María Victoria Alcaraz: "Es importante que cada vez más personas puedan venir al Colón"
Con un perfil bajo, la responsable de la dirección del Colón aceptó una entrevista en la que anunció, entre otras cosas, que piensa comprar o alquilar un edificio en el Distrito de las Artes
María Victoria Alcaraz, historiadora que ocupó varios cargos en el área de Cultura de la Ciudad, asumió la dirección general del Teatro Colón en diciembre de 2015. El director artístico de la sala (y también ministro de Cultura de la Ciudad) era Darío Lopérfido. En febrero de este año, Lopérfido dejó el Colón. Recién en ese momento tomó estado público lo que se rumoreaba desde hace tiempo: las fuertes diferencias entre ellos dos. El mexicano Enrique Arturo Diemecke asumió la dirección de Programación y Producción Artística de la sala. En los 109 años de vida, es la primera mujer que asumió la dirección general.
-Siendo así, ¿a qué se debe tu perfil tan bajo?
-Es el perfil de toda mi vida en relación a todos los cargos que he tenido. Me da felicidad, responsabilidad, exigencia, el trabajo del día a día. No me atrae tanto el perfil alto. Por otra parte, ¿qué sería un perfil más alto?
-Quizá que, ante una requisitoria periodística, no tomarse tantos meses para responder.
-Cuando hay algo para decir, acá estamos todos. Cuando no hay nada para comunicar, trabajemos.
En su lugar de trabajo, su despojado despacho, habla de la programación del año próximo que presentó ayer. "Es importante que cada vez más personas puedan venir al Colón. Para eso armamos una cantidad de estrategias que están acompañadas por una política de precios acomodada para todo el mundo [abono para la juventud, para la familia, como uno extraordinario que cada uno podrá armar y otro contemporáneo]. Por otra parte haremos acciones en la Usina del Arte, en el Centro Cultural 25 de Mayo, en el anfiteatro del Parque Centenario y estamos tratando de terminar este año con un concierto en el Barrio 31. Queremos llegar a la casa del vecino y queremos abrir las puertas del Teatro porque, aunque haya más de 60 puertas en la fachada del Colón, da la sensación de que están cerradas", apunta.
-¿Qué papel juega el Instituto Superior de Arte en todo este proceso?
-Fortalecer el semillero de donde salen los futuros artistas del Colón y del mundo es fundamental. Los directores artísticos deben tener un diálogo permanente con los maestros del ISA. La llegada de Marcelo Birman a la dirección, persona de amplia experiencia en la enseñanza artística, responde a profundizar la formación.
-¿El ISA no volverá al edificio del Colón?
-No, el edificio ya no lo puede albergar. El ISA "es" el Colón aunque esté a 4 cuadras.
-Ya que sale el tema del edificio, ¿cuándo se van a terminar las demoradas obras de infraestructura?
-Ya nos entregaron el cuarto piso, destinado a oficinas, y en el bloque C [en donde está el CETC] estaba pensando instalar el Centro de Documentación, pero en el medio surgió la posibilidad de tener un espacio en el Distrito de las Artes que estará destinado para depósitos de escenografía y vestuario, talleres, un espacio expositivo y el Centro de Documentación. Y en el bloque C se harían nuevas salas de ensayo para las orquestas. Estamos viendo la posibilidad de comprar o de alquilar con opción a compra.
-¿No hay ningún bien del Estado porteño de esos que están saliendo a la venta?
-No en ese distrito y de las dimensiones necesarias. A futuro, ahí funcionaría una sala contemporánea más grande que la actual.
-En medio de un tiempo de ajustes, ¿la decisión política está tomada para la compra?
El Colón es casi el único teatro de este tipo que no tiene depósitos. Tener uno posibilitaría generar recursos propios por el alquiler de vestuario y escenografías propias. Tenemos que generar una política de sustentabilidad que, dejémoslo en claro, no es privatización.
-¿Esto tiene vinculación con la adjudicación a la firma McKinsey para el estudio y análisis de la institución cuyo contrato es de casi 3 millones de pesos?
-El Colón es único en el país y en la región. Necesitamos ver qué otras acciones puede desplegar y todo esto es lo que vamos a trabajar con otros teatros del mundo coordinados por una consultora que tiene experiencia de haber trabajado con ellos.
-Desde el punto de vista de la gestión, a lo largo de este año se sumó al equipo Martín Boschet. Actualmente es el director ejecutivo de la sala, el mismo cargo que tuvo hasta octubre de 2008 cuando debió dar un paso al costado por aquella polémica presentación de las zapatillas Converse en el CETC. ¿A qué responde su incorporación?
-Me senté con el jefe de Gobierno para rediseñar el equipo y buscamos un perfil que cumple Boschet.
-¿El modelo de gestión es el europeo, sostenido fuertemente por dineros públicos, o el estadounidense, con fuerte presencia de privados?
-Mixto. El Colón es el trasplante de una institución europea en el fin del mundo sin los recursos y la tradición cultural europea. Por lo cual hay que hacer un doble esfuerzo para mantenerse a ese nivel. Hoy en día, incluso las casas de ópera europeas vienen trabajando en generar nuevos recursos. Por ejemplo, en La Fenice, de Venecia, se casó George Clooney y ese dinero se lo usó para la programación. Me permito un chiste: si Clooney se quisiera volver a casar acá lo analizaríamos.
-Acá ya se casaron algunos.
-Pero por civil, sin fiesta y sin pagar.
-Hoy [por ayer] se estrena Andrea Chénier, ópera que no tiene a su puestista original, al director musical y algunos roles principales. Este tipo de contratiempos se fue repitiendo a lo largo de una temporada con otros títulos.
-No fueron tantos. En el caso de Andrea Chénier, Lucrecia Martel tuvo un pequeño accidente y renunció a quince días de un estreno, y no tengo nada que decir al respecto. Eso implicó que en horas veamos cómo seguir. En el caso de la soprano Angela Gheorghiu llegó a Buenos Aires y nunca vino a hacer las pruebas de vestuario. Cuando llegó aquí pidió nuevos cambios en el contrato y el último fue que sacáramos la cláusula de rescisión, que le depositáramos el cachet y que ella después firmaba el contrato. Siendo responsable de un organismo público, me pareció que no correspondía. A ella no le gustó, publicó un descargo en su Facebook que parece ser un portazo que, en realidad, dimos nosotros. Y en el caso de Marcelo Álvarez, artista que deseamos que vuelva cuanto antes, fue una cuestión de agenda. No llegaba a los ensayos, y Diemecke y él resolvieron que no estuviera en este proyecto.
-Cuando fue el caso de La traviata, con puesta de Sofia Coppola, primero se dijo que no venía por una cuestión de falta de tiempo para devolver la carga a Roma. Pero después declaraste que los trajes de Valentino eran carísimos.
-Fueron las dos cosas. Era una producción carísima, compleja, y que ningún momento contemplaba que vinieran ni Coppola ni Valentino. Para el vestuario había que alquilar joyas a Valentino a un costo de 100.000 euros, cosa que no nos pareció razonable. Y tampoco daban los tiempos para devolver la carga a Roma. Por eso acordamos traer la puesta histórica de Franco Zeffirelli. Nosotros tenemos que cuidar el presupuesto de la institución, no podemos hacer locuras. Este año fue muy exigido para poder cumplir con esta temporada. La próxima también lo será, pero habrá mayoritariamente títulos producidos acá. Es poner a funcionar la maquinaria del Colón, cosa que este año no sucedió porque fue escasa la producción propia. El año próximo vamos a estar produciendo y no corrigiendo.
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