LOS ÁNGELES.– Quentin Tarantino está parado en un pasillo del piso doce del Four Seasons de Beverly Hills, después de hablar media hora con LA NACION revista. Está esperando el ascensor para irse y no para de moverse. Es una persona inquieta, como sus películas, y le gusta hablar. Y mucho. Le acercan un DVD edición japonesa de Kill Bill Vol. 1 y la reconoce al instante: "Es la única versión en el mundo donde la pelea de la Novia contra los 88 Locos está en color. O sea, como yo la quise filmar originalmente. Lo que pasó es que si le dejaba la sangre roja, acá, en Estados Unidos, la iban a calificar de película porno", recuerda. Por el pasillo se acerca Brad Pitt y atrás Leonardo DiCaprio, que también vienen de la entrevista. Margot Robbie se quedó en su habitacion. Pitt tiene una botella de agua en la mano, y al ver la escena se sienta en una de las sillas del pasillo. Toma un sorbo y sonríe: "¡Sí! Hora de contar una historia, ¿no?", mientras mira a Quentin como un niño esperando a que le relaten un cuento. La situación dura poco. El ascensor llega y con él, la despedida.
Érase una vez… en Hollywood, el título de la película de Tarantino que se estrenará el 22 de este mes, tiene varias lecturas que, desde antes de empezar a verla, ofrece varias interpretaciones. La más literaria es que la frase es el comienzo de un cuento de hadas, un relato ficticio que nuestros padres nos leían antes de ir a dormir. Desde hace exactamente diez años, el escritor y director, con Bastardos sin gloria, decidió reciclar el título de un film italiano de 1978 para revisitar a la Segunda Guerra Mundial y ofrecer un final alternativo a la muerte de Adolf Hitler. Después, en Django sin cadenas, otra vez tomó un título italiano, pero del género spaghetti western, y ofreció otra mirada de la esclavitud y el heroísmo de un afroamericano. Esos dos films son las versiones de cuentos de hadas de la historia según Tarantino. Un revisionismo que sirve para corregir injusticias cometidas durante los períodos históricos que muestra. En Érase una vez… en Hollywood, la referencia es explícita, porque también toma el título de otro film italiano, el clásico western de Sergio Leone, Érase una vez en el Oeste, y lo reemplaza por Hollywood, que además queda en el oeste de Estados Unidos.
La historia transcurre durante varios meses de 1969 y se centra en la vida de Rick Dalton ( Leonardo Di Caprio ), un actor de televisión que en el pasado fue el protagonista de una serie de cowboys en blanco y negro llamada Bounty Law y no logra mantenerse vigente en el Hollywood de fines de esa década. Su fiel compañero es Cliff Booth (Brad Pitt), su doble de riesgo personal, que al no tener trabajo Rick lo ayuda en tareas domésticas, le hace los mandados y lo asiste como chofer. Rick vive en una mansión en las colinas de Hollywood, al fondo de una calle sin salida donde solo hay dos casas, la de él y la de su nuevo vecino, un joven director polaco que tuvo mucho éxito con su última película: El bebé de Rosemary. Su nombre, Roman Polanski (Rafal Zawierucha), que acaba de llegar a Los Ángeles con su novia, la modelo y actriz Sharon Tate (Margot Robbie). Automáticamente, el público advierte que la historia va a tener relación, tangencialmente o no, con los famosos asesinatos del clan Manson que terminaron con la vida de Sharon Tate, embarazada de ocho meses, y cuatro personas más en agosto de 1969, mientras Polanski se encontraba en Londres.
–La película cuenta un momento y un lugar que vos viviste, pero desde otro punto de vista, el de Hollywood por un lado y el de la Familia Manson por otro.
–Quentin Tarantino: Es mi opinión del verano del 69 con cambios que se van a dar cuenta a medida que transcurre la historia. Mi productor dijo que es la película mía más personal, pero te diría que todas mis películas son personales. Las escondo detrás de un género, pero todas lo son. Habiendo dicho eso, esta es personal en un modo único y distinto del resto en cuanto a que transcurre en Los Ángeles en 1969. Esa época la viví y estaba ahí porque a los 6 o 7 años ya tenía memoria y puedo recordar ese período. Como Roma era un recuerdo de Alfonso Cuarón, esta es mi memoria, que no tiene que ser exacta. Es un homenaje, porque es mi percepción de las cosas.
–¿Por dónde empezaste a escribir el guion? ¿Por los personajes o los asesinatos del clan Manson?
–QT: Yo trabajé hace años con un actor que tenía un doble de riesgo y una vez me preguntó, sin querer molestarme, si su amigo podía hacer una cosa para lucirse. Dije: "Okey, no hay problema". Entonces me di cuenta de que ellos estaban trabajando juntos hacía mucho tiempo, que ya no se parecían mucho y que estaban acercándose al final de la relación. Me pareció una dinámica interesante que nunca había visto. En ese momento, pensé: si alguna vez hiciera una película sobre películas, esa es una dinámica que me interesa, la relación entre el doble de riesgo y el actor con el que trabaja. Después, vino el final…
–Tu perspectiva de la familia Manson es interesante. Siempre se los presentó como monstruos, pero vos los mostrás como niños confundidos.
–QT: Presentar a la familia Manson como monstruos en febrero de 1969 no es realista. Cambiaron muchas cosas ese año, y si no me equivoco, los primeros asesinatos no habían sucedido todavía. Obviamente que no busco hacer algo romántico con esto, pero creo que era importante mostrar cómo trabajaban como guías a caballo en la montaña y eran muy amigables; hasta te llamaban por tu nombre si los contratabas para la excursión. Creo que la relación entre el dueño del rancho, George Spahn (Bruce Dern), y una de las chicas (Dakota Fanning), era sincera. Ella era honesta con lo que sentía y él con ella, también.
–La película tiene muchas referencias para los amantes del cine. Se podría decir que de las tuyas es la que más tiene.
–QT: Sí, así es.
–¿Cómo decidiste a qué película, director italiano o serie de televisión hacer referencia?
–QT: Es una buena pregunta. Las decisiones están basadas en los personajes. Para dar un ejemplo: Rick no se da cuenta de que es un acontecimiento trabajar con Sergio Corbucci, pero yo, director, sí me doy cuenta de que es algo soñado. Para dar otro ejemplo: la primera película que filma es un western italiano de Sergio Corbucci. Rick no se da cuenta de la importancia que tiene eso: yo sí sé que es algo bueno. Cuando se ve la secuencia de Rick en Operazzione Dynamite, es de una película de Sergio Corbucci llamada Moving Target, pero le cambié el director de Sergio a Antonio Margheriti, porque Rick no tiene tanta suerte como para trabajar con Sergio Corbucci. Rick era un tipo molesto, así que no iba a trabajar con Sergio de nuevo. En cuanto a la televisión, los programas donde está como invitado, eran programas que me gustaban cuando yo tenía 6 años en 1969. Me encantaban Tierra de gigantes y El Avispón Verde, pero a Rick ya se le pasó la hora y no lo van a llamar de programas exitosos como Misión: Imposible, sino de algunos no tan buenos como FBI.
–Margot, ¿qué pensaste cuando Quentin te llamó?
–Margot Robbie: Pasé años y años imaginando cómo sería trabajar en una película de Tarantino. Y qué personaje interpretaría. Qué armas usaría, la sangre, pegarle a alguien…¡Pero acá no pasa eso! [Risas] Me la paso horas haciendo compras, en el hospital hablando de bebes o teniendo almuerzos. O sea, todas cosas lindas.
–QT: ¡Esta es una película de cosas lindas!
–MR: Es todo tan amoroso. "Cuidá a ese bebe, mirá ese papel tapiz", y todas esas cosas muy amorosas.
–QT: Ella dijo algo muy cariñoso hace un rato. Uno hace negociaciones con los agentes y me preguntaron si podía liberar a Margot después de seis semanas de rodaje para que pudiera ir a filmar otra película. Bueno, supongo que sí, dije. Es algo normal que los representantes pidan eso. De pronto recibí una mensaje en el celular de Margot que decía: "¡Pará! ¿Qué pasa? ¿Por qué me estás liberando?". Le expliqué y me dijo: "No, no quiero eso. Quiero estar en el set cuando no esté trabajando; quiero verte trabajar hasta el último día".
–MR: Fui al set hasta el último día de rodaje, incluso cuando tenía que estar haciendo otra película.
–QT: Vino a todas las fiestas.
–Brad Pitt: Quentin hace una fiesta cada vez que se acaba un rollo, porque usa celuloide para filmar. No es digital. Y cuando se acaba el rollo de 100 pies, se arma fiesta.
–QT: Con tequila.
–Brad, Bastardos sin gloria tiene diez años ya. ¿Cambió Tarantino como director?
–BP: La verdad, no. Recuerdo que en el medio de Bastardos... podía escuchar una musicalidad particular en el texto. Es la escritura de Quentin que no encontrás en ningún otro lado. Si empezás a cambiar los diálogos, arruinás todo, porque todo es tan sublime y específico. Recuerdo que terminé el guion de Érase una vez… y escuchaba las voces en lugar de estar semanas pensando cómo iba a actuar el personaje. A veces pasás mucho tiempo y encontrás a tu personaje cuando estás filmando pero este no fue el caso por cómo estaba escrito.
–Leo, trabajaste antes con Quentin. ¿Qué te llamó la atención sobre esta oportunidad?
–Leonardo DiCaprio: Primero, soy un fanático de las películas sobre Hollywood, y la mirada de Tarantino sobre eso es única. Me encanta la perspectiva vouyerística de alguien de afuera que ve a dos tipos de clase trabajadora a los que la cultura pasa por encima. Porque Rick Dalton es un producto de los 50, y ahora viene la época de la experimentación, de los directores, de los hippies, y él no sabe cómo encajar en este nuevo período. Eso resulta en que su doble de riesgo también esté atrapado. Me encanta el aspecto de ellos viendo la casa de al lado, de Polanski y Sharon Tate, que representa el nuevo Hollywood, que no les pertenece, pero al cual tratan de pertenecer. Me encanta la perspectiva de que sea como un momento de vida donde aprendés mucho sobre estos personajes y los que les pasa en un período corto. Me gusta ese mecanismo narrativo. Por otro lado, hay una electricidad palpable en los sets de Quentin. Como decía Brad, el diálogo es específico y es tu Biblia para trabajar. Pero la energía que tienen todos por estar trabajando en algo único y especial hace que cualquiera pueda venir con algo innovador en cualquier momento. En las dos películas que hice es algo que no puedo describir específicamente pero es como una electricidad que rodea a todos cuando venimos al filmar y sentimos que tenemos que dar lo mejor.
–Estamos acostumbrados a que tus relatos no son lineales. Pero este lo es.
–QT: Con estos personajes me di cuenta de que no necesitaba una historia, porque podía ser un día en la vida de. Desafortunadamente, sabemos hacia dónde se dirigen porque la película es como un reloj en cuenta regresiva. Lo más difícil fue enfocarse en los personajes, porque naturalmente, como soy yo, podría haber filmado cinco horas sobre Bounty Law o un mes con una temporada de Bounty Law y habría sido el hombre más feliz de la Tierra. Pero la manera de hacer esto es dedicarse por completo y después matarlo para recortarlo. La única manera de hacerlo bien, sin embargo, es hacerlo como si yo estuviera filmando Bounty Law. Por ejemplo: filmamos toda la secuencia de inicio de Bounty Law. Existe. No está todo en la película. Pero es algo de lo que estoy orgulloso porque luce igual que la serie Wanted Dead Or Alive, con Steve McQueen. No quedó como si intentáramos imitar un western de media hora: quedó como si fuera un western de media hora.
–MR: La historia era buena.
–QT: Me acuerdo de que me preguntaste cómo terminaba.
–¿Qué descubrieron investigando el período y cómo era Hollywood en ese momento?
–LDC: Investigando para Rick Dalton aprendí tanto sobre los subgéneros y los actores que sirvieron para componer a Rick Dalton, como Eddie Burns o Ty Hardin o Ralph Meeker. Ralph Meeker, al que tal vez no lo conozcan, es uno de los actores favoritos de Quentin. Yo nunca había escuchado hablar de él. Investigué su currículum de cine y televisión, y me quedé sorprendido, porque el tipo desapareció. Pero exponerse al subgénero al que se dedicó es un proceso de aprendizaje increíble, y parte de la conexión que intento hacer con el amor por esta ciudad y esta industria es reconocer a todos los que no tuvieron la misma carrera, pero que hicieron contribuciones artísticas significativas.
–BP: Bueno, fue lindo mirar la relación entre un actor y su doble de riesgo. Como Burt Reynolds y Hal Needham, o Steve McQueen y Bud Ekins, a quien llegué a conocer antes de que muriera. En esa época, la relación era diferente, porque el director dependía de ellos como si fueran sus amigos. Como decía Leo, esa época es un punto de inflexión, porque los estudios estaban en crisis y aparecen [las películas] Bonnie & Clyde y Busco mi destino, que patean el tablero. En los 90, chocamos contra una pared con todas las películas de Sylvester Stallone y Arnold Schwarzenegger, y de pronto aparece este chico que se llama Tarantino, que revive al cine independiente. Mirás el panorama actual y te das cuenta de que el cine quedó reducido a películas grandes que funcionan como eventos, pero por otro lado explotan los servicios de streaming donde gente talentosa recibe una nueva oportunidad. Así que es un fluir constante.
–MR: Creo que es fácil pensar que todo tiempo pasado fue mejor. Quiero disfrutar el momento, ser parte de la película. En los años 60 y 70 uno hacía una o dos películas y la gente iba al cine a verlas. Siento que hay un montón de información y contenido que fluye que es muy bueno en muchos sentidos, pero al mismo tiempo distrae. No podés construir la anticipación por una película y que la entrada cueste 75 centavos y todos puedan ir a verla. Es un concepto que me gusta. Recuerdo el sentimiento que me producía pensar en lo que Hollywood tiene para ofrecer. Es tan emocionante: hago lo que amo, tengo suerte y es increíble. No solo eso. Para Rafal, que interpreta a Roman Polanski, era su primera vez en Hollywood, en Los Ángeles y en Estados Unidos, y de pronto este actor polaco protagoniza una película de Tarantino. Estuve ahí cuando a él le tocó empezar, como me había tocado a mí con El lobo de Wall Street y vi que el tuvo la misma impresión que yo: "¿Voy a ir a Estados Unidos para hacer esta película?". Cuando estuve con él era como una cosa hermosa que pudimos experimentar juntos.
–¿Hablaste con Polanski antes de la película?
–QT: Bueno, hablamos algunas veces y antes de presentar la película en Cannes. No lo llamé, no por ser irrespetuoso, pero no lo llamé para pedir permiso. Creo que a pesar de lo trágico de su historia, ya se transformó en una historia legítima norteamericana y sentí que tenía derecho por eso. También sabía adónde me dirigía con la historia y no tenía miedo de hacerlo mal. Pero cuando él se enteró de que estaba Sharon en la película, llamó a un amigo en común y esa persona me puso en contacto. Me dijo que Roman no estaba enojado, que le gustaba mi cine, pero quería saber adónde iba con todo eso. Así que invité a ese amigo a mi casa a leer el guion. Después se comunicó con Roman y le dijo que no había de qué preocuparse.
–No le contó el final, me imagino.
–QT: Yo no le mostré el final. Así que él pudo contarle a Roman que no había nada de qué preocuparse. No lo dejaba mal parado.
–La recreacion de Los Ángeles es muy detallista. ¿Qué era lo que querías mostrar de la ciudad en particular?
–QT: Tuve que encontrar calles que tuvieran cosas suficientemente reconocibles de lo que estaba en 1969 y no con demasiadas marquesinas que no pudiéramos eliminar. No queríamos borrar fachadas digitalmente, sino camuflarlas como la vieja escuela, utilizando la dirección de arte. En Hollywood Boulevard sabíamos que había cambios, pero que las marquesinas todavía están, incluso lugares que se convirtieron en locales de proteínas o bares de mala muerte, como el Ricky’s…
–LDC: Es el bar de mis amigos. No hables mal.
–QT: Solo digo que no existían en el 69. Y ese bar fue fácil convertirlo en un bar tiki. Hay un plano donde hay un lugar que vende remeras para turistas y disfrazamos completamente. Pudimos vestir tres o cuatro calles para no tener que cortar con la cámara. Quería encontrar lugares icónicos, pero no que fueran demasiado vistos. Al mismo tiempo, que tuvieran un tejido que los conectara sin demasiadas cosas malas que no se pudieran mostrar.
–BP: Es una de las cosas que amo de Quentin. Es un purista. No hay efectos digitales. Lo ve como hacer trampa.
–QT: Oh, sí, absolutamente es hacer trampa. Cualquiera puede hacer eso.
–BP: Además usa fílmico. Tuvimos una gran pelea que había que coreografiar con el personaje de Bruce Lee. Y le dije: "Okey, buenísimo, pero podés hacer un paneo rápido por si las cosas no funcionan, ¿no?". Y me dijo: "No". Si es todo en una toma, hay que hacer todo en una toma. Eso significa que la presión la tengo yo.
QT: Por eso es fácil para mí decirlo. Yo no tengo que pelear contra Bruce Lee.
–¿Cómo es la experiencia de filmar en locaciones reales?
–MR: Mágica.
–BP: Fantástica. Sobrepasar el límite de velocidad en Hollywood Boulevard es genial.
–QT: Filmamos muy cerca de Spahn Ranch, el lugar donde vivía la famlia Manson. Estábamos a veinte minutos, pero si tuvieras un machete para cortar la maleza, estábamos a cinco.
–MR: En la autopista todos los autos eran de los años 60.
–QT: Eso fue algo muy audaz, porque filmamos con autos en ambos sentidos. Intenso. No nos ganamos a los angelinos con eso.
–LDC: Siendo nativo me fascina ver cuánto quedó igual. No habiendo crecido en los 60 tenía una idea romántica de lo que era, pero después me di cuenta de que estaba lleno de hippies y era mucho más sucio de lo que imaginaba. Recuerdo los 80 en Hollywood Boulevard, pero los 60 eran como de un modo extraño, un escalón abajo. Estar inmerso en eso se convirtió en algo para subir a Instagram, donde te transportás en el tiempo. Como actor disfrutás de esas dosis de realidad.
–Obviamente que los amantes del cine van a correr a ver tu película. ¿Pensás que la gente joven la puede disfrutar sin entender todas las referencias ni saber de historia?
–QT: Si tenés la edad para entender las referencias, esa es una película. Pero espero que la experiencia sea lo suficientemente dramática, excitante y divertida para que no sea necesario saber todo eso. Que sigas el relato y cuanto menos sepas más te sorprendas. Me imagino que puede ser una de esas experiencias que viví en los 70, cuando tenía 12 o 13 años. Estaban de moda los años 50 y era todo reciclaje de esa época. Pero recuerdo haber visto un documental sobre programas musicales de los 50, me entusiasmó y empecé a investigar. Espero que eso les pase a los chicos que vean esta película.
–¿Considerás que tu película es un tributo o una crítica a la industria de Hollywood? ¿O ambas?
–QT: Creo que es más que nada una carta de amor. Pero no creo que tenga tanta nostalgia como mucha gente dice. No creo que la nostalgia sea algo malo. Es 75 por ciento una carta de amor y 25 por ciento de crítica.
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