Luego de su estreno catalán llega Los perros al escenario de El Picadero
Nelson Valente, creador de El loco y la camisa, está al frente de la obra, que cuenta en su elenco con Melina Petriella, Patricio Aramburu, Claudio Rissi y María Fiorentino
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“Si traés la torta ahora después no hay nada que hacer”, se le escucha decir al personaje de Alicia (María Fiorentino), la suegra de Laura (Melina Petriella) que esta noche festeja junto a su marido (Patricio Aramburu) y los padres de él sus 40 años. Esa frase resonará seguramente en la mayor parte de la platea que se identificará con ese sentimiento de incomodidad frente a un festejo que se estira y ya no se sabe qué hacer. “Igual que pasa en las fiestas de fin de año que se propone llegar más tarde para no tener que esperar tanto tiempo hasta las 12″, dice sonriente el actor Patricio Aramburu al que se lo pudo ver en las series El reino y Terapia alternativa, formará parte de Planners, dirigida por Daniel Barone; en cine fue parte del elenco de Errante corazón con Leonardo Sbaraglia y es uno de los protagonistas de La casa de los conejos. Él es Rodrigo, hijo de Emilio (Claudio Rissi) y Alicia (María Fiorentino), marido de la cumpleañera Laura y anfitrión de este encuentro familiar que destapará toda suerte de infortunios.
La obra es Los perros, el próximo estreno del autor y director Nelson Valente, que ya la estrenó en España y se podrá ver desde hoy, los viernes y sábados, a las 20; y domingos, a las 20.30, en El Picadero.
“Ninguna de las dos parejas son felices juntas, son unas del montón que están claramente más por costumbre, por mandato y por comodidad que por otra cosa”, refuerza Aramburu. El personaje encarnado por Claudio Rissi ocupará el tiempo y el silencio. De manera prepotente, sí, sin tener ni la más mínima atención ni registro del otro, desarrollará un sinfín de temas comunes, que ya ha contado en cada encuentro compartido como el repaso de todos los perros de su vida, con pelos y señales. Conocidas por los otros tres, claro. Se robará la atención, la reunión, todo. Y ese monólogo infinito, incómodo dará lugar a la risa. ¿Pero hay alguien que quiera tomar ese lugar?
Valente hace 12 años tiene en cartel el fenómeno indiscutido de la cartelera porteña El loco y la camisa. Y en algún punto estas dos obras se conectan. Es que a Laura esa tarde un desconocido en el subte le dijo al oído que su vida era una porquería. Sin dudarlo. Ella a su vez viajaba a su casa para festejar su cumpleaños de 40 y aquellas palabras que podrían sonar vacías en vidas seguras y apacibles, en ese momento de la de ella son una bomba de tiempo.
“Ella está esperando que termine la noche –suma Petriella, la encargada de personificar a esta mujer en crisis–. Está con la mecha encendida con lo que le pasó ese día, en la fecha de su cumpleaños, está sumergida en la pregunta, en un descubrimiento de que quizá las cosas puedan ser distintas. Se pregunta para qué está, dónde está. Con una necesidad de compartírselo a su marido y no es muy prudente en el cómo lo plantea. Alguien le dijo algo que la tocó, que la corrió del lugar a donde estaba y no quiere volver ya a ese lugar”.
Sus suegros le funcionan de espejo, uno que la espanta y no quiere repetir. “Desde la anécdota de un cumpleaños, la obra invita a reflexionar cómo naturalizamos ‘la no escucha’. Desde el humor podemos abrir esos espacios de pensamiento que vienen acompañados de dolor. ¿Se puede decir lo que uno piensa y siente al otro?”, agrega Petriella, quien durante toda la primera parte está forzada a pasarlo bien, soplar las velitas, comer torta, probarse los regalos, aceptarlos con alegría, mientras en su cabeza pasan miles de preguntas que la van alejando de lo que era. Es que para ella ya no hay vuelta atrás: ¿por qué hay que aceptar las cosas porque sí?
“Como estamos inmersos en un sistema en el que actuamos y vivimos de forma completamente automática –cómo nos levantamos, cómo trabajamos, cómo vivimos–, cuando por algún motivo levantás un poco la cabeza del teléfono o de la computadora te das cuenta de que hay un cielo, nubes, plantas, hay otros, otras formas. ¿Por qué no se puede hacer lo que uno quiere?”, se pregunta Petriella.
Ambos actores coinciden en que no es normal naturalizar el viajar apiñados en subte todos los días, dejando a los hijos con otras personas para ir a trabajar en algo que quizás a muchos no les guste, armando la vianda, preguntándose poco y nada sobre la propia vida y que esta obra es una invitación a pensar qué es lo que cada uno quiere para su vida.
“La pandemia vino a romper con todo esto. La posibilidad del teletrabajo te permite pensarte lejos de la ciudad. También le sucedió a mucha gente que la pandemia los encontró conviviendo con otros que no aguantaba. ¿Cuántos se separaron en estos dos años? Hay que pensar que se puede salir de la comodidad aunque genere mucho ruido y miedo. En definitiva es lo que te ata, lo que no permite animarte a construir ese deseo de cómo a vos te gustaría vivir, que no sea un día igual al otro, haciendo cosas para vivir. Está mal visto eso”, dice la actriz.
“De todos modos, ese movimiento es personal -rebate Aramburu–. Lo que está bueno es que uno sepa cuál es su deseo e ir en busca de eso y que no esté tapado por todas las obligaciones y mandatos. No confundir con la idea de que la solución está en ir al exterior. Acá se está hablando de hacer un movimiento personal. Encontrar tu deseo para concretar algo que te gusta hacer. Ir atrás de eso. Y no repitiendo mandatos o que te machaquen la cabeza diciéndote que no se puede”.
Si bien el tema lo tenía anotado en su famosa libreta que lleva a todas partes, Valente terminó de escribir la obra durante la pandemia. “Cuando vi las funciones en Barcelona y la cantidad de gente que se acercaba después a decirme que se había sentido identificado, que estaba pensando si la vida no estaba en otra parte, si lo que estaba viviendo era su vida realmente, si no hay otro lugar donde pueda estar más plenamente, me di cuenta de que era un tema que estaba en el imaginario social. Y ahora está en los diarios, todo el mundo quiere irse, viajar. Pero no pasa solamente acá. Es una sensación que tiene todo el mundo. La pandemia seguramente profundizó este tema”, afirma Valente que reconoce que esta idea de personaje marginal –este extraño en el subte, el loco de la familia en la otra– le funcionan muy bien para poder decir verdades: “Es el que no tiene nada para perder, el que no está atado a ninguna norma social que viene y en realidad lo que hace es ayudarla a ella a revelar una verdad. La obra se trata de la epifanía de dos mujeres: primero la de Laura y después la de Alicia. Laura en la obra descubre una verdad, descubre otra vida, en otro lugar, rompiendo con su mirada del mundo y que de esa forma puede vivir más plenamente. Esa epifanía la desencadena esta persona que no está atada a la norma social. La que nos mantiene de alguna manera mintiéndonos los unos a los otros” concluye Valente que asegura que una vez más el público se va a encontrar con una tragicomedia: “con unos primeros 50 minutos en los que uno se ríe y unos 20 finales en los que uno se pregunta de qué se estuvo riendo”.
Para agendar:
Los perros, viernes y sábados, a las 20; y domingos, a las 20.30, en El Picadero, Pje. Enrique Santos Discépolo 1857.
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