Marcianos como los de antaño
Calificación: Buena
"Marcianos al ataque" ("Mars Attacks!", EE.UU./1996, color), producción hablada en inglés y presentada por Warner en los cines Monumental, Maxi, Patio Bullrich, Santa Fe, Paseo Alcorta, Belgrano, Rivera Indarte, Tren de la Costa San Isidro, Soleil, Alto Avellaneda y Boulevard Adrogué. Basada sobre la colección editada por The Topps Company. Guión: Jonathan Gems. Intérpretes: Jack Nicholson, Glenn Close, Annette Bening, Pierce Brosnan, Danny De Vito, Martin Short, Sarah Jessica Parker, Michael J. Fox, Rod Steiger, Tom Jones, Lukas Haas, Jim Brown, Lisa Marie, Natalie Portman, Silvia Sidney y otros. Fotografía: Peter Suschitzky. Música: Danny Elfman. Diseño de producción: Wynn Thomas. Dirección: Tim Burton. Duración: 106 minutos. Calificación: sólo apta para mayores de 13 años.
La ocurrencia fue de Tim Burton y nadie quiso perderse la diversión. Si "Día de la Independencia" había puesto en circulación otra vez a los invasores venidos del espacio y el ultramoderno arsenal de efectos especiales abría la posibilidad de concretar en pantalla cualquier catástrofe por improbable que pareciera, era el momento oportuno para imaginar un desembarco marciano.
Pero un desembarco como los de antes, con hombrecitos verdes de cráneo hiperdesarrollado y ojos saltones, armados con pistolas de rayos desintegradores y animados por las peores intenciones. Nada de encuentros cercanos con musiquita ni de feúchos enanitos extraterrestres llenos de ternura. No: marcianos malignos, taimados, caprichosos e incomprensibles, como los que descendían sobre la pantalla en las producciones clase B de los años cincuentas. Como los que hubiera elegido Ed Wood, que de tan mal director que era se ganó un lugar en la historia del cine y una biografía -memorable y reciente- con la firma de Tim Burton.
Cómicas calamidades
Y es como si Burton se hubiera puesto en la piel de Ed Wood para recrear, en son de broma, el ingenuo cine de ciencia ficción que tanto lo divertía en la infancia. Aunque quede claro que él no es tan ingenuo y que su parodia les toma el pelo -también, o sobre todo-, a unos cuantos humanos bien reconocibles. Desde que llega la primera señal -un resplandor en el horizonte y una estampida de ganado en llamas-, las calamidades se multiplican. La abigarrada flotilla de platos voladores se desparrama sobre el territorio norteamericano. Y la recibe un gozoso elenco, superpoblado de nombres famosos. Está dicho que nadie quiso perderse la diversión; si hasta asoman por ahí cineastas de prestigio como Jerzy Skolimowski y Barbet Schroeder.
Es una extensa galería de personajes a cual más estrafalario. Tanto que cada uno sigue en lo suyo, como si tal cosa, mientras los marcianos se divierten sembrando la destrucción y el mundo entero se derrumba.
Hay de todo: una disparatada pareja presidencial, expertos asesores del jefe del Estado, estrellas del periodismo de TV, jugadores empedernidos, ex alcohólicas fanáticas de la new age, ex campeones de boxeo disfrazados de egipcios, charlatanes del negocio inmobiliario, chiquilines adiestrados en los videojuegos, señoras dispuestas a defender con uñas y dientes el televisor, el mismísimo Tom Jones y hasta una abuela despistada (la entrañable Silvia Sidney) que guarda, sin saberlo, el arma letal en sus viejos discos.
Es probable que los que hicieron el film (especialmente los intérpretes) se hayan divertido un poco más que los espectadores, que quizás esperaban de Tim Burton menos cantidad de cataclismos espectaculares y mayor dosis de ingenio. Así y todo, "Marcianos al ataque" tiene generoso atractivo, que se multiplicará en el caso de los cinéfilos. Hay sostenido entretenimiento, situaciones y diálogos graciosos, esporádicos apuntes satíricos, impecables efectos especiales y algunos hallazgos, como la sexy Mata Hari marciana que encarna Lisa Marie y que se cuela en la Casa Blanca aprovechando las debilidades del enamoradizo secretario de prensa.
Los verdes llegados del planeta rojo responden al modelo más clásico; sin embargo, hay una pizca de maliciosa perversidad que los hace particularmente cómicos y que se hace evidente sobre todo cuando dejan oír alguna expresión en su media lengua, un idioma muy parecido al que habla cualquier bichito de videogame.
Pero no hay que confiarse: está visto que tienen muy mal carácter.
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