María Fernanda Callejón: "Padecí el prejuicio y lo sigo padeciendo"
La actriz habló con Personajes.tv sobre su pasado como vedette y su nuevo desafío sobre las tablas: interpretar a Alejandra Pizarnik
A punto de ponerse en la piel de la poetisa Alejandra Pizarnik en el que será su primer unipersonal, La mujer de los huesos de pájaro, María Fernanda Callejón contó a Personajes.tv cómo encaró el desafío y asegura que no reniega de su pasado como vedette.
-Si uno analiza tu carrera desde los comienzos hasta ahora puede decir que no sos una actriz prejuiciosa...
- No, porque padecí el prejuicio y lo sigo padeciendo. Y seguramente, cuando vengan a ver esta obra también me va a pasar. Pero creo que eso me ayudó a caminar con seguridad en este oficio que empezó al revés de como yo pensaba, porque mi sueño era aprender con Alezzo y terminé siendo vedette, que es algo de lo que no voy a renegar jamás, porque entiendo que ahí fue donde aprendí a caminar el escenario. Einstein decía que es más fácil disolver un átomo que un prejuicio, y es así.
-Hay pocas mujeres, sin embargo, que han logrado el pasaje de la revista a lo que llamamos teatro serio. ¿Considerás a Norma Pons como una referente?
- Sí, totalemente. Es mi referente. Hemos trabajado juntas en Vengo por el aviso, y desde ese momento tengo devoción por ella y por su carrera. Es un ejemplo por cómo se fue transformando de esa vedette de piernas larguísimas en esta actriz maravillosa que es hoy. Ella tenía un sueño en la vida que era hacer teatro clásico y le llegó cuando le tenía que llegar, porque Bernarda Alba es su personaje. Está en su cuerda, como dice ella.
"La vedette convivió con la actriz desde siempre", asegura Callejón
- Una de las cosas que tal vez tengan en común es que las dos entraron al mundo del espectáculo por el teatro de revista, pero teniendo otra meta... ¿Creés que por esa razón ustedes llegaron y otras chicas quedaron en el camino?
- Yo quería entrar en el Conservatorio o estudiar con Alezzo, pero a los quince días de llegar de Carlos Paz ya estaba trabajando como media vedette en la calle Corrientes. Y creo que tanto en el caso de Norma como en el mío, la vedette convivió con la actriz desde siempre. Después, con el tiempo, empecé a darme cuenta de que lo mío era pura vocación. Y tener vocación no tiene nada que ver con lo que vos tenés pensado hacer. Es muy distinto. Y creo que muchas no habrán elegido ese camino o no habrán podido hacerlo o no han tenido vocación. La vedette también tiene que tener una exhibición física y te tienen que dar ganas de hacer eso. Yo tenía alma de exhibicionista y por eso me resultó fácil. Por eso y porque Dios me dio la bendición de haber tenido un buen físico, de haber sido deportista en ese momento.
-¿Alguna vez sentiste que tu cuerpo te jugaba en contra?
-Yo debuté en la tele con Jorge Porcel. Una vez él me preguntó qué quería hacer y yo le dije que quería ser actriz. Entonces, me contestó: "Vos con ese cuerpo nunca vas a poder ser actriz". Yo no lo tomé a mal, lo entendí como una manera de elogiarme, pero es lo que mucha gente pensaba. Sin embargo, despacito, fui haciendo mi camino. Después de mucho tiempo llegué a trabajar con colegas muy grosos con los que jamás esperé trabajar, y aprendí a observarlos, los "exprimí" de conocimiento, porque yo no pude tener ese Conservatorio que tanto soñé, pero para mí, mis pares fueron mi Conservatorio.
-¿Cómo te llegó la propuesta de encarnar a Alejandra Pizarnik en La mujer de los huesos de pájaro?
-Por twitter. Unos días antes del 22 de junio, que es mi cumpleaños, me llegó un tuit de un tal Eduardo Román en el que me ofrecía interpretar una obra que él había escrito. Yo soy tuitera, pero tengo reparos porque nunca sabés con quién te estás comunicando; sin embargo, me guié por la percepción y comencé a seguirlo para que me mande un MD. Ahí me explicó un poco de qué se trataba, le pedí que se comunique con mi representante y acá estamos, a punto de estrenar.
- ¿Conocías sobre la vida y la obra de Pizarnik?
-Muy poquito. Debo confesar que la conocía más que nada por Julio Cortázar, porque fue la traductora de Rayuela y él hablaba mucho sobre ella. Poco a poco, cuando me fui interiorizando, decidimos darle para adelante y empezamos a hablar de quién era ella, me enamoré del libro y me enamoré de ella.
-¿Más allá del libro, encaraste una investigación personal?
-Sí, armé mi propia mesa de trabajo, pero no fue nada fácil. No es un desafío sólo por el personaje, sino porque es una persona de la que no hay mucho registro. No es lo mismo, por ejemplo, que te propongan hacer a Evita, que hay un montón de cosas de ella, o a Tita, o a Alfonsina Storni...
- Además, era una mujer muy introspectiva...
-Claro. Poco se sabía sobre su vida, sobre sus amigos íntimos, sobre los escritores que se enamoraron de ella. El registro fotográfico que hay no es para nada extenso; hay fotos, pero con poses muy típicas de ella que se reiteran. Pero en el fondo, eso me sirvió, porque si hubiese tenido mucho más material hubiese sido más difícil abordarla.
-¿Tenías ganas de interpretar a un personaje histórico?
-Muchas veces me preguntaron a qué mujer me gustaría interpretar y yo siempre respondía: "Me gustaría hacer una mujer fuerte, pero no la tengo, todavía". No era Evita. No era Alfonsina Storni. Inconscientemente iba transitando el camino que quería recorrer. Pensaba: "bueno, ya llegará". Y no encontraba. Cuando me fui metiendo en este mundo me di cuenta de que sí, de que era ésta la mujer que quería interpretar. Y si dejo escapar una magia ilusoria, aunque ya van a hacer 42 años que falleció, siento que ella me eligió a mí.
- ¿Te costó no juzgarla?
-No pude juzgarla. A pesar de que las tenía todas, pobre, porque tuvo una infancia muy complicada que la marcó a fuego, padres complicados, amados complicados, en una época de mucho tabú... Era una mujer libre, pero encerrada en esa libertad. Fue una mujer "rara", porque demuestra estar encerrada en su época, pero a la vez tan libre en su línea de pensamiento, en lo que tenía que ver con la diversidad sexual. A todo esto, hay que sumarle su bipolaridad, su bisexualidad u homosexualidad, y su pasión por lo que hacía.
-¿Te ayudó que fuera alguien tan distinta a vos?
-Sí. Yo soy súper extrovertida y ella era muy para adentro con un mundo muy cerrado. Me tocó un antagónico y, entonces, es un desafío enorme. El texto, me atrevería a decir que es casi como tener una obra de Shakespeare en la mano, porque el autor ha sido de una bonhomía absoluta a la hora de escribir. Me emociona mucho, porque nunca pensé que me iba a llegar tan pronto...
- ¿Y cómo vivís la experiencia de tu primer unipersonal?
-Es otro desafío más. Estoy acostumbrada a trabajar con mis pares, y así el proceso creativo no lo transitás tan solo, porque más allá de lo que te puede llegar a marcar el director, muchas veces la mirada de tus compañeros te enriquece. Acá estoy solita mi alma con uno de los personajes más difíciles que me tocó hacer en mis 29 años de carrera.
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