Asif Kapadia, director del documental de Diego Maradona: "Esta película es para quienes lo ven como un chanta"
Genio. Leyenda. Héroe pagano. Eterno polémico. Cabeza fresca. Provocador… Asif Kapadia fue el hombre detrás de Maradona durante los últimos tres años para filmar la nueva película sobre nuestro insufrible Dios vernáculo. Su trabajo se resume en las casi dos horas del documental cuya ruidosa première mundial tiene lugar estos días en Cannes. Hoy lo cuenta fácil, pero dedicarse a entender –tratar– a uno de los mitos vivientes más controvertidos de todos los tiempos fue una empresa difícil que le puso el mundo de cabeza. Es que Diego Maradona –así se llama–, además reunió a una figura desmedida con un director triunfal –el inglés de origen hindú fue premiado en este mismo festival con apenas 25 años; también en Sundance y en Bafta, y ya ganó un Oscar–. Duelo de egos para contar una historia rebuscada sin transar, sin dispensar y sin ahorrar rigor.
Kapadia confesó hace mucho tiempo su fanatismo por Diego. Se concentró en las laureadas Senna y Amy y entonces le llegó el turno al crack del fútbol: "Siempre estuvo en el éter de mi cerebro –decía cuando se hizo público su proyecto–. Hay algo en él... De alguna manera que no logro explicarme no lo pueden hacer caer. Constantemente lo golpean, pero él se recupera y sigue siendo el mismo personaje divisivo que era cuando tenía 16 o 17 años".
Un chico casi de la calle, un pibe casi sin educación que juega a la pelota en un barrio pobre de Lanús es lanzado como un rayo a la fama mundial, empieza a ganar enormes cantidades de dinero y es elevado a una categoría casi divina, como de santo patrono. Menudo génesis. Kapadia contaba hace poco: "Quise entender a este genio carismático desde los días en que se convirtió en el mejor jugador del mundo. Pero también desde aquellos en los que empezó a perder el control. Esta película es para quienes aman el fútbol, pero también para los que ven a Maradona como un chanta".
Los días previos al estreno, con la presencia de Diego en la alfombra roja ya confirmada, Asif se dedicó a esperar que el mundo hablara de ellos. Atendió a LA NACION revista desde su casa de Londres.
–¿Qué personaje encontraste cuando lo conociste?
–El Maradona que yo traté me pareció un muy buen hombre, un hombre muy tranquilo. Para entrevistarlo fui a su casa de Dubai, porque quería conocerlo lejos de todo el ruido y la multitud que suele rodearlo. Y me llevé una muy buena impresión de él.
–Muchos lo ven como alguien muy listo que siempre termina haciendo grandes tonterías.
–Creo que fue elegido para tener una de las vidas más increíbles que se puedan tener. Y consiguió las cosas más grandes a las que se pueda aspirar. Aprendí que tiene esta personalidad, en parte, porque vino de Villa Fiorito, no tuvo una gran educación y luego consiguió todo. Me parece normal que con esos orígenes y con todo lo que obtuvo luego, con las experiencias increíbles por las que pasó haya tenido que enfrentarse a retos tan difíciles. Además, es como si viviera poniendo a prueba a la gente. Siempre termina haciendo lo opuesto a lo que se espera de él. Por eso es especial e interesante. Y por eso quise hacer una película sobre él y no sobre cualquier otro jugador que haya conseguido lo mismo. Diego es complejo. Cuando hacés un film querés que tu personaje sea un genio, pero también un complicado.
En febrero de 2016, cuando el inglés subió a recibir su Oscar por Amy, Diego lo felicitó públicamente desde Dubai y anunció: "Será el director del próximo documental sobre mi vida". Los abogados de ambas partes ya se habían sentado a discutir un contrato por el cual, entre otras cosas, Kapadia se aseguraba el corte final del producto, y el futbolista se comprometía a grabar tres entrevistas. Bastaron pocos minutos del primer encuentro para darse cuenta de que no iba a ser fácil, y de que tenía enfrente "tal vez al mejor mentiroso del mundo". La revista de historias de fútbol Don Julio publicó una versión de esta primera, sensiblemente grosera, anécdota: Diego dormía en la habitación de su piso de Dubai. Cuando Kapadia, que había llegado especialmente desde el Reino Unido, tenía el set de filmación armado, subieron a despertarlo. Él habría dicho que le dolía la cabeza, que volvieran otro día. Finalmente accedió a bajar, y se despachó: "Hola, maestro. Gracias por interesarse en hacer una película sobre mí. Pero arregle con mi abogado y grabamos en otro momento". Ya se había dado media vuelta cuando el traductor lo frenó: "Usted no lo conoce, pero Kapadia está acostumbrado a manejar estrellas". Entonces contestó: "Manejó muchas estrellas, pero nunca un Maradona", y se fue.
–¿Me podés dar tu propia versión de ese primer encuentro?
–Honestamente, ya hice muchas películas, y luego de Senna y de Amy aprendí que cuando ves por primera vez a la persona que vas a entrevistar todos estamos nerviosos. Es normal. Mi desafío es enseñarles a confiar en mí. Ese día había tanta gente… Productores, camarógrafos, sonidista, traductor… Diego no conocía a nadie, no sabía cómo trabajaba yo, y no se sentía bien. Para nosotros también fue complicado, porque su casa estaba en ese complejo con forma de árbol metido en el océano. Era difícil acceder, y más difícil aún conseguir los permisos para grabar en Dubai. Pero más allá de eso, honestamente, en el primer encuentro todo esto que pasó es normal. No me puedo quejar demasiado de su comportamiento.
–¿Volviste al día siguiente?
–Sí, y ahí hice lo opuesto. Fui solo con el traductor, no llevé cámara, grabé únicamente sonido, y todo salió mejor. Él no quería tener mucha gente en su casa y yo quería que se olvidara de que lo estábamos filmando, que simplemente hablara para mí. Pero nunca fue rudo, no hubo nada malo, salvo las reacciones normales de dos personas que se topan por primera vez. Me sirvió para aprender sobre él y sobre el proceso. Me di cuenta de que yo debía ser más flexible, no él. Diego no va a cambiar sus cosas para vos. Vos tenés que cambiar las tuyas para él.
–¿Cuántos viajes hiciste?
–A Dubai debo haber ido tres o cuatro veces, y cada vez que fui le hice dos o tres entrevistas en días sucesivos, de una o dos horas. En Buenos Aires también estuve dos o tres veces. Entrevisté a periodistas y a gente de su entorno, a sus hijas, a su exmujer, a Fernando Signorini… Y en Nápoles estuve unas nueve o diez veces. Fue un documental de muchos viajes y muchísima distancia recorrida.
–¿Estuviste en donde él nació?
–Estuvimos muy cerca. Uno de nuestros contactos, que tenía unas imágenes específicas de sus comienzos, vivía por Villa Fiorito. Fue muy curioso, porque cuando le dijimos al taxista a dónde íbamos, pareció aterrado. A mitad de camino nos dijo que de ningún modo entraría, que nos bajáramos, y tuvimos que tomar otro taxi. Esta otra taxista, una mujer encantadora, nos decía asombrada: "¿Saben realmente a dónde están yendo?". Pude ver con mis propios ojos lo duro que es el lugar en el que se crio Diego. Cuanto más aprendas sobre él y su vida, más increíble se vuelve su historia.
–¿Cómo fue el arreglo monetario? ¿Él se queda con el 20% de la recaudación total?
–¿Dónde escuchaste eso? Si fuera así, sabrías más que yo. No tengo idea, no me meto en esa parte del trato. Cuando hacemos un film, sea sobre quien sea, tenemos que pagar por las imágenes que usamos. Para hacer este, pagamos una licencia por el uso de su imagen y de las imágenes privadas que él nos cedió. Originalmente, Jorge Cyterszpiler tenía un gran archivo de la época en que Diego jugaba en Boca y en Barcelona, y de cuando llegó a Nápoles. Siendo todavía su apoderado tuvo la idea de hacer algo con eso, pero nunca lo concretó. Nosotros quisimos usarlas, porque son brillantes, increíbles, y pagamos por ellas. Los detalles de las licencias los discutimos con su abogado.
Aunque fuera de competencia, Kapadia decidió someter su última obra a la crítica del festival de cine más mediático que existe. Pero en su momento le dijo que no a una de las plataformas de streaming más grandes del mundo. "Rechacé un número realmente grande –admitió hace pocas semanas en el Festival de Cine Documental de Copenhague–. Hubo llamadas a altas horas de la noche, y ni siquiera habíamos empezado a trabajar en el proyecto. Mucha gente involucrada en la producción quería que aceptara la oferta. Pero soy de la vieja escuela y pensé que tal vez esta sería la última vez que pudiera hacer un documental para la gran pantalla". Ahora, con el film ya estrenado y chances firmes de poder aspirar a una nueva nominación al Oscar, acaba de vender a HBO los derechos exclusivos para que Diego Maradona se estrene en la televisión de Estados Unidos el próximo 24 de septiembre.
El director se rodeó del mismo equipo que lo acompañó en Amy –James Gay-Rees en la producción y Chris King en la edición–. Según la compañía que intermedió con HBO, "no hay ningún otro equipo en la Tierra mejor preparado para capturar y contar la complejidad de un personaje como Maradona". Adelantan que la gente escuchará del mismo Diego cómo, por ejemplo, consumía cocaína de domingo a miércoles y cómo a partir del jueves se empezaba a preparar para el partido del fin de semana.
Diego, se sabe, se mueve por los resortes de sus propios escándalos mediáticos. Las malas lenguas dicen que a alguno que otro Kapadia, incluso, lo provocó: durante el partido Argentina-Nigeria en el Mundial de Rusia, detrás del show de gestos y reacciones del futbolista algunos creyeron ver su mano, con fines promocionales.
–Se sospechó de un montaje para tus cámaras...
–[se ríe] Conociendo un poco a Diego Maradona sabrías que no haría nada de lo que yo le pidiera. Además, yo jamás se lo hubiera sugerido. Ese de Argentina-Nigeria es Diego, y esa fue su reacción, a los fans o a lo que fuera, sin que nadie se lo ordenara. Yo estaba observando, como tú, en Londres. Era verano y estaba con mi computadora, editando, y había un televisor prendido. Cada vez que lo enfocaban yo me decía "Oh, no". Cuando al otro día leí en un diario que había sido una puesta en escena ideada por mí me pareció hilarante. Pero si la gente quiere creerlo, me parece absolutamente bien. Ahora, insisto, si yo le hubiera dicho: "Necesito que hagas algo realmente loco para las cámaras", no lo hubiera hecho. Me gustaría poder tener esa clase de control sobre él, pero no es así.
–¿Tuvo alguna queja con el corte final?
–Mi forma de trabajar es clara: los personajes siempre confían en mí para que cuente su historia. Si no fuera así, no lo haríamos, no podríamos ni empezar a producir. Tampoco me gusta hacer cosas shockeantes, que caigan mal o que hagan sentir mal a alguien. Con Maradona di lo mejor de mí para llegar a entenderlo. Y creo honestamente que ahora la gente también lo entenderá un poco más. Incluso los argentinos y los napolitanos, que se creían que ya lo sabían todo sobre él.
En el Royal College of Art de Londres, Kapadia aprendió que el cine no son dos personas hablando, sino contar con imágenes. Aunque las graba como apoyo argumental, no usa fragmentos de entrevistas dentro de sus documentales: "Prefiero encontrar momentos especiales en material inédito de archivo. Eso me permite mantener a la audiencia en el presente. Con Amy Winehouse descubrí que la respuesta a su tragedia estaba en las letras de sus canciones". Dicen de él sus socios y colegas que es capaz de leer las conductas humanas como nadie en el cine. Él explica: "Lo que hago es narrar un cuento como si fuera un detective. Hablas con personas que no quieren hablar contigo, que no quieren saber nada de contar cosas nunca antes contadas, y piensas: "Bueno, debe de haber una razón escondida, hay algo allí". Outsiders problemáticos inmensamente dotados, que luchan contra algo más grande que ellos. A este tipo de figuras básicamente se dedica Asif: "Te metes en su cabeza y en su psicología y te cuestionas por qué son así, qué les pasó. Me gustan esas preguntas".
Para hacer Amy –el documental más taquillero de la historia en el Reino Unido– pasó años estudiándola, mirando cientos de horas de metraje; hasta que al final se dijo: "Realmente amo a esta persona. Es como si el país se hubiera vuelto a enamorar de ella. Fue muy halagador haber ayudado a crear una imagen mejor de alguien que fue tan terriblemente incomprendida cuando estaba con vida". Senna le llevó cuatro años: "Una vez que conseguimos la aprobación de la familia pudimos acceder a los archivos de Bernie Ecclestone. De golpe tuvimos 15.000 horas de videos para editar hasta dejarlos en 90 minutos". Recuerda que cuando vio las imágenes de la madre del piloto de Fórmula 1 en su funeral sintió una responsabilidad moral sobre el resultado de su trabajo como nunca antes había sentido. Pero Diego está vivo…
–¿Se hicieron amigos?
–No diría que nos volvimos amigos. Yo no hablo español y se nos hace difícil mantener una comunicación fluida. Pero desde que nos conocimos siempre fue un hombre muy amable. Disfruté mucho estando con él, es muy carismático. Pero parte de mi reto, cuando hago una película, es mantener la distancia para tratar de hacer el mejor film posible. Después sí, si nos encontramos, podemos volver a ser amigos.
–¿Tuvo algún detalle con vos? Suele hacer regalos curiosos, incluso a jefes de Estado.
–No sé si será un regalo, pero lo que recibí de él fue un momento jugando fútbol. Creo que fue mejor que cualquier otra cosa en el mundo. Estábamos en su casa de Dubai y había una pelota. Se la pasé, me la devolvió, se nos unió un asistente, un italiano que era un gran fan del Napoli, y estuvimos un rato largo jugando los tres en su living.
–Lo invitaste a Cannes.
–Por supuesto, absolutamente. Diego tenía que estar en la première.
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