Los fans como usina creativa y, ahora, también protagonistas
El espectáculo está concebido a partir de los recuerdos de los seguidores de Soda Stereo recolectados durante un año y medio
"Éste es un buen momento para que ustedes iluminen el estadio", dice la voz de Gustavo Cerati, tan limpia como siempre, más espectral que nunca. Y una vez que las luces de los celulares se hacen estrellas en la noche del Luna Park, la voz de Cerati vuelve con su sonido envolvente: Todo el mundo es una estrella. Es el climax de Séptimo Día, el primer espectáculo del Cirque du Soleil pensado para la era de las redes sociales y en el que el eje sale de la arena circular también por primera vez para plantarse en el punto justo de la interacción entre artistas y público. Un show creado no solo para sino a partir de la visión, la memoria y los recuerdos de los fans de Soda Stereo, recolectados desde hace un año y medio por el equipo creativo de la compañía canadiense que, hasta entonces, ni había oído hablar de Cerati y compañía.
Los fans como usina creativa. De eso se trata esta nueva resurrección de la banda que una vez conquistó América, a diez años de su último concierto y a veinte de aquella primera despedida y el "gracias totales" inmortal. Esta no es la historia de Soda Stereo ni mucho menos un show nuevo de este trío que también fue vanguardia. En palabras de su director, es la historia de unos extraterrestres que llegan a la Tierra y "deciden fundar una civilización basada en el intenso amor que descubrieron entre Soda Stereo y su público".
Desde el inicio con una voz en off que invita a ingresar por primera vez al espacio existente dentro del triángulo formado por sus tres integrantes hasta aquel final con "De música ligera" y la introducción de Cerati invocando a las estrellas, acto tras acto, Séptimo Día busca -necesita- la complicidad de la audiencia. Ahí está el cuadro de "Cuando pase el temblor", apenas coreografiado con dos actores que arengan al público para que se animen a ser los protagonistas exclusivos y excluyentes. Y también el emotivo "Té para tres", cantado en vivo por todo el estadio sin ninguna pista detrás. En la misma dirección van los segmentos de "Signos", "En remolino" y "Hombre al agua", con los artistas y sus imponentes infraestructuras (una rueda de rayos gigante, una flor que remite a la Floralis Genérica de la plaza Naciones Unidas y un acuario para guitarrista y sirena) interactuando con la gente en el campo mismo del Luna.
Centrar el show en los fans, por último, fue también la respuesta que los creativos del Cirque le encontraron a la pregunta más difícil: cómo hacer que la ausencia de Cerati sea lo menos invasiva posible en un show dedicado a la música de Soda Stereo y con la memoria emotiva tan fresca aún, a menos de tres años de su muerte. Paradoja del destino para un músico que alguna vez dijo: "es falso crear la ilusión de que los que están arriba del escenario son iguales a los que están abajo. No se puede permitir que el público sea el dueño del espectáculo".
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