Los sultanes del ritmo
El fotógrafo Silvio Fabrykant registra casi treinta años de estrellas del género en una muestra en el C.C. Recoleta
Silvio Fabrykant compartió su estudio con más de 200 músicos de la movida tropical, llegó a disfrazarse como un sultán más y posar con la clásica campera de Pocho la Pantera. Pero nunca escuchó cumbia, sólo lo hizo para saber qué subgénero hacía la banda que estaba por tocar el timbre en su lugar de trabajo. Su historia arrancó por casualidad: una foto de Las Primas para una publicación lo convertiría en uno de los inmortalizadores del género. "Vino Jorge Guinzburg con Las Primas para hacer una foto para una revista en el 87. Estaba también el representante de la banda, que llevó el material a Leader Music, que les iba a editar el disco. El dueño de la discográfica habrá dicho «no está mal la foto» y me vino a ver. Así empezó todo", cuenta a la nacion.
La muestra Movida y tropical (100 + 1 fotos de la cumbia argentina), que se puede visitar por última vez hoy, de 12 a 21, es la vedette del Centro Cultural Recoleta: la gente entra en la sala y se encuentra con testimonios visuales de las bandas que sonaban en los 90 y todavía lo hacen hoy en bares, boliches y casamientos y no para de sonreír.
La gama de impactantes colores es lo que más llama la atención, además del altar inmaterial hecho en honor a Gilda, quien años después de su muerte sigue generando fervor en sus fanáticos. Ella está en el centro de la escena. "Gilda era una chica muy simpática, tenía algo, como un ángel. Tuve la suerte de poder fotografiarla. Vino al estudio varias veces y después fuimos a hacer una producción en una quinta. La foto de la muestra no es la del disco Corazón valiente. Es de ese mismo día, pero en esta imagen ella mira al frente, en la otra hacia el cielo", relata el fotógrafo.
Leo Mattioli observa la cámara tomándose la cara con la mano; Lía Crucet sonríe con un cigarrillo; Alcides posa con una campera verde y un fondo haciendo juego. Justo enfrente están las bandas, entre las que los atuendos varían pero las poses son similares. Están casi todos: Grupo Play, Grupo Green, Guachín, Amar Azul, Volcán, Ráfaga y la lista sigue. Algunas caras aún son parte de la movida tropical, otras fueron desapareciendo. Pero juntos forman un mosaico donde el género alcanza su mayor expresión, tiene un valor testimonial de una época y de una identidad bien argentina. Nadie puede negar haber bailado una cumbia alguna vez.
"Ellos vienen preparados para la foto, lo que hago yo es tratar de averiguar qué tipo de música hacen dentro de la cumbia. Por ejemplo, Los Sultanes son lo opuesto a Leo Mattioli, son más festivos. No puedo hacer una foto de Leo Mattioli como haría la de ellos. Hago que se sientan bien cuando están en el estudio y eso sirve para la foto. El tipo tiene que estar exultante", explica, aunque reconoce que con los cantantes tropicales todo es más fácil, porque el vestuario llamativo es parte de su ADN. "La mitad del trabajo lo hacen ellos, porque lo que tienen estas fotos es el golpe de color, y la ropa es la ropa de show. Mi trabajo es guiarlos para encontrar su mejor expresión", reconoce.
Además de hacer tapas de discos tropicales, Fabrykant ha retratado a políticos y si bien dice que el trabajo es el mismo, admite haberse divertido más con los muchachos de la cumbia. "Tengo una foto con la campera de cuero de Pocho y otra con Los Sultanes donde estoy disfrazado como ellos. Yo juego e intento ser uno más", admite. Entre sus anécdotas más picantes, el fotógrafo -marido de la escritora Ana María Shua- destaca un partido de metegol que le ganó al Grupo Green, y una visita a La Cava que hizo para sacarle fotos a Guachín.
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