Madonna tenía claro desde joven que quería ser una estrella.Como bailarina y cantante consiguió entrar al mundo del espectáculo y hacerse famosa. Pero, a fines del siglo XX, para ser una verdadera estrella había que actuar en cine. Así que ella, con esa fuerza imparable que la mueve, puso parte de su energía en conquistar la pantalla grande.
Hay una idea general de que Madonna no es una buena actriz y que su paso por el cine fue fallido, aunque no es tan así. En ciertas películas su desparpajo y sentido del humor le permiten brillar; en otras, no le alcanzan ni el talento y ni el oficio.
El problema de la carrera como actriz de Madonna es que es imposible no compararla con su trayectoria musical. En comparación con sus logros como una de las cantantes más famosas e influyentes de los últimos 35 años, su veta actoral palidece.
Siempre fue un camaleón que cambiaba su estilo musical y look siguiendo un olfato agudo que le permitía anticipar hacia donde iban las tendencias. Su elección de películas en las que participar está ligada a esas diversas etapas, como si completaran la idea de quién era Madonna en ese momento.
Años antes de hacer su debut discográfico, la cantante ya había trabajado en una película independiente, A Certain Sacrifice, que no tuvo ningún impacto, ni siquiera cuando los productores la estrenaron aprovechando la primera ola de fama de la protagonista.
Se puede considerar que el verdadero debut cinematográfico de Madonna es con Buscando desesperadamente a Susan, uno de sus mejores trabajos como actriz. La excelente película de Susan Seidelman, estrenada en 1985, explota al máximo el carisma de Madonna y su potencial como ícono de la moda. La obsesión del personaje de Rosanna Arquette, un ama de casa aburrida, con el de Madonna anticipa al fanatismo que su figura generaría en los años siguientes.
No tuvo tanta suerte con Shanghai Surprise, la película ambientada en los años 30, en la que interpretó a una misionera y compartió cartel con Sean Penn, quien fue su marido. Ni la publicidad generada alrededor de la pareja protagónica pudo hacer que el film de 1986 fuera un éxito de taquilla. La crítica fue inclemente pero tampoco señaló a la cantante como culpable por el desastre.
¿Quién es esa chica?, de 1987, volvía a mostrar a Madonna en un personaje más cómodo para ella, parecido al de Buscando desesperadamente a Susan. En esta comedia también se explotaba la fascinación con el look de rabiosa moda ochentosa que la cantante lucía en ese momento.
Al borde de los años 90 y de una nueva transformación, Madonna interpretó a una femme fatale y cantante de club nocturno en Dick Tracy. La adaptación del cómic sobre un detective de los años 40 fue protagonizada y dirigida por Warren Beatty, quien también fue pareja de la diva. Fue un salto cualitativo para la cantante y actriz por tratarse de una producción ambiciosa, que ganó el Oscar a Mejor Dirección de Arte, a Mejor Maquillaje y a Mejor Canción por "Sooner or Later", compuesta por Stephen Sondheim y cantada por la propia Madonna en la película.
Con Sombras y niebla, Madonna tuvo la oportunidad de trabajar con Woody Allen. Aunque fuera en un papel muy chico, el prestigio del director servía como otro paso más en la escalera hacia convertirse en una actriz "seria".
Su siguiente trabajo en el cine fue Un equipo muy especial, otro de sus grandes aciertos como actriz. De nuevo una directora, Penny Marshall, consiguió sacar lo mejor de Madonna, esa energía que parece inagotable y un espíritu lúdico que resultó perfecto para interpretar a una de las integrantes de un equipo de beisbol femenino durante la Segunda Guerra Mundial.
A ese gran papel en una muy buena película le siguió uno de sus peores trabajos en el cine, El cuerpo del delito, film que protagonizó junto con Willem Dafoe. Se trataba de un thriller erótico, un subgénero muy de moda en los 90, que encajaba perfecto en la etapa del disco Erótica y el libro Sex de la cantante.
"¿Qué hacemos con la pobre Madonna?", decía en su crítica Vincent Canby, del New York Times, quien señalaba que después de los logros de Dick Tracy y Un equipo muy especial la actriz "retrocede hasta el primer casillero". Y esa no fue la peor crítica.
Tras Juegos peligrosos, de Abel Ferrara, que no resultó una buena experiencia para la actriz, Madonna tuvo apariciones divertidas en Humos del vecino, de Wayne Wang y Paul Auster; Girl 6, de Spike Lee, y Cuatro habitaciones, en la que participó en el segmento dirigido por Allison Anders, trabajo que le valió el premio Razzie a Peor Actriz de Reparto.
Si hay algo que sabemos de Madonna es que no se rinde y pronto consiguió la que parecía su gran oportunidad en el cine: interpretar a Eva Perón en Evita. El musical dirigido por Alan Parker trajo a la diva a la Argentina, en donde filmaron parte de la película, incluida la famosa escena del balcón de la Casa Rosada. Más allá de la polémica que se generó en el país por el retrato que la película de 1996 hace de Evita, la recepción general del trabajo de Madonna fue más o menos positiva, pero ni cerca para obtener la deseada nominación al Oscar, ni ser reconocida como una gran actriz.
Durante su etapa británica, que incluyó matrimonio con Guy Ritchie, mudanza al Reino Unido y un falso acento, Madonna hizo la fallida comedia Una pareja casi perfecta, con su amigo Rupert Everett. Pero fue su colaboración con quien entonces era su marido la que terminó de enterrar su carrera como actriz. Insólito destino, dirigida por Ritchie, fue un fracaso de taquilla y destrozada por la crítica.
Aunque se la vio en Otro día para morir, la película de James Bond para la que hizo el tema principal, y en programas de TV como Will and Grace y Saturday Night Live, Madonna parece haber dejado de lado su faceta como actriz. Acostumbrada a reinventarse, la diva encontró otra forma de estar ligada al cine y se convirtió en directora, con dos largometrajes en su haber, Filth and Wisdom y W.E., el romance del siglo. Ahora está preparando Taking Flight, una película basada en las memorias de la bailarina Michaela DePrince. Ya lo sabemos, Madonna no se rinde, se reinventa.
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