Los Grammy latinos, una fiesta del reggaeton
Sin sorpresas, "Despacito" se llevó cuatro estatuillas; la Argentina, con escasa gravitación en las nominaciones
Con el minuto de silencio que se hizo al principio de la ceremonia ("Recientemente hemos sido impactados por eventos trágicos y de todos nos hemos levantado", dijeron los presentadores, en referencia a las tragedias naturales que azotaron a países como Puerto Rico y México) y el toque testimonial que le puso Residente -artista más nominado de la noche- con el tema "Hijos del cañaveral", parecía que el tono social y político iba a darle rumbo a la 18a.edición de premios Latin Grammy, que se realizó anteanoche en Las Vegas. Pero claro que se trataba de una celebración; y el power latino se canaliza, sobre todo, con fiesta y música, con declamación en el pulso de reggaeton: "Mami yo me siento tuyo/ Yo sé que tú te sientes mía./ Dile al noviecito tuyo/ que él es una porquería/. Te caliento más, más, más", entonaba Nicky Jam un rato después.
La promoción de TNT, canal que transmitió para nuestro país la ceremonia, hacía referencia a los premios de los artistas latinos "que llegan a todo el mundo". Sin duda, ese es el concepto de estos galardones. Lo cualitativo tiene su peso, pero está supeditado a lo cuantitativo de la industria de la música. El siempre reflexivo René Pérez (Residente) intervino: "El arte no tiene que ver con cifras. En vez de estar poniendo cantidad de seguidores, hablen de los productores y de la música", aclaró al recibir el primero de los dos Grammy que llegaron a sus manos (estaba nominado en 9 categorías). Minutos antes, en la alfombra roja, había dicho que una de sus deudas pendientes era llegar a más público. En fin.
La ceremonia fue formal y bien ceñida al guión, con más musicales que premiaciones. Los premios fueron sólo de las categorías más importantes. El recuento final con lo que no fue televisado dio cuatro premios para "Despacito", el hit de Luis Fonsi y dos para Rubén Blades, que se llevó la estatuilla de Álbum del Año.
Y en cuanto a los discursos, el tono político se coló de a ratos: cuando Lin-Manuel Miranda dijo que había que "demostrarle a Washington que los portorriqueños son seres humanos"; o cuando Alejandro Sanz recibió un galardón por haber sido elegido Persona del Año. El español radicado en Miami dedicó su premio a los soñadores, "esos chicos que están en este país -dijo, en referencia a Los Estados Unidos- desde hace muchos años y viven de manera ilegal". Seguramente, algunos de esos niños que hoy son jóvenes fueron los que subieron al escenario a cantar con él "Corazón partío", vestidos de remera negra, con la leyenda "We have a dream".
Natalia Lafourcade, con "Mexicana hermosa" y "Tú sí sabes quererme", ofreció una de las interpretaciones más cálidas de la noche. Contra lo que se esperaba, esta edición tuvo muchos cruces de artistas, pero ninguno demasiado llamativo. Sebastián Yatra cantó con Carlos Vives, el dúo pop Ha-Ash con Bronco; Juanes con Alessia Cara y Logic; J. Balvin con Bad Bunny, French Montana y Steve Aoki. Y para el final no podía faltar una versión de "Despacito". Los artista de Puerto Rico y, en menor medida, México fueron los protagonistas de la noche, tanto por la presencia en la fiesta como por la conflictiva relación con los Estados Unidos.
Víctor Heredia se llevó ayer su merecido premio a la Excelencia Musical y Lalo Schiffrin, el galardón que otorgó el Consejo Directivo de los Grammy. El pianista Fernando Otero se impuso en la terna de tango y Andrés Calamaro se quedó con un premio compartido en la categoría Canción de Rock, por el tema "La noche". El combo santafecino Sig Ragga ofreció uno de los números musicales en vivo.
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