Magia a los setenta y trece
En esta autoentrevista, el mago legendario René Lavand se revela como un gran humorista. Y como un gran fotógrafo de sí mismo
–¿Te acordás de cuando debutaste, René?
–Show de Pinocho, teatros Tabarís y El Nacional. ¡Qué éxito! Perdoná que sea inmodesto, pero si no lo fuera…, ¡sería perfecto!
–¿Cómo lo vieron tus amigos?
–¡¡¡Muy bien!!! Y a causa de que le comprara una casa a mi madre en cuatro meses, no faltó quien me dijera: ¡Aprovechá el cuarto de hora! Lo que no me dijo es que el cuarto de hora era después de los 80.
–¿Qué cosas te gustan?
–Hay dos cosas que me gustan y llegan a ser una adicción: una, volver a Sevilla; la otra, gozar del paraíso donde vivo, en mi querido Tandil.
–¿Qué soñás, René, a los setenta y trece?
–Seguir viajando a la vieja Europa, a esa España que me ha dado tanto.
–¿No estarás viejo para seguir esos trotes?
–Una cosa es viejo… Otra cosa muchos años. Una cosa es cara..., otra cosa es mucha plata (los españoles han comprendido muy bien esto último).
–¿Cómo te sentís en el escenario?
–¡Mejor que nunca! Esto no sólo lo digo yo, sino que lo confirman aquellos que han visto viejos DVD. Mi calva, mis arrugas, mi bigote blanco, configuran experiencia y me ayudan a transmitirla mejor.
–¿Aceptarás la propuesta para actuar en el Teatro San Martín?
–No, ya me despedí de la calle Corrientes. ¡Soy un hombre de palabra! Pero claro, el Teatro San Martín tiene otra entrada por Sarmiento…, je je je.
–¿Y la artrosis de rodilla?
–Esa es la que me puede hacer aflojar y no poder cumplir con mi promesa: retirarme cuando se retire Mirtha Legrand. Confío en la ciencia y en la técnica aparejada a ella para poder cumplir con mi palabra.
–¿Y después qué?
–Después, ¡cuarteles de invierno! Mis clásicos (soy melómano); mi botánico; mi perro; mis pájaros… sueltos; la creatividad en el laboratorio. Es claro: todo eso con Nora, para que tenga sentido.
–¿Estás seguro de que dejando esta vida artística, tan llena de regalías, no entrarás en la nostalgia?
–Para saber si realmente te duelen los pies hay que quitarse los zapatos de charol después de bailar toda la noche.
–Entonces, ¿vas a seguir actuando?
–Si me arreglan la rodilla, ¡sí! Manco y rengo no subo a un escenario.
–¿Y si no te arreglan la rodilla?
–Prefiero arrastrar la vejez, antes que la otra alternativa.
Producción: Alejandro Schang Viton