Los espías siempre vuelven
Salvo que esté especialmente distraído, casi cualquier observador de la cartelera cinematográfica podrá notar que todas las semanas se estrena alguna película de terror; en ocasiones, más de una (en esta semana que nos ocupa, It). Es el género estrella, no necesariamente el que domina los listados de las más vistas del año de forma abrumadora pero sí el más confiable para los distribuidores: las películas de terror “funcionan”. Por su parte los amantes de las comedias, en especial de las comedias románticas, destacan la escasez cada vez mayor del género. Así las cosas, en un contexto en el que fuera del terror y la animación es difícil agrupar bajo algún común denominador las películas más allá de su origen, se da en estos días una convivencia destacable de tres películas del subgénero espías/asesinos profesionales/agentes especiales del thriller.
Son tres films que se estrenaron casi juntos, en apenas dos jueves: Atómica, Duro de cuidar, Asesino: misión venganza. Quizás pueda decirse que estas películas vuelven a fijar la atención en los conflictos políticos pero tal vez estemos forzando un poco las cosas. Lejos de ser un lote sobrio, puede decirse que la menos artificiosa-cómica-pop de las tres es Asesino: misión venganza, que propone un protagonista que se alista en la CIA para vengarse de terroristas, pero basta ver su nivel de hiperacción y fórmula para tampoco invertir muchas acciones en su apego por el realismo aunque, sí, es la más “grave”. El mentor del muchachito es una curtida leyenda de la Guerra Fría y justamente en la Guerra Fría, en el final del muro de Berlín (esos días de noviembre de 1989 que, con el tiempo, se han convertido en algo así como el partido debut de Maradona: todo el mundo estaba ahí) se sitúa la acción principal de Atómica, que apuesta a una lógica de la exageración pop y está basada en un cómic. La Guerra Fría revisitada, sin un distanciamiento del todo irónico pero sin un pathos grave. Hay algo de liviandad en Atómica, de fin de fiesta (sangrienta) y a la vez una pátina de nostalgia por un mundo ordenado en ellos y nosotros, claramente dividido (el muro como elemento organizador y notablemente cinematográfico), un ambiente de espías excitante, traicionero, adrenalínico. Atómica cuenta el final de un mundo que debía dejar de existir y a la vez lo llora desde hoy con lágrimas cool y coloridas.
Una película como Duro de cuidar se para desde la actualidad con una lógica metadiscursiva, hiperconsciente: un guardaespaldas que supo ser de élite desciende profesionalmente porque uno de sus clientes es asesinado delante de sus narices. Su lema, “Boring is Always Best”, repetido en el comienzo, podría referirse a un mundo que al subgénero no le sirve: la seguridad de un procedimiento profesionalizado, sin elementos que lo hagan temblar, que le muevan los cimientos y así pueda empezar la acción. Los asesinatos, en Duro de cuidar, tienen un peso alejado de la tragedia, salvo por la ejemplificación de la maldad absoluta del villano interpretado por Gary Oldman , que hace de un dictador bielorruso y que en diez segundos ya prueba que su maldad no puede licuarse con ninguna contextualización. Duro de cuidar usa las calles de Manchester y sobre todo de Amsterdam como un escenario de un juego violento, pero un juego casi infantil, en donde se nota todo el tiempo el “como si”, con la nada desdeñable ayudada del abundante humor exhibido: el ajedrez sangriento de tanto cine de la Guerra fría hecho durante los años de la contienda reconvertido parcialmente en el Coyote y el Correcaminos.
Este año hubo declaraciones notorias acerca del espía más famoso de la historia del cine, el que viene dando vueltas –él y sus copas– desde hace más de 50 años: James Bond. Y no se descartó que en el futuro 007 pudiera ser una mujer. Básicamente, Bond es una marca que se potencia (o se debilita) según cada actor –con Craig se potenció, con otros no tanto– pero que lo trasciende, así que quizás haya grandes novedades en un futuro no tan lejano. De todos modos, quizás lo más interesante de este cine de espías, asesinos profesionales y agentes versión 2017 esté pronto a llegar. Ya llega Kingsman: el círculo dorado, la segunda parte una de las escasas irrupciones tremendamente exitosas de cine del siglo XXI con ¡nuevos personajes! ¡una nueva franquicia sin dependencia casi absoluta de una marca previa! (aunque basada en un cómic, claro). En 2015, Kingsman: el servicio secreto se convirtió en un éxito notable, una sopresa que el público se recomendó con énfasis, y cuya relación costo-beneficio fue incluso más efectiva que Spectre, la última de Bond hasta el momento.
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