Los niños napolitanos sueñan con el estrellato, gracias a Elena Ferrante
Cinco mil chicos acudieron a la selección de la que saldrán las dos protagonistas de La amiga estupenda, adaptación televisiva de la primera de las cuatro exitosas novelas de la misteriosa autora italiana
NÁPOLES, Italia. Una legión de niños corre por un callejón sin salida en Sanità, un conflictivo barrio de Nápoles que de pronto está revolucionado por la promesa del estrellato televisivo.
Marta Reale, de 10 años, con su amplia sonrisa y su flequillo decolorado, se abre camino hasta el umbral del centro recreativo local a través de la densa multitud de otros niños, el humo de los cigarrillos iluminado por el sol y las madres que se abanican en los asientos de las características motonetas italianas. Pisos arriba, más niños cuelgan de la ventana asomados hacia la calle y, por encima de ellos, otros tantos más se apiñan en un balcón .
Marta se acerca al escritorio, da su nombre y su edad y recibe un pedazo de papel numerado y un formulario de autorización que deberán completar sus padres. El cartel encima de su cabeza reza: "Sueña".
No es un casting más. Se trata de encontrar a las protagonistas de La amiga estupenda, adaptación televisiva de la primera de las cuatro exitosas novelas napolitanas escritas por Elena Ferrante , cuya identidad oculta cautivó al mundo literario y sus libros han vendido millones de ejemplares en el mundo.
La cadena norteamericana HBO y la difusora estatal italiana RAI producirán ocho episodios inspirados en ese primer libro, que presenta la complicada relación de dos personajes notables, Lila ("esa niña terrible y deslumbrante") y Lenú ("Me gustaba complacer a todos"), mientras crecen y se separan en una vívida y violenta Nápoles de la posguerra.
Es una producción importante, con productores de primera, un director célebre y la colaboración de la autora en el guión y el diseño del escenario. ("Hablamos por correo electrónico", explica el director, Saverio Costanzo. Decimos "Querido Saverio. Querida Elena".)
En un esfuerzo por lograr la autenticidad, los productores buscan actores no profesionales: dos pares de niñas para representar a las protagonistas a los 8 y a los 15 años. Además, un gran elenco de reparto para componer al mundo que las rodea en su vida de adversidad.
El resultado es una audición abierta que ha atraído a 5000 niños, la enorme mayoría de los cuales nunca ha oído hablar de Elena Ferrante, y ha inyectado una mezcla de histeria y esperanza a partes de esta ciudad, pobre en recursos pero rica en personajes. "Todos saben cómo actuar en Nápoles -explica Costanzo-. Tienen que actuar para defenderse. Todos interpretan un papel." O, como lo expresa Dora Cardamone, de 43 años, mientras esperaba que termine la audición de sus dos hijas: "Actuar está en nuestra sangre".
Las hijas de Cardamone estaban formadas en el piso superior con otros 10 niños frente a una pared a rayas color menta, todos ellos sosteniendo papeles que llevaban sus nombres. Mientras un asistente les toma a todos una foto, Laura Muccino, la directora de casting, explica amablemente: "En este momento estamos buscando características muy específicas". Y, también, que los niños no deben desesperarse si no son convocados para una rápida entrevista en una sala adyacente. Cuando el asistente se acercó a la hija de Cardamone, María Rosaria, de 13 años (quien tenía tatuadas las palabras "Mamá" y "Papá" debajo de sus pantorrillas), la niña se puso de lado como si posara para una foto policial. Pasó a la siguiente ronda.
Entró en una habitación más pequeña y miró con nerviosismo a la cámara de video. Costanzo busca "ojos tristes, algo como una calma interior", mientras que Muccino intenta evitar la actual corpulencia napolitana y encontrar el hambre de posguerra, así como "algo un poco roto".
-¿Te llevás bien con tu hermana? -pregunta Muccino.
-No -respondió María Rosaria.
-¿Por qué? -preguntó de nuevo.
-No me respeta -dijo María Rosaria-. Se burla de mí.
-¿Por qué? -preguntó Costanzo.
-Porque ella es más bonita que yo -dijo-. Así que le pego.
Golpes, bofetadas y puñetazos salieron una y otra vez. Y aunque hay una fuerte dosis de violencia doméstica en los libros de Ferrante, la referencia a la brutalidad napolitana sigue siendo Gomorra, la película de Matteo Garrone y luego popular programa de televisión adaptados de un libro exitoso sobre la camorra y las terribles barriadas pobres de la ciudad. Gomorra tiene muchos fanáticos en Sanità y en todo el mundo, pero no en la municipalidad de Nápoles.
El alcalde de Nápoles, Luigi de Magistris, cuyo progreso en la limpieza de la ciudad (tanto de su basura como de su delincuencia) ha ayudado a convertirla en una capital cinematográfica de Italia, lamentó las descripciones violentas de Gomorra, pero dijo que al menos había reducido las expectativas de los visitantes que temían lo peor.
"Si uno espera el infierno, el purgatorio se convierte en el paraíso", dijo. En comparación, dijo, la producción de La amiga estupenda representaba una "oportunidad enorme para la ciudad", tanto como inversión financiera como un potenciador de su imagen.
Apenas meses antes de la filmación, los productores Lorenzo Mieli y Domenico Procacci están ansiosos por encontrar a las estrellas del programa. "Ansiedad, sí. Desesperación, no todavía", dijo Procacci (con un dejo de desesperación).
Después de su entrevista, y aún lejos de conseguir un papel, María Rosaria sale de la sala gritando: "Obtuve el papel. Estaré en la televisión".
Su vecino, Enzo Valinotti, un zapatero de 57 años de edad que recordaba los días en que Totò, uno de los actores más icónicos de Italia, vivía en el barrio, se asoma por la ventana para afirmar de los niños que inundan la calle: "Todos están muy felices". No todos, sin embargo. Un rápido roce con la industria del espectáculo produjo lágrimas en un niño. "No me entrevistaron", gimoteaba mientras las mujeres del barrio se abalanzaban sobre él para consolarlo. "Amore, amore", dijeron, "están yendo a todas las escuelas de Nápoles. Si entrevistaran a todos nunca acabarían". Algunas madres apreciaron que la audición sacara a sus hijos de las calles por una tarde y les diera algo que recordar. Otras soñaban en grande.
"Mire a mi hijo. Es tan hermoso", dijo Anna Arrivolo, de 43 años, quien tomaba el rostro regordete de su hijo y acariciaba su cabello engominado. "Él no quería hacerlo. Yo quería que lo hiciera". ("¿Conoce Bellissima?", dice Costanzo, refiriéndose a la película de Visconti sobre una madre que hace todo por lograr que su hija entre en las películas. "Esto es un poco así".)
Bajo un letrero que decía "Belleza", Marta había logrado subir a la escalera, donde interrogaba a los niños que bajaban. "¡Oh, Francesco! ¿Qué pasó adentro?", preguntó a un niño, quien sonrió y dijo: "Nada, solo una entrevista". Se propagaron los rumores ("¡Eligieron a Benedetta!") y ninguno de ellos notó cuando la novia de Costanzo, la actriz italiana Alba Rohrwacher, pasó caminando en una falda larga amarilla. Un miembro del equipo de producción espetó: "¡Silencio!", y luego llamó a los siguientes diez chicos para que subieran. "¡Buena suerte!", les gritó Marta. Luego tomó a su amiga Fabiana Colantonio, de nueve años, miró hacia el cielo e imploró: "Jesús, haz que me elijan". Unos minutos después, las dos niñas se formaron con los otros niños, hombro con hombro, parecidas a Lila y Lenù en el libro. Costanzo y Muccino volvieron a los susurros. Muccino luego recorrió la fila y tocó el hombro de Fabiana, pero no el de Marta, quien primero pareció confusa, luego tragó saliva.
A las 18.30 el equipo de producción dio por terminada la jornada. Aunque no encontró a ninguna candidata para sus protagonistas, Costanzo dijo que había visto algunos de los ojos tristes que, esperaba, "creen el alma" del barrio ficticio que pretendía erigir.
Mientras él, su equipo y su novia se alejaban por la calle, Fabiana Scasserra, de nueve años de edad, se quedó parada en la planta baja viéndolos partir. Tenía el cabello oscuro y largo, brazos y piernas delgados y unos grandes ojos atentos. Ella también había hecho su audición ese día, y cuando su madre llegó a casa después de su turno en la fábrica local de cinturones, la niña le reportó que le habían tomado una foto y le pidieron que se quedara para una entrevista. La madre, María Pina, de 35 años, miró a su hija y dijo: "Qué hermosos ojos tienes".
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