Marlon Brando y la tragedia familiar que marcó su declive en Hollywood y lo llevó a morir en la pobreza
El actor cumpliría 98 años el 3 de abril; el recuerdo de su carrera, los duros momentos con sus hijos y sus días recluido y alejado de todo... y de todos
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Marlon Brando, el hombre que llegó a ser considerado por la revista Time como “el mejor actor del siglo” murió en 2004 y dejó un enorme legado a sus espaldas. El padrino (1972), Apocalypsis Now (1979), Rebelión a bordo (1962) y El último tango en París (1972) son algunos de los exitosos títulos que lo tuvieron en su marquesina. No importa cuánto tiempo pase o qué actores surjan, aquel que introdujo un método y ganó dos Oscar no será olvidado. Sin embargo, detrás de su historia de fama, premios y escenografías se esconde una dura infancia, un complejo drama familiar y un solitario final que pocos imaginaron que tendría.
Brando tuvo una infancia difícil. Su madre padecía un trastorno bipolar y la niñez del actor no se resume en buenos recuerdos y alegrías. Existen varios libros testigos de su biografía y en muchos coinciden en que incluso la mujer sufrió abuso físico por parte de sus parejas en presencia de su hijo. Cuando tenía 17 años, Marlon fue expulsado de la Academia Militar de Shattuck y decidió incorporarse a la compañía de teatro de Stella Adler, pese al descontento e incluso la furia de su padre.
Así fue como, pese a todo, logró su debut en el cine en 1950 y tan solo un año después su nombre aparecía en un film de peso: Un tranvía llamado deseo. Hablar de sus logros actorales es repetir algo que lo evidencia la historia. Pero lo que más sorprende en la industria del cine y en los fanáticos que cosechó a lo largo de su carrera es el duro final que tuvo su vida. Luego de atravesar difíciles años junto a sus hijos y enfrentar dolorosas pérdidas, murió con una única posesión: una paradisíaca isla.
La desgracia de Marlon Brando en manos de sus hijos
Para 1990, Brando ya había participado de 34 producciones de Hollywood, tenía dos premios Oscar, dos Globo de Oro, tres BAFTA y reconocimientos en los festivales de Cannes y Tokio. Es decir, su nombre hablaba por sí solo y contaba con una reputación y una vida bastante pública. Se casó tres veces y fruto de esos matrimonios tuvo 11 hijos. En medio de su consagración en el mundo del espectáculo, su familia vivió un trágico episodio que lo marcó para siempre y el cual -dicen- no logró superar.
El 16 de mayo de ese año, su yerno Drag Dollet (pareja de su hija Cheyenne) fue asesinado. Quien terminó con la vida del hombre fue nada menos que Christian, el hijo mayor de Marlon. Según se dijo en ese momento, lo hizo para defender a su hermana de una golpiza.
El juicio por el crimen atormentó al clan durante mucho tiempo e incluso se llegó a decir que el actor fue cómplice de lo ocurrido. Sin embargo, el autor confesó y fue sentenciado a 10 años de prisión.
Con Christian en la cárcel y una situación por demás complicada, Brando tuvo que enfrentarse también a varios intentos de suicidio de su hija. Desgraciadamente en 1995, y justo cuando las autoridades iban a dejar libre a su primogénito antes de tiempo por “buen comportamiento”, Cheyenne acabó con su vida ahorcándose en su casa de Tahití. Tenía 25 años. Enterado de esto, el actor fue trasladado de urgencia a un hospital de Los Ángeles donde permaneció internado varios días.
Un final trágico sumido en la pobreza y con una única posesión jamás vendida
El episodio de sus hijos marcó la vida de Brando y dejó una herida que nunca cicatrizó. A duras penas pudo concluir su carrera actoral. Desde 1995 y hasta su retiro en 2001 participó en apenas seis producciones y prestó su voz para que, en 2006, lanzaran El padrino: el videojuego. En sus últimos años, pese a todo el dinero que obtuvo por sus papeles, vivía del seguro social, al borde de la indigencia y en plena austeridad.
Apenas le alcanzaba para pagar una habitación y consumir productos de primera necesidad. Su estado físico se deterioró, empezó a alejarse de su familia, amistades y conocidos y terminó sus días en Los Ángeles, la ciudad que lo vio convertirse en uno de los más grandes.
Según el libro de Patricia Ruiz, Brando en el crepúsculo, el actor incluso tenía deudas que superaban los 20 millones de dólares, parte de las cuales fueron producto de la batalla legal llevada adelante en 1990.
“Vivía solo en una casa de una habitación llamada Frangipani, en Mulholland Drive. Era un lugar claustrofóbico, con un par de cortinas y unos pocos muebles lamentables”, describió el portal El mundo sobre los detalles de la publicación de la autora.
Pese a las abultadas deudas y la vida alejada del lujo que siempre eligió, hubo una posesión de la que nunca se desprendió. Cuando Brando participó del rodaje de Rebelión a bordo (1962) se enamoró de la Polinesia Francesa y decidió comprar una isla que, según los rumores, le costó US$200.000. El lugar sin dudas era para él un paraíso tropical que disfrutaba cuando estaba lejos de Hollywood.
Hasta 2004, la isla Tetiaroa -situada a 60 kilómetros de Tahití y conformada por una docena de islotes- funcionó como una reserva ecológica y también, como su refugio. “No puedo explicar con palabras la belleza de este lugar”, insistía en todo momento. Nadie entiende por qué no la vendió cuando se vio ahogado de deudas. Cuando murió, el paraje quedó en manos de su hijo Simon Teihotu que -junto a empresa- la convirtió en un lujoso resort abierto al turismo. Como homenaje a su padre, lo bautizó The Brando.
Sin dudas, la carrera de Marlon Brando siempre hablará por sí sola. De una infancia difícil y sus últimos días aún más complejos, su legado sigue presente. Sus hijos, la isla y sus recordadas películas siempre harán que el actor esté vivo, sin importar cuánto tiempo pase.
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