Los sí y los no de "El código Da Vinci"
LANACION.com vio la película de Ron Howard y aquí analiza los aspectos sustanciales del film
Luego de una promocionadísima campaña de marketing, alimentada por las encendidas manifestaciones en contra de su estreno, mañana llega a nuestro país, y a buena parte del planeta, "El código Da Vinci", la película basada en el best seller de Dan Brown y dirigida por Ron Howard.
En coincidencia con la premiere mundial en el Festival de Cannes, ya se conocen muchas críticas , fulminantes en su mayoría, de la prensa especializada de diversos países. LANACION.com asistió a la función privada que la distribuidora local realizó en el día de hoy y en esta nota se analizan algunos aspectos del film que, ante todo, es una película de ficción.
Relato comprimido . Llevar a la pantalla grande la novela de Dan Brown fue un trabajo difícil. Sobre todo si se trata de una texto que alcanza las 500 páginas. En la película de Howard se nota que la complejidad del relato puede abrumar al espectador que, promediando las dos horas de proyección, puede sentirse abrumado con tantas idas y venidas en una historia que, si bien resulta lineal, está salpicada de referencias históricas.
Parte de la religión. Cierto es que los puntos esenciales que plantea el libro y el guión resultan más que sensibles para la fe cristiana: que Jesús alcanza su figura divina a través de un consenso histórico; que mantuvo una relación amorosa con María Magdalena, de cuya unión surgió una descendencia que llega a nuestros días, y que la Iglesia originalmente estaría fundada en este personaje femenino y no en San Pedro. Sin embargo, la película de Howard está estructurada como un mero relato de ficción y que, como tal, tiene como objetivo entretener al público masivo.
Los bueno y los malos . El planteo maniqueísta de los personajes resulta uno de los costados más débiles de la producción. Aquí los que deberían ser buenos (los representantes de la Iglesia) resultan ser muy malos (Silas, el monje albino interpretado por Paul Bettany o Aringarosa, el obispo del Opuse Dei interpretado por Alfred Molina, resultan estereotipados y sin matices. Por su parte, los ateos del caso, Sophie (Audry Tatou) encarnan las buenas intenciones que brotan de un corazón incorrupto. Así las cosas, el planteo se pierde en pinceladas un tanto gruesas.
Buena mano. A pesar de ciertas debilidades narrativas del guión, Ron Howard vuelve a demostrar sus capacidades como director. Aun en las escenas en las que se espera un golpe de efecto (vale decir que en esta película no hay persecuciones, ni tiros, ni saltos del espectador en su butaca), Howard imprime ciertas dosis de tensión apoyadas en una efectiva banda sonora (Hans Zimmer, creador de la música de "El rey león" y "Gladiador", entre otras) y en una lograda fotografía (Salvatore Totino).
El elenco. Una de las apuestas de esta superproducción de 125 millones de dólares es el casting de grandes figuras, listas para seducir a los espectadores. En los papels principales, Tom Hanks le pone su acostumbrado oficio al papel de Robert Lagdon pero es Audrey Tautou (Sophie Neveu) quien parece perdida en la cinta, un tanto por su inglés afrancesado como por su falta de carisma en uno de los roles centrales de la trama. Sin embargo, quien se lleva las palmas es Ian Mckellan (Sir Leigh Teabing), un actor que dio sobradas muestras de sus capacidades para enriquecer cualquier trabajo que pase por sus manos y uno termina por creerle todo lo que propone.
Sin pretensiones. Si bien "El código Da Vinci" es una de las películas más promocionadas de los últimos tiempos seguro es que no quedará en el registro de las mejores películas de la historia ni en la memoria emotiva de los espectadores. Pero de lo que no quedan dudas es que, más allá de ciertas licencias que puedan tomarse, la película cumple con el objetivo de entretener a quien se acerque al cine sin pretensiones.
Adelanto: Escenas y trailer de la película
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por Diego Japas
De la Redacción de LANACION.com
djapas@lanacion.com
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