Los Kennedy, la familia que Hollywood no puede olvidar
La anécdota se convirtió en parte de la leyenda. A punto de comenzar el primer debate televisado de ese país, previo a las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos, el 26 de septiembre de 1960, John Fitzgerald Kennedy pidió que no lo maquillaran. Su oponente, Richard Nixon, no quiso ser menos y también declinó la oferta. Pronto se arrepentiría: mientras Kennedy apareció radiante y natural en pantalla, el único brillo que tuvo Nixon fue el del sudor provocado por el calor de los reflectores. El joven demócrata era la imagen perfecta de lo que los norteamericanos querían ser y su camino a la presidencia fue allanado por su sonrisa y frondosa cabellera.
La fotogenia de John, su esposa Jackie, sus dos hijos, su hermano Bobby y toda la familia Kennedy eran ideales para las cámaras. Fueron sin embargo las tragedias personales y la épica política de una dinastía quebrada por la muerte lo que los convirtió en personajes dignos de fascinantes relatos para el cine y la TV.
Más de cincuenta años después del asesinato de JFK, las pantallas siguen encendiéndose con las historias que rodean al clan que marcó la política y la cultura popular de los 60 en los Estados Unidos. El estreno reciente en los Estados Unidos de Bobby For President y Chapaquiddick, una serie y una película centradas en las trágicas vidas de los hermanos menores del expresidente norteamericano, así lo confirman.
La serie documental, disponible en Netflix , aspira a profundizar sobre la figura de Bobby, quien fue procurador general de la Nación durante la presidencia de su hermano. A través de material de archivo y entrevistas, los cuatro episodios de la serie revelan un poco más sobre la carrera política, las ideas y el legado del hombre que pudo haber sido el segundo Kennedy en llegar a la Casa Blanca. El sueño quedó trunco cuando fue asesinado por Sirhan Sirhan, el 6 de junio de 1968, en el hotel Ambassador de Los Ángeles, donde daba un discurso.
Aunque la mayoría de las ficciones sobre los Kennedy giran en torno a John y a su paso por el gobierno norteamericano –era idealizada como el Camelot norteamericano–, los otros miembros de la familia también han pasado por el cine y la televisión. Jackie y Bobby suelen aparecer como personajes secundarios pero importantes de la presidencia de JFK, como ocurre en Trece días,el film de Roger Donaldson sobre la crisis de los misiles en Cuba en 1962; la miniserie Kennedy, con Martin Sheen en su primer papel de presidente; y El mayordomo, de Lee Daniels. Eso sin contar los innumerables documentales que tratan distintos aspectos de la famosa familia, ni las ficciones que se ocupan de ellos sin tenerlos realmente como personajes o desde un lugar marginal, como el drama Parkland, sobre el hospital en el que atendieron a Kennedy después del atentado en Dallas; o JFK, exhaustivo estudio de Oliver Stone sobre la investigación del fiscal Garrison sobre el asesinato del presidente norteamericano.
El interés sobre los otros Kennedy tuvo un resurgimiento en la última década. En 2011 se estrenó la serie The Kennedys, un producto algo fallido y con problemas de rigurosidad histórica pero que no temió meterse con los rincones más oscuros de la historia familiar, desde la falta de escrúpulos del patriarca Joseph, capaz de cualquier cosa para ver a uno de sus hijos como presidente, hasta los problemas maritales de Jack y Jackie (interpretados por Greg Kinnear y Katie Holmes ).
El año último se estrenó Jackie, de Pablo Larraín,la primera película en concentrarse en las vivencias de la primera dama durante los días siguientes al asesinato de su marido. Natalie Portman brilló interpretando la complejidad de esa mujer destruída por el dolor pero obsesionada con cuidar el legado de su marido. La actriz y el director consiguieron un retrato de Jackie que se aleja de la figura de cera elegante que se convirtió en leyenda pero también la despega del lugar de la víctima, sin negar la marca brutal de las pérdidas que sufrió en su vida.
Jackie y Bobby son los personajes más recurrentes en las historias sobre los Kennedy, mientras que otros miembros del clan quedaron en un tercer plano. Ted, el hijo menor de la familia, también se dedicó a la política, fue un senador muy influyente desde 1962 hasta 2009, año en el que murió. Una figura muy querida entre los demócratas, él también vivió de cerca las tragedias familiares y tuvo su propio escándalo. De esa mancha en su historial y cómo lidió con las repercusiones en su carrera política trata Chapaquiddick.
El título del film refiere a una isla en el estado de Massachusetts, en la que Ted tuvo un accidente automovilístico en la noche del 18 de julio de 1969, cuando cayó con su auto desde un puente a un canal. El senador pudo nadar hasta la orilla, resultando ileso y abandonando el lugar. Tardó diez horas en reportar el incidente a la policía y cuando recuperaron el vehículo descubrieron adentro el cuerpo de Mary Jo Kopechne, una secretaria de 28 años, que murió en el accidente. Esto dio lugar a sospechas, desde un posible estado de ebriedad de Ted hasta la posibilidad de que la joven fuera amante del senador casado. A pesar de negar todas las acusaciones y continuar con su carrera política hasta el fin de su vida, el impacto del escándalo fue tal que se convirtió en un escollo para que el más joven de los Kennedy siguiera los pasos de sus hermanos y se postulara a la presidencia.
La idea de una maldición que se cierne sobre la familia y el impacto en la cultura popular de los Estados Unidos hacen que los Kennedy sigan cautivando la atención del público y, por lo tanto, de los productores de cine y televisión. El árbol genealógico de esta familia norteamericana de raíces irlandesas aún guarda muchos personajes e historias interesantes para llevar a la pantalla. Todavía quedan por contar las historias de John-John y Caroline, los hijos de JFK y Jackie, que crecieron frente a los ojos del mundo: el príncipe heredero, seductor y rebelde que murió joven en un accidente de avión; la mujer que fue testigo de todos los logros y los infortunios de su familia, inspiró una canción de Neil Diamond ("Sweet Caroline") y fue embajadora en Japón. Ya debe de haber algún guionista ocupándose de ellos.
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