que decir? Yo soy apenas una actriz", dice Lubos. Se equivoca. Recorrió el mundo con dos versiones de Chejov, dirigidas por Veronese, y también trabajó bajo las órdenes de Mariana Chaud, Emilio García Wehbi, Mariana Obersztern, y Luciano Suardi, entre otros.

Además, Lubos trabajó en más de 15 películas. Sólo por nombrar algunas Whisky Romeo Zulu , de Enrique Piñeyro; Diarios de motocicleta , de Walter Salles; La niña santa , de Lucrecia Martel; El pasado , de Héctor Babenco; El corredor nocturno , junto con Leonardo Sbaraglia; y La mirada invisible , de Diego Lerman.

No sólo inspiró a Faturos para su obra de teatro. El director escocés Marc Evans se obsesionó con la actriz para Patagonia , la película británica que compitió por su país para lograr la candidatura a la mejor cinta extranjera y que le dio cierta popularidad en el Reino Unido.

La actuación llegó tarde a su vida, confiesa Lubos. "A los 17 años me gustaba y tomé clases, pero tuve una mala experiencia y dejé. Veinte años después, ante un momento familiar muy duro, me animé otra vez. No quería dejarlo pasar, arrepentirme a la hora de mi vejez", cuenta quien estudió en Andamio 90, la escuela de Alejandra Boero. Primero fue alumna, y luego docente, hasta que abandonó esta tarea cuando comenzó a recorrer el mundo con el teatro.

Lubos bromea que siempre trabajó con gente más joven que ella. "Me pasa siempre, o casi siempre, como ahora, pero aunque pertenezca a otra generación en cuestión de años, de fechas de nacimiento, en términos de actuación, somos de la misma generación teatral y hablamos el mismo lenguaje", opina.

Lubos, madre de dos hijos, apostó a la actuación y ganó, en particular, a nivel personal. "El teatro te permite bucear dentro tuyo, encontrar facetas que nunca pudieron salir a la luz. Uno tiene infinitas formas de ser y la educación y las circunstancias hace que uno desarrolle solo algunas. Fue gracias a esta tarea y vocación que gané más libertad conmigo mismo, y mayor comprensión del ser humano. Siendo actriz se quiere más a las personas", dice.

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