Manuelita En viaje de Pehuajó al cine
María Elena Walsh y Manuel García Ferré harán un film de dibujos animados sobre la tortuga más famosa del mundo infantil, que se verá en 1999
Es probable que la leyenda se haya construido un poquito caminando y otro poquitito a pie. Lo cierto es que en la Argentina la mención del nombre Manuelita despierta una asociación colectiva: la tortuga "que vivía en Pehuajó pero un día se marchó", para seguir el derrotero que le indicó su creadora, María Elena Walsh.
Manuel García Ferré, el creador de Anteojito, Hijitus, Petete, Trapito, Calculín y tantas otras criaturas entrañables, cuenta que tuvo lo que él llama "un chispazo". "¿Cómo nadie ha llevado a Manuelita al cine en la forma en que ella merece ser llevada, es decir, como un dibujo animado?", cuenta que se preguntó a sí mismo.
Convencido de que Manuelita es "un derroche de magia, ternura y fantasía", dio el primer paso: proponerle a María Elena Walsh la realización de un largometraje animado con la célebre tortuga como protagonista. La autora y compositora estalló de entusiasmo, el proyecto ya está en marcha y se conocerá en 1999.
En la productora de García Ferré, en Corrientes y Talcahuano, un equipo de 52 personas _que en breve crecerá aún más_ trabaja en la realización del film que llevará por título "La tortuga Manuelita" y que cuenta con la colaboración de María Elena Walsh tanto en la elaboración del guión como en la composición de nuevas canciones creadas especialmente para la película.
"El leitmotiv es la canción de Manuelita", dice García Ferré. "Y las nuevas vamos a componerlas en equipo -completa María Elena-. Serán pensadas para ilustrar con música lo que ya está hecho, con lo cual se irá trabajando sobre la marcha." Antes de dar el sí, sin embargo, María Elena planteó una exigencia que hizo escribir expresamente en el contrato: Larguirucho, el personaje algo atolondrado y definitivamente tierno salido de los trazos de García Ferré debía participar en la película (ver recuadro aparte).
Salvada la suerte de Larguirucho, María Elena puso manos a la obra. "Al cabo de los años a Manuelita la hice viajar y tener otras aventuras. Y ahora a Manuel se le ocurrió otra cosa: contarnos cómo nació y cómo era su hogar", dice con el asombro recién estrenado.
Quien suponga que en el film encontrará una historia que conoce desde siempre, corre el riesgo de equivocarse. Esta Manuelita tendrá una nueva historia y nuevos trazos. ¿El cambio no implica el riesgo de que el personaje pierda identidad? "Y si la pierde, ¿qué pasa?", repregunta María Elena con la actitud de una madre convencida de que los hijos vienen al mundo para crecer.
Ella recuerda que a partir de la canción Manuelita fue recreada en teatro por diversos actores disfrazados de tortuga. Y que más tarde tuvo un retrato hecho por un ilustrador. "Ese ilustrador le dio una imagen -explica- y entonces pensé que de allí en adelante iba a ser muy difícil mostrar cualquier otra Manuelita, porque los chicos la iban a registrar con esos trazos para siempre. Pero no fue así. Se hicieron muchas otras Manuelita y los niños inmediatamente la copiaron en sus cuadernos y la recrearon. La imagen física no es lo principal. Lo importante es su personalidad libre, muy lanzada, muy tierna e imaginativa." Por la misma senda anduvieron las preocupaciones de García Ferré: "¿Qué alma le pongo a Manuelita?", se preguntó una y otra vez. "Si uno no tiene el alma no sabe cómo pararla o qué gestos ponerle _explica_. Pero afortunadamente fui conociendo a María Elena y me di cuenta de que aunque ella no lo sepa, Manuelita es María Elena." Dice que la creadora y la criatura comparten el tesoro de una exquisita sensibilidad y un sentido del humor impar. Puesto a darle un espíritu a Manuelita, el experimentado García Ferré tiene su truco: "Trato de encontrarme y de hablar con María Elena cada vez que es posible y, sin que ella se dé cuenta, le voy tomando facetas de su gran sentido del humor para trasladárselas a Manuelita. Esta experiencia me fascina porque bucear en el alma humana es muy lindo".
Soñar despierto
"En la película vamos a presentar a Manuelita como a un personaje muy soñador, con mucha imaginación. Ella será alguien que vive en un mundo real, pero que sueña despierta. Pienso que las personas que sueñan despiertas tienen un capital: el de saber manejar su felicidad más allá de lo que pueda acompañarlas o no la suerte."
Contado así, da la sensación de que se trata de seres definitivamente privilegiados. García Ferré elige describir ese estado de privilegio con una anécdota. "Le voy a contar algo que aprendí de un campesino y que yo he llevado a mi profesión como una guía. Aquel hombre me dijo lo siguiente: "Cuando me levanto y veo un trigal verde o un campo de maíz, no sé si voy a ganar dinero o no. Pero la felicidad que me produce el hecho de contemplarlo, no hay dinero que lo pague". Como le sucedía a ese campesino, el trabajo del dibujante, el pintor o el poeta es muy sacrificado, pero mientras lo hacemos somos felices. No hay remedio ni medicina que reemplace a ese tesoro. El ser humano que no experimenta esa felicidad está siempre en el médico y en el psicólogo. Los que sabemos manejar esto tenemos una cuota de felicidad ganada." Convencida de que ese tesoro no es propiedad privada de los artistas, María Elena lo pone al alcance de todos. "El que sabe disfrutar de eso -sea el trigal o una obra de la imaginación- también puede ahorrar en gastos de médico", acota, generosa. "Lo que sucede -agrega García Ferré- es que que ese campesino en cierto modo es un poeta dentro de su cultura y expresa su poesía contemplando el trigal con enorme felicidad." Cuando se le pregunta a María Elena si ese tesoro es un analgésico capaz de calmar los inevitables dolores que el artista, como cualquier mortal, debe afrontar en su biografía, ella pone las cosas en su justo término: "A veces sí -responde-. Pero creo que el dolor es muy semejante para todos los seres humanos. Es un cimbronazo y creo que uno puede amortiguarlo no sólo creando, sino también disfrutando. Creo también que ése es el motivo último por el que todos disfrutamos tanto de los entretenimientos, porque nos amortiguan los malos ratos y la parte pesarosa de la vida".
Despliegue de colores
Nacido en la ciudad española de Almería, García Ferré confesó muchas veces que en sus retinas lleva pegado el incomparable azul del Mediterráneo. Una fuente de color en la que suele saciar su sed de vida plena. "Es que el Mediterráneo produjo los grandes pensadores griegos", afirma para explicar la contundencia de su fascinación por ese imán azul. "Después de los griegos se ha inventado muy poco. Sólo el tango... y ahora esta película de Manuelita", dice María Elena, riéndose de su propia ocurrencia.
"Creo que la claridad del cielo ayuda a la claridad de las ideas -explica García Ferré-. Los días de tormenta o grises hacen que el cerebro esté sombrío y enmohecido. A mí me gusta la alegría, el color, la luz, la sombra. De allí nace la pasión por lo que uno hace." Y puesto a hablar de los colores con los que está vistiendo a los personajes del film, asegura que "siendo una película para chicos, va a tener mucho colorido. Manuelita es loquita, pero muy optimista".
La moda Simpson
Manuelita llega al dibujo animado en los tiempos en que los niños se entusiasman con Los Simpsons. Entre aquella ternura de la criatura de caparazón y el cinismo de esta familia norteamericana hay un abismo. "Lo que pasa es que los personajes legendarios, como es el caso de Manuelita, no tienen tiempo _opina García Ferré_. Tanto María Elena como yo buceamos en personajes que tienen presencia permanente, más allá de la moda, en personajes que tienen alma humana. Si Manuelita ha perdurado en varias generaciones es por algo, y ese algo suele ser una fórmula sencilla. Los grandes éxitos no son las complicaciones, sino lo que se puede resumir en pocas palabras y dibujar en pocos trazos. En esa sencillez está la síntesis."
"Siempre se puede volver a contar la historia de Blancanieves _dice María Elena_. Siempre estamos contando de nuevo la historia de Pinocho, sea en el teatro, en dibujitos animados o en el cuento más o menos remendado que le cuenta un mayor a un chico. Si a los niños les contás una historia de la mitología griega, se siguen enganchando," A la manera de un oráculo cuya predicción cuenta con la experiencia como prueba, García Ferré sostiene: "Manuelita es un personaje argentino que hace leyenda y que va a perdurar en el tiempo más allá de si Los Simpsons actualmente son una moda, porque el guión de ese dibujito describe un tipo de vida específico. Nosotros apuntamos a personajes como Pinocho, Blancanieves o Bambi, que perdurarán siempre, sencillamente porque en todo adulto siempre habrá un niño en potencia. Nosotros creemos que porque ponemos cara de serios somos grandes, pero apenas nos arañan un poquito volvemos a los recuerdos de la infancia". Y en ese sentido, García Ferré lleva su convencimiento todavía más lejos: "El carácter que tenemos depende de cómo nos haya ido en la infancia, en el momento en el que ese carácter se ha ido construyendo. Hay gente que tiene pudor de demostrar que sigue siendo un niño y otra que no".
Con el ingenio filoso que la caracteriza, María Elena Walsh se suma al razonamiento y agrega: "Creo que nos portamos como niños en una gran cantidad de situaciones de la vida en la que deberíamos portarnos como adultos. No quiero dar ejemplos públicos -dice sin evitar la risa-, pero está claro cómo nos peleamos, nos metemos la lapicera en el ojo y nos tiramos de las mechas exactamente como en aquellos tiempos".
La tortuga posmoderna
La mirada de María Elena se pasea con picardía por los ojos ajenos cuando afirma que el largometraje es una propuesta "posmoderna" y que en la selección de voces buscarán para ella una "muy sexy". Cuando se le pregunta qué entiende por "posmoderno" aplicado a ese personaje que ha sacado pasaporte de eternidad, lo explica en términos de magia sonora y visual.
"Hoy -dice,- en todos los medios electrónicos se manipulan los personajes y las frases. Hoy día, si quisiéramos, podríamos hacer un dibujo animado sobre Borges. El único problema sería que María Kodama no quisiera. Pero sorteado ese problema se lo podría hacer vivir a Borges aventuras maravillosas." Pero, ¿qué es lo que la técnica del dibujo animado puede aportarle a Manuelita que no le hayan dado los actores sobre un escenario? "Son expresiones muy distintas _opina_ Lo que atrae en el dibujo animado son el ritmo y las posibilidades de crear todos los escenarios que uno quiera, cosa que en el cine real es posible, pero muy difícil, y en el teatro mucho más." "Lo que podemos aportar con el dibujo animado-interviene García Ferré- es una magia muy especial. Con la técnica que une sonido, imagen y color, sumados a la fantasía del dibujante, se pueden interpretar muchas de las cosas que sugiere María Elena en su poesía y en sus canciones. Esta va a ser una película con magia, poesía y humanidad. Por eso vamos a partir del nacimiento de Manuelita y la vamos a hacer llegar a la edad adulta." "¡No contemos el final!", se desespera María Elena, temerosa de que el entusiasmo de su socio lo lleve a romper el pacto según el cual el desenlace deberá ser secreto hasta el día del estreno porque ambos están convencidos de que allí hay "un verdadero hallazgo".
Empeñado en hacer una Manuelita con alma, García Ferré tiene un principio férreo. "La computación no resuelve el problema de la animación. El plantado de la escena y los rasgos de los personajes se dibujan a mano. Es una tarea artesanal. Sólo en la etapa de realización agregamos efectos de computadora." Para darle la razón están las paredes tapizadas de bocetos y dibujos de los personajes hechos a mano. Para reforzar sus dichos están los dibujantes animadores sobre sus tableros, concentrados en témperas y pinceles.
"Los dibujantes suelen ponerse un espejo delante para tratar de copiar sus propios gestos y transmitírselos a los personajes _agrega García Ferré_. Por ese motivo trato de darle a cada animador un personaje con el que tenga semejanzas de carácter."
Puesto a construir una Manuelita animada, García Ferré no tuvo duda: la historia exigía ser contada en cine y no en TV. "La pantalla de cine da una imagen envolvente que es todo lo grandiosa que puede ser la de TV", sostiene sin denostar a la pantalla chica, porque cree que en este mundo "hay lugar para todo" y que "cuando pase este auge desmedido, la televisión va a ocupar su lugar".
"El cine _dice, fascinado_ ha logrado reunir en sí mismo muchas artes a un mismo tiempo. Eso es la vida: cuando uno se mete en el mar, los cinco sentidos participan de la experiencia. El cine nos acerca a la participación de los cinco sentidos. Sólo falta el olor. Algún día lo van a resolver. Aunque algo de eso ya sucedía cuando veíamos las viejas peliculas de cowboys. Como eran mudas, detrás del escenario disparaban tiros y eso hacía que la sala se llenara de olor a pólvora." "Ahora hay olor a pochoclo", se divierte María Elena." "Sí, mientras uno ve en la pantalla que están cocinando faisán o pescado frito", acota García Ferré y los dos ríen, como niños, conscientes de no ser otra cosa que niños que han crecido.
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