Lucrecia Martel: "Polanski es un maestro del cine, pero su película me da pena"
A la directora Lucrecia Martel la presentaron sencillamente así: "de ser la presidenta del Festival de Venecia al Festival Vecine, el Festival de Cine de Villa Crespo". Y el teatro Poncho Club, que ayer viernes a la noche estuvo colmado de vecinos del barrio y vecinos del cine, estalló en el primer aplauso. Al escenario, tímidamente, subió Lucrecia Martel, la que venía de homenajear a Padro Almodóvar en un impresionante auditorio y unas palabras perfectas dedicas al director español. Ahora el escenario, con apenas una semana de diferencia entre un festival y otro, es decididamente distinto. Pero ella es vecina de Villa Crespo y se presta al diálogo con una honestidad y una sencillez atrapante. Arma su propio show. Habla de sus películas para hablar de lo cotidiano, de lo personal, de lo social. Aclara que no posee la verdad. Repite tres veces que ella, en 2008, afirmó que Facebook estaba destinado al fracaso. Y se ríe de sí misma varias veces. Y todo tiene la virtud de lo íntimo. Ante una pregunta habla, claro, del premio que recibió J'accus, el film de Roman Polanski, cineasta que tiene un pedido de captura en los Estados Unidos por la violación de una menor en 1977 y que por ese mismo motivo ella se negó a ir a la función de gala.
"Creo que llegué a Venecia porque andan buscando mujeres desesperadamente –confiesa-, y porque a Zama [su último film que, según The Guardian, es una de las 10 películas del siglo ] le fue muy bien en la crítica y al director del festival le dio mucha vergüenza no haberla programado en la muestra (ojalá nunca le llegue este comentario…). Pero no es muy relevante ser presidenta del jurado. Lo único que tenés que hacer es lograr que no se peleen tus compañeros y esas cosas, pero tu voto no vale más que el de otro. Lo único que sirvió de Venecia fue aclarar un error que es separar la obra del hombre. Ver J'accuse, la película de Polanski, sabiendo lo que él hizo tiene mucha más profundidad. Incluso en su intento cobarde de salvarse de su problema, de exonerarse al final de su vida. Es una persona que sabe que cometió una falta muy grave y trata al final de su vida armarse un final perfecto. Y es tristísimo ver eso. Es una película hecha con mucha maestría, porque él es un maestro del cine, pero es una película que me da pena. Dejen que les cuente: narra el caso Dreyfus que fue un hombre acusado judío. Durante un tiempo debió cumplir una pena. Ahora bien, si Polanski se está comparando con un inocente realmente se está equivocando con sí mismo y con su falta. En vez de reflexionar sobre la Justicia hace esto que, para mí, es un intento lamentable de alguien al final de su vida de escaparse de lo que le toca".
Y cuenta que el último día del Festival recibió la declaración de otra persona que lo acusaba. ¿Qué puedo hacer con eso? ¿Renunciar a la presidencia? –se pregunta y se responde- Pero es tan importante no renunciar a nada… El gesto de no ir a la gala fue un pequeño gesto de consideración hacia las víctimas. Digo esto porque después, por cosas que leí, quieren que uno sea el juez. No. Yo no quiero que sepulten a Polanski, quiero que hablemos de eso porque hay muchos de esos casos en el mundo. Acá mismo".
El festival de Venecia que, como de todos los festivales, considera que son lugares evitan los conflictos porque se han transformado en lugares para vender películas. "Y esto sucede cuando, en verdad, los conflictos son lo único interesante. Las películas se hacen para hablar de ellos. El final de una película es la conversación entre los espectadores y, como autora, es el lugar en donde quisiera estar para escuchar lo que se dice. Hacemos películas porque la existencia es un misterio tan incomprensible que nadie entiende. No es razonable trabajar y trabajar para tener dos semanas de vacaciones, es una vida de mierda…. Necesitamos explicarnos entre nosotros qué es esto. Por eso es importante este festival, la charla entre vecinos", apunta rodeada de vecinos de los territoriales y los del mapa del cine.
En otro momento habla sobre el cupo el cupo femenino. "Es un experimento como tantas medidas económicas. Diría que el cupo es una idea medio tonta pero es tal la urgencia de arreglar el mundo que probemos todo. Uno naturaliza muy rápidamente las cosas impuestas porque nadie soporta mucho el sometimiento y lo mejor es darlo por hecho y así uno deja de ser un problema".
Otra persona le recuerda a Cornucopia, el espectáculo que la juntó con la cantante Björk. "Hubiera querido meterme más en la experiencia 360 que tenía ese show –señala-. Hubiera querido participar más en qué se escuchaba en dónde. Pero no había tiempo para eso y ella tiene ideas clarísimas. Yo, en verdad, creo que necesitaba hablar con una mujer de su edad [risas propias y de los vecinos]. Quería charlar con alguien que tiene, más o menos, los mismos problemas. A Björk le sobran ideas y lo mío creo que no fue un gran aporte".
Una joven le consulta sobre el cortometraje que dirigió para Miu Miu, de la firma Prada. "Ya van tres preguntas sobre trabajos que hice me sorprende que me hayan llamado –dice ante su propia risa y la de la platea-. Pero a Alejandro González Iñárritu le hicieron un homenaje en Seúl y, ante una pregunta, él rescató una película mía como que lo había marcado y me invitó a ir. Ahí conocía a Miuccia Prada que, por suerte me regaló estos zapatos que son un espanto, pero bueno… Fue eso. Te decían que debías usar tales vestidos, los zapatos, estos anteojos y nada más. Imaginate… y te dan plata. Después de eso me empezó a llamar mucha gente de publicidad para que haga lo mismo que había hecho con Prada y me ofrecían mandar el guión. Y no, el chiste de eso era que no te obligaban a nada. Un papelón".
Como buena vecina del barrio invita a la próxima acción del Festival Vecine que termina la semana próxima. "Hay tango desde el balcón", dice la maestra de ceremonia de este encuentro que transcurre en el barrio que habita.
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