Maroon 5 tuvo su revancha en el Campo Argentino de Polo a dos años de la cuarentena
El repertorio estructurado a partir de los clásicos que el grupo acuñó en el siglo XXI
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Hace 2 años, 27 días y 20 horas el mundo se enteraba de que debía encerrarse. Y nosotros estábamos acá, en Buenos Aires”, dijo Adam Levine, líder de Maroon 5, al pie de la pasarela que se extendía hacia lo profundo del Campo Argentino de Polo. El show ya había pasado la mitad del repertorio y entonces finalmente llegó la referencia aquel recital cancelado, el primero en toda la cuarentena argentina. “Reprogramamos para la misma fecha del año siguiente… y se volvió a cancelar ¡Carajo! [dijo en español]. No sabíamos si iban a guardar sus entradas tanto tiempo o si las iban a devolver. Gracias por aguantar. Pasaron 2 años, 27 días y 20 horas”.
Pero si el regreso tenía aires de revancha para Maroon 5, la épica y la solemnidad le dejarían todo el protagonismo a la celebración. En una hora y media de show, el quinteto californiano paseó sus hits de alta rotación como si todo se tratara de una fiesta sin demasiados reparos en el pasado ni en el futuro. “Moves Like Jagger”, con Levine en un contraluz que duró apenas unas estrofas, y “This Love” marcaron la tónica festiva de un repertorio estructurado a partir de los clásicos que el grupo acuñó en el siglo XXI. Entre el sonido cuidado y pulcro de una banda que puede recuperar las cristalizaciones más superficiales del funk, el disco, el rock y el pop, y los falsetes siempre ajustados de su cantante, el show tuvo como principal punto fuerte el sostén de un nivel de entretenimiento e intensidad para que nadie se aburra.
Y tal vez por eso Jordi, el último disco del grupo, editado en 2021, fue apenas la excusa de una gira pautada desde antes. “Beautiful Mistakes”, “Lost” y “Memories” (esta última ya sobre los bises) fueron los temas elegidos del álbum para jugar a la psicodelia controlada, un recurso -más visual que musical- que iniciaron en “Stereo Hearts”, con recreación de luces estroboscópicas y manchas alla test de Roscharch, siempre tamizado por una benevolencia que pareciera destinada a no espantar a nadie. Maroon 5 fue, en el escenario, una banda que pareció borrar las líneas entre el soft rock y el power pop. Y, en consecuencia, Adam Levine se movió a su antojo sobre el escenario, con su carisma incansable y su camisa desprendida en un in crescendo mancomunado: el carisma cada vez más explícito y la camisa cada vez más desprendida.
Inscriptos en el linaje de bandas al estilo The Killers, Maroon 5 demostraron en el Campo Argentino de Polo que su repertorio ya tiene la solidez suficiente para sostenerse durante un show completo. Las proyecciones en las pantallas y los juegos de luces, en tanto, fueron mucho más un complemento que un sustento. El foco nunca se corrió de Levine, quien, consciente de su rol como líder de banda y no como solista, no ahorró en elogios para sus compañeros, presentados una y otra vez. Y si el árbol genealógico de influencias tuviese que extenderse más atrás en el tiempo, The Police sería la raíz. “Maps” primer y “Lost” después tenían el aire, las inflexiones y, sobre todo, el fraseo de Sting, como si se tratara casi de un feat. tácito.
Para Maroon 5, como buena banda de voracidad pop, todo vale cuando se trata de componer estribillos memorables. Todo vale pero la identidad no se negocia. Las canciones sonaron en el Campo Argentino de Polo con la misma solvencia que lo hacen en las radios de fórmula, en un cumpleaños de 15 (”She Will Be Loved”) o en un boliche palermitano (”Sugar”, la encargada de cerrar la noche). Mientras tanto, Levine alzó un pañuelo de seda que le arrojaron desde el público, le avisó a sus hijas que miraban por streaming que les llevaba regalos, agradeció la comida y la hospitalidad argentinas y prometió volver “cada vez que sea posible”. Siempre con una sonrisa y un falsete, sus armas para evitar todo tipo de melancolía. Algo que viene haciendo desde 2002, 2020 y también ahora 2022, habiendo pasado 2 años, 27 días y 20 horas de la pandemia que cambió el mundo, pero no el pop ni las ganas de cantar un hit a los gritos. Y Maroon 5 lo sabe.
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