El caso de La Flor, la monumental -en más de un sentido- película de Mariano Llinás de casi 14 horas de duración, es una buena muestra del fenómeno cultural online que sobrevino al aislamiento social. Desde el último viernes de marzo, cuando la primera de ocho partes fue subida a la plataforma cultural Kabinett (wearekabinett.com), suma en total cerca de 320.000 visualizaciones y crece a razón de 15 mil por día, en promedio. "La gente necesitaba una distracción, y no era el momento de andar con decisiones personales sobre cómo difundir una obra ¡A la mierda, véanla!, pensé", dice a Rolling Stone el director de ésta y otras películas frente a las que no cabe la indiferencia. Pueden gustar más o menos, pero siempre se distinguen por su estética, duración o historias contadas: ahí están Balnearios e Historias extraordinarias, hitos del cine independiente argentino contemporáneo, para comprobarlo.
"Era el momento. Había como una especie de concentración… Una situación que podía pensarse parecida a la que se generaba en el cine o la televisión vieja. Esa idea de ver algo en un momento particular. Y con todo el mundo junto frente a una compu", razona Llinás, quien pasa estos días extraños en un departamento de San Telmo con su esposa e hijo pequeño, a punto de cumplir 4 años. "No son vacaciones y misteriosamente no extraño el mundo exterior. Para mí es una época de enorme productividad. Está muy bueno este tiempo para ordenar un poco, pensar… Para el que labura con la capocha es casi un paraíso. Eso sí, detecté que a mucha gente le está costando enfocar en algo y se la pasa boludeando en lugar de aprovechar el tiempo. Creo que hay una compulsión a boludear mucho, supongo que por la angustia o la incertidumbre. Yo trato de boludear lo menos posible", afirma.
En ese contexto, la idea inicial de exhibir online y gratis la película chocó con algunas restricciones contractuales por derechos de distribución, en algunos otros países europeos. Hubo que dar marcha atrás a la subida de la primera parte en YouTube, donde duró apenas un día. Y en medio de esas idas y vueltas apareció Eduardo Costantini hijo, propietario de Kabinett y amigo de Llinás desde hace más de 20 años. "Cuando surgió el problema en YouTube, Mariano pensó en Kabinett. Nuestra tecnología permite localizar y discriminar lugares de emisión. En aquellos países (Francia, Suiza, Benelux, Austria y Alemania) en donde los derechos de la película estaban vendidos, no se puede ver", cuenta el empresario desde su casa en las afueras de Nueva York. "Él fue muy generoso porque todo el trámite costó bastante guita… Y ahora es interesante lo que puede pasar, porque lentamente empezamos a pensar si no se pueden hacer más cosas de esta forma", agrega Llinás.
Estrenada completa en 2018, La Flor ("la tercera película no experimental más larga de la historia", según Wikipedia) involucra dentro suyo una serie de segmentos que varían en formato, temática, duración y locaciones, con un elenco estable -las actrices del grupo Piel de Lava, una de ellas esposa del realizador- e ideas constantes que parten de la aventura y el movimiento de los personajes en tiempo y lugares, para alimentar una trama de espías que luego se dispara en diversas direcciones, e incluso se mete en el rodaje mismo (una película dentro de la película). Esto es apenas un acercamiento descriptivo a todo lo que sucede a lo largo de casi 14 horas, a lo largo y ancho de una película a la que no le viene nada mal el término "épica" para definirla.
"No tengo televisión, no veo series, no tengo Netflix, tampoco veo películas para entretenerme", dice Llinás sobre su austera, consciente política de consumo audiovisual. Sí acepta que en este tiempo, por ejemplo a partir de haber subido otros títulos de su productora El Pampero a YouTube, las pudo apreciar en otro sentido. Algo parecido le pasó con La Flor. "No la había visto nunca... Tengo una especie de fobia a ver películas mías en el cine, me pongo muy nervioso, muy tenso. Ahora la estoy viendo y la paso bien. Me gustó mucho, de todas las películas que hice, siento que es la mejor", dice convencido. A la par, reflexiona que tal vez sea el comienzo de una nueva etapa. "Hay que estar muy atento. El mundo está yendo en una dirección contraria a nuestro fundamentalismo -por así llamarlo- de la proyección en formato grande. Y ahora pasó esto que nadie esperaba. Por eso nos decidimos. Querían ´La Flor´, ahí tienen ´La Flor´".
Guillermo E. Pintos
LA NACION