Mariela Fernández está renaciendo, después de unos meses duros en los que tuvo que renunciar a tres de sus trabajos porque estaba triste. Decidió dejar casi todo cuando, repentinamente, murió su padre. Le faltaba alegría y decidió parar. Primero dejó Cortá por Lozano, después TVR y, por último, No está todo dicho, el programa de Guido Kaczka en La Cien. Sólo se quedó con No te duermas, el ciclo que conducía en C5N. Dedicó el tiempo libre a reconstruirse, a estar en familia y a madurar la idea de volver a ser mamá. Se dejó cuidar y fue sanando. Esta semana volvió a conducir el noticiero de la mañana, en la misma señal de noticias."La remé sola desde que tuve a mi hija, hace dieciocho años. Siempre pude con todo. Esta vez no. Me entregué a lo que sentía y paré. Si no lo hacía, iba a terminar mal."
-Dejaste todo de golpe y nadie creía que era porque estabas triste.
-Es que fue por eso. Nunca pensé que me iba a doler tanto el alma con la partida de mi papá. Hay como un antes y un después en mi vida. Mi laburo tiene mucho que ver con mi alegría, con arengar, con la buena onda, el optimismo y el tiremos para adelante. Y la partida de mi viejo me apagó esa llamita.
-No la pudiste caretear.
-No. Porque siento que soy la misma en la tele como afuera de la tele. No me construyo un personaje. Laburo mucho con mi espontaneidad. Y si no estoy alegre…
-¿Cuándo murió tu papá?
-El 17 de diciembre. El día anterior celebramos mi cumpleaños en la quinta de mi novio. Fue íntimo, en familia. Ni amigos, ni tíos, ni sobrinos, ni nadie. Mamá, papá, mi hermano con su mujer, mi hija, mi novio y yo. Una tarde hermosa. Terminó el día, se fueron a dormir y al otro día amaneció ya fallecido. Como que la vida me lo arrancó. Y si bien no tenía un vínculo muy fuerte con mi viejo, porque no tuve un gran vínculo durante mi vida, los últimos ocho años, a raíz del budismo y de un laburo que yo hice, logré abrazar a mi papá de nuevo. Siempre fue un tipo muy sacrificado por su familia, dejó todo por nosotros. Pero en ese salir a laburar todos los días para que tengamos algo para comer en la mesa, no estaba tan presente físicamente. Y hubo una ausencia que entiendo hoy en mi adultez y no entendía en mi adolescencia, ni en mi infancia.
-En ese momento justo te llamaron de La Cien, ¿no?
-Tenía que dar justo ese lunes 18 de diciembre una respuesta por sí o por no. Había pasado lo de mi viejo y en el apuro, en la vorágine, en el tener que dar un respuesta, fue un "dale, sí". Cuando tendría que haber dicho que no, seguir con Bendita, con C5N… No me tendría que haber mudado. Porque cuando agarré todos esos laburos, me mudé de Haedo a Capital. Y en un mes me quedé sin viejo, sin laburo, me peleé con una amiga y me mudé. O sea, todo lo que dicen que te hace mal o te genera estrés a mi me pasó en cuestión de un mes y medio.
-Por lo menos seguías con tu novio.
-Sí. Era lo único que me faltaba, pelearme con él.
-Entonces arrancaste con la radio y ¿qué pasó?
-Arranqué en diciembre. Me echaron de Bendita y, a raíz de eso, me sale lo de Cortá por Lozano. Pero renuncié a los quince días.
Todo lo que dicen que te hace mal o te genera estrés a mi me pasó en cuestión de un mes y medio
-¿Qué les dijiste?
-La verdad: "me bajo, no doy más". Y en la radio duré un poco más, cuatro meses. En mayo caí con una gripe y ya a raíz de eso y la tristeza, no volví más.
-¿Pudiste hacer el duelo tranquila sin tanta presión laboral?
-Recién ahora estoy empezando a aceptar que no está mi papá y entendiendo que depende de mí y sólo de mí encender esa llamita. Al no tener alegría no tenía ganas de nada. Bajé 10 kilos, dejé de comer, yo ya soy delgada… ¡Llegué a pesar 50 kilos!
-¿Fue como una depresión?
-Fue medio una depresión, sí. Me quisieron medicar y yo no quise. "Puedo sola", pensé. Es que a veces me creo la mujer maravilla. Empecé con homeopatía y bueno, ya estoy mejor. Por suerte tenía ahorros, tenía la indemnización del 9… El 2018 se presentó re bien desde lo laboral pero anímicamente estaba rota. Me rompió lo de mi papá. Y ahora me estoy reconstruyendo de a poquito.
-Lo asumiste...
-Yo soy de comunicar todo en redes sociales y ni en redes sociales puse nada de mi viejo. Recién el día del padre de este año, que coincidió con los seis meses de la muerte de él subí una foto diciendo que lo extrañaba. Seis meses después recién pude subir una foto y decir "mi viejo no está, te extraño papá". Siento que estoy en un momento de cambios. Le dediqué mi vida al trabajo y desde que llegó Alex a mi vida, eso lo fui cambiando.
-También tenés una hija.
-Una hija de 18 años, la tuve a los 23. Ella siempre conmigo, bancando mis madrugones. Se quedaba sola en casa, se levantaba, se preparaba el desayuno y esperaba que la venga a buscar el bondi. Y yo saliendo a la madrugada a hacer C5N a la mañana. Siempre el laburo, el laburo, el laburo, con la meta de crecer y ser la número 1, llegar a ser Susana Giménez.
-¿Estuviste casada?
-No. Nunca me casé. Estuve con el papá de la nena y me separé al año y medio del nacimiento de ella.
-¿Y la tuviste que remar sola?
-Sí. Si bien él esta presente, colabora y aporta, era yo sola en el día a día.
-No hablás mucho de tu hija.
-No, porque ella es más bien de perfil bajo. Ahora que empezó a estudiar Gestión de Medios y Entretenimientos está más abierta. Antes, siempre renegó de este mundillo. No quería aparecer en ningún lado.
-¿Por qué te volcaste al budismo?
-Una peluquera que es budista me empezó a transmitir sus conocimientos y me acerqué. No me considero budista pero sí muy amiga del budismo y de la filosofía budista.
-¿Estabas en crisis con algo?
-No.
-Después de eso tuviste un ACV.
-A los pocos meses. Salí. Para mi vieja fue un milagro porque es creyente y para mí fue todo un laburo de meditación y visualización.
-¿Tuviste secuelas?
-Estuve quince días hablando como borracha y caminaba sin equilibrio. Pero no hice ningún tipo de rehabilitación. Ni kinesiología, ni foniatría… nada. Es como que sola me recuperé, con esta determinación mía de "yo puedo".
-¿Gracias a la filosofía del budismo?
-Sí, porque el que yo practico es más de acción. Hay un mantra que tiene que ver con uno y con el universo en donde lo que cuenta es la determinación. No es la meditación de "omm omm", me quedo callada, sentada. Es de acción: determino que va a suceder tal cosa y yo acciono desde mí para que suceda.
-¿Qué lograste con ese método?
-Darle vida a la parte del cerebro que me había quedado muerta después del ACV. Porque a los dos meses me hicieron una resonancia magnética y mi cerebro estaba sano. No estaba la herida que te queda con el infarto. Yo tenía una mancha enorme en la primera resonancia y a los dos meses esa mancha había desaparecido.
-¿Qué te dijeron los médicos?
-Mi neurólogo me dijo: "No sé qué estás haciendo, pero lo que sea seguí por ahí". Los médicos no supieron decirme qué pasó. De hecho no saben tampoco por qué me pasó. Yo toda la vida fumé y tomaba anticonceptivos.
-A Verónica Perdomo también le dijeron que fue por los anticonceptivos.
-A mí me dijo lo mismo el neurólogo. Pero hablo con el ginecólogo sobre eso y se re enoja.
-¿Nunca quisiste tener otro hijo?
-Ahora estamos con Alex teniendo ganas. El tiene dos hijos, yo tengo la mía, y al principio, cuando nos conocimos, ni él ni yo queríamos ser padres de nuevo. Pero eso fue hace dos años. Ahora, al irnos conociendo, nos dio ganas.
-¿Cómo lo conociste?
-Por el Gringo Cingolani, que es periodista deportivo y trabajaba conmigo en C5N. "Dale, salí a tomar un café", me decía. Alex es director en Torneos y Competencias y me quería conocer y yo no quería saber nada con nadie. Hacía rato que estaba separada. Finalmente acepté. Y así empezó todo.
-Por eso se fueron al Mundial.
-Claro. Él estaba laburando. Yo me sumé al partido de Nigeria y al de Francia. Tuvimos primero una semana descansando en España y de ahí nos fuimos para Rusia.
-¿Viven juntos?
-No, yo vivo con mi hija, pero venimos hablando con Alex desde el año pasado de armar algo, una familia. Yo soy re Susanita. Ya venía medio con ganas de dejar todo y poner toda mi energía en construir una familia y volver a ser mamá. Tengo muchas ganas. No sé si lo voy a concretar, te hablo de unas ganas que jamás pensé que iba a volver a tener. Y fíjate algo muy loco: quien me pedía mucho que fuera mamá de nuevo era mi papá.
-¿Sí?
-Sí, porque yo ya lo venía poniendo en palabras. En agosto del año pasado empezamos con estas ganas y cuando lo comuniqué en mi familia, mi vieja me decía: "No, pensalo". Y mi viejo: "Sí, dale para adelante, Un hijo es amor, es alegría, es vida". Por eso tengo tantas ganas.
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