Mank - Cuatro estrellas
Promocionada como el detrás de escena de Citizen Kane, Mank (la nueva película de David Fincher) no es tanto sobre cómo se realizó la obra maestra de Orson Welles sino más bien sobre el por qué de su gestación.
Herman J. Mankiewicz (Gary Oldman) es un guionista brillante pero venido a menos. Cuando le encargan que escriba Citizen Kane, encuentra una posibilidad de redención artística que lo llevará en una carrera contra el tiempo y su propio alcoholismo.
Lejos de ser una Wikipedia filmada y desprovista de mérito dramatúrgico, Fincher toma esta premisa como puntapié para pintar un retrato sagaz de la industria hollywoodense y, en el proceso, desentramar cuestiones como la corrupción y la expiación de un hombre que se sabe cómplice de un sistema plástico y antitético a su ideología.
Fincher es consciente del correlato de Mank con el presente. La élite liderada por el magnate mediático William Hearst (Charles Dance) y el cabeza de estudio Louis B. Mayer (Arliss Howard) pondera sobre el ascenso de las derechas, sabotea la elección de un candidato socialista con fake news y debate sobre cómo volver a llenar los cines en el medio de la Gran Depresión.
Estos sucesos se anexan a Mankiewicz gracias al guion de Jack Fincher, padre difunto del director. Al ser un ejercicio nostálgico, el disfrute de Mank dependerá de cuánto conocimiento traiga la audiencia de antemano. El Castillo de Hearst (donde Oldman y una luminosa Amanda Seyfried comparten un momento de platonismo) será evidente para quienes hayan visto Citizen Kane, pero Mank está hecha para el ojo atento que pueda identificar, por ejemplo, el segundo de Davies y Crawford compitiendo.
Esta falta de concesiones no es la única forma en la que Fincher es coherente con Welles, quien a los veinticuatro años ya gozaba de carta blanca. Mank, al igual que Citizen Kane, sigue una narrativa no lineal. La disputa autoral en el centro no es terreno nuevo para alguien que hizo Red social, y Mank reivindica a Mankiewicz como principal guionista de Kane. En el film de Welles, el protagonista muere desprovisto de su anhelo. En Mank, el escritor termina con un Oscar, que a los efectos de una obra sobre un hombre hallando su voz, es el objeto de deseo: el reconocimiento de su autoría. Lo mismo que merecen los Fincher.
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