Maestro mayor de obra
La Nación recorrió con el empresario las obras del teatro El Nacional, que, tras el incendio que lo mantuvo cerrado por 17 años, será reabierto el mes próximo
Hace 17 años, en el escenario del teatro El Nacional, Susana Giménez, Juan Carlos Calabró y Osvaldo Pacheco eran los protagonistas de un sketch basado en un caso de la vida real. Tan real que en la noche del 22 de julio de 1982, decenas de bombas molotov destruyeron esta sala que, gracias a la "santa locura" de Alejandro Romay, muy pronto volverá a levantar su telón.
Eran épocas de autopistas y una carta de lectores había inspirado a Abel Santa Cruz y al entonces dueño de Canal 9, que hoy recuerda: "La carta decía más o menos así: "Señor Intendente de Buenos Aires, cuando usted propuso hacer las autopistas, estuve totalmente de acuerdo. Y cuando se propuso comprarnos la casa en San Telmo para construir la autopista, también me adherí. Tanto es así que cobré un poco menos de lo que me habían ofrecido, pero cobré y me iba a comprar mi departamento. Pero ocurrió que Lorenzo Sigaut hizo una devaluación y ahora la plata no me alcanza, así que me compré una casita Tarzán y un terrenito en Kanmar, pero el terreno no era de Kanmar y la casita no era de Tarzán y aquí está la grúa que se quiere llevar mi casita". "En el sketch la gente no paraba de reírse porque Calabró le rezaba al intendente, y Pacheco hacía de la madre de Calabró que se quedaba, como todos, en la calle. Pero así como nos reímos nosotros, el intendente parece que no se rió."
Aquella noche del 82, alguien puso gamexane y la sala empezó a llenarse de humo, alguien llamó a los bomberos, y ellos -o tal vez otros que no eran ellos- entraron violentamente en el teatro. Aquella noche, alguien sacaba botellas plásticas, las encendía y las tiraba contra el techo donde explotaban propagando el incendio. Las bombas Molotov quemaron todo y los testigos callaron porque "les iba la vida", asegura Romay.
De El Nacional quedó tierra arrasada por el incendio y por la gente que se llevó una a una las piedras como recuerdo. El gasto de la demolición y de sacar los escombros es, irónicamente, lo único que Romay pudo ahorrarse. Cinco millones de dólares lleva gastados y poco le importa si la recompensa es ver, una vez más, iluminada la marquesina del teatro.
Un paseo teatral
Aunque sólo faltan algunos detalles como la mampostería, el trabajo de reconstrucción de El Nacional parece arduo. Romay recorre las instalaciones y reclama, sección por sección, el cumplimiento de sus expresas instrucciones. Hasta el último detalle es la prioridad de cada día. El deslumbrante paseo por el interior del teatro finaliza en el sector de oficinas. En ese lugar pensado para los negocios, Romay habló con La Nación de pasiones y escándalos, y de la locura de ser empresario teatral.
-¿Cuál fue su primera obra en El Nacional?
-En 1961, cuando compré el teatro, estaba en cartel la comedia musical "Mi bella dama", con Rosita Quintana, José Cibrián y Dringue Farías. A fines de ese año Rosita se fue a México, se casó y no volvió más. Ahí me hice cargo yo: hicimos un casting para buscar el reemplazo de Rosita y contratamos a una chica totalmente desconocida, que era lindísima, bailaba bien, cantaba bien y se llamaba Beatriz Bonnet. Y así debutó Beatriz en el primer año de producción mía, a medias, en El Nacional.
-¿Por eso quiere volver a hacer "Mi bella dama"?
-Sí. Y queremos hacer primero un homenaje a todo lo que fue nuestra labor en los teatros.
-¿Invertir hoy en comedias musicales no es difícil en cuanto a la recuperación de la inversión?
-Es que El Nacional era la catedral de la revista, junto con el Maipo, que era el Monumental. Hoy solamente existe una Moria Casán. Zulma está apartada y no ha dado el mundo artístico local otra Nélida Lobato, bellísima, encantadora, muy buena bailarina, muy buena persona... fue una pena la muerte de Nélida.
-¿Le gustaría hacer revista?
-La revista siempre tiene una singularidad: la estrella. Yo hice una locura una vez que me dio bastantes dolores de cabeza: quise dos estrellas. Llevé a Nélida al Cómico (hoy Lola Membrives) con Ambar La Fox, a quien Nélida aceptó muy gustosa. Pero Ambar como bailarina era muy superior a Nélida y, además, era una excelente cantante y una actriz formidable. Hicimos "Chicago" con las dos y era increíble la puja entre ellas.
En una escena determinada, Ambar empezaba por tocar el tambor, después tocaba la trompeta, zapateaba y se ponía a cantar. Cuando Ambar hacía eso, Nélida se ponía muy mal de los celos. Además, ella tenía que poner la cara de perfil al público mientras Ambar estaba de frente. A la tercera función la gente ya no aplaudía a Ambar sino que esperaba para el aplauso a Nélida. No entendíamos muy bien qué ocurría y una noche me senté en la platea para ver qué pasaba, y lo que pasaba era que Nélida, mientras la otra cantaba y bailaba, se ponía la mano en su costado e iba sacando su seno. La gente la miraba a ella y no veía más a Ambar.
Esa noche, Ambar me preguntó: "¿Qué es? ¿Por qué la aplauden?". Yo le conté. ¡Se armó un lío! Tuvimos que suspender la función. Se arañaron, se patearon, se dijeron de todo.
-¿Por esto quiere hacer revista?
-Me quiero reír. Quiero sentarme en la última platea y reírme con esas locas divinas del espectáculo. Si pudiera conseguir dos...
-Y como no las consigue va a hacer comedia musical, pero a usted le gustan los escándalos..¿Daniel Grinbank es su gran competidor?
-Se supone que en El Nacional voy a montar comedias musicales, pero depende de qué es lo que consiga. Ahora están las grandes empresas internacionales trayendo sus comedias y alquilando los teatros de Buenos Aires. En ese rubro va a haber una doble competencia. No sólo la de la producción artística, a ver quién produce mejor, sino a ver quién consigue los derechos. Pero no quiero competir con nadie, quiero ayudar al proceso. Si tengo que resignar algo para que a Grinbank le vaya bien, lo resignaría.
Hay conceptos y conceptos en el mundo de los negocios. Para triunfar hay que estar en medio del ruido, en medio del fracaso no sirve. Si Grinbank tiene a dos cuadras de aquí un éxito, es ruido. Son 1200 personas por noche que van a pasar por acá y van a ver la cartelera de El Nacional. Hoy comprarán allá, mañana comprarán aquí.
Voy a contarle una anécdota: Gasalla era un hombre off Corrientes junto con Perciavalle y Pinti. Quise traerlo para trabajar con Nélida, pero ella me dijo: "Me parece un cómico extraordinario, pero no lo quiero porque él tiene mucha fuerza y yo necesito concentrar la fuerza y la atención de la gente en mí". Era una respuesta inteligente y la respeté. Lo llamé a Gasalla y le conté la verdad. El quedó de por vida tocado con ese tema, distanciado.
-Usted se metía en cada lío...
-Resulta que Gasalla se fue a una sala que había justo aquí enfrente, en un subsuelo, el teatro Sans Souci. El llenaba todas las noches y los que se quedaban afuera porque su sala no tenía capacidad venían a ver a Nélida. Era esa época hermosa de los años setenta en la que se ponía el cartelito "No hay más localidades". Gasalla triunfó y se hizo estrella ahí enfrente y desde ahí nos mandó público a nosotros y nosotros le mandamos público a él. La mística de que hay que estar en el ruido se ratificaba esas noches. Por eso quiero estar en el ruido.Donde hay un escándalo, ahí me planto yo. Eso de "en la soledad" y "en las sombras", es para otros que no tienen nada que hacer. Además, me asusta la soledad...
-¿Cuánto tardará en recuperar la inversión?
-Eso de "recuperar la inversión" es un poco loco, como es loca la fortuna del empresario de teatro y como es absurdo también el esperar algún tipo de resultado económico. Esto se hace porque se ama, porque se disfruta. Algunos juegan al póquer, otros al ping-pong. Cada uno tiene un juego en su vida y bueno, hay determinados grados y tipos de locura, y ser empresario, productor o actor de teatro es un grado de locura extrema. Hay gente que entra al hipódromo con cincuenta mil pesos y sale con nada. Y, sin embargo, están satisfechos...
-Usted tiene con qué hacerse el loco...
-Sí, algunos pesos tengo.
-Algún ahorro...
-Ahorro, no. Una gentileza que tuvieron los australianos que compraron Canal 9. Yo realmente les estoy agradecido.
-¿Y cuánto gastó en la locura de revivir El Nacional?
-Cinco millones de dólares.
Un homenaje para volver a subir el telón
En octubre se reabrirán las puertas de El Nacional con "Homenaje", un show con los cuadros más famosos de las diferentes comedias musicales que produjo Alejandro Romay en su historia de empresario teatral. Entre las obras del género que puso en cartel basta mencionar "Hair", "El violinista sobre el tejado", "Jesucristo Superstar", "Chicago" y "Aplausos". El popurrí musical dirigido por Pepito Cibrián estrenará equipo de sonido e iluminación especialmente importados para El Nacional y contará con escenario levadizo.
"Homenaje" estará en cartel el tiempo suficiente para la preparación de la comedia musical "Mi bella dama" que será dirigida por el inglés Mick Gordon ("Closer", "Art"). Para el elenco, aunque aún están en pleno casting, Romay ya adelantó algunos de nombres que le suenan bien: Juan Darthes, Víctor Laplace, Pepe Soriano, Paola Krum e Inés Estévez.
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