Michael Diamond estaba manejando en California el otro día, apenas por encima del límite de velocidad legal, cuando lo detuvo la policía. "Y entonces el oficial me dice: ‘Mi hijo tiene 8 años. ¡Esta mañana estuve escuchando «Intergalatic» y «Brass Monkey»!’." Hace una pausa antes del remate. "Pero igual me puso la multa."
Adam Horovitz, sentado junto a él, sonríe: "Sí, ¡lo escuchó y lo odió!".
Los dos viejos amigos –conocidos para tres generaciones de fanáticos como Mike D y Ad-Rock, de los Beastie Boys– están compartiendo un sofá en un hotel de lujo en la que solía ser una de las cuadras más mugrosas de Manhattan, en Nueva York. Horovitz, de 51 años, se encorva hacia atrás, casi horizontal, mientras que Diamond, de 53, está recto y alerta. Fuera de eso, son lo suficientemente parecidos como para ser hermanos: la misma estructura desgarbada, el mismo aspecto andrajoso, la misma habilidad para conversar de absolutamente cualquier tema del universo conocido.
Están acá para hablar sobre el Beastie Boys Book, el libro de memorias que se pasaron los últimos cuatro años escribiendo juntos. En sus páginas, podés encontrar docenas de episodios de su vida en primera persona, mezclados con fotos, historietas, recetas y testimonios de invitados como Amy Poehler y el autor Luc Sante. El libro muchas veces evoca a los Beastie en su pico más surrealista e hilarante, como la historia de la vez que se cruzaron con Bob Dylan en una fiesta de cumpleaños de Dolly Parton en 1988. (Horovitz dice que Dylan trató de convocarlos para un recital "profumadores".) Al mismo tiempo, también funciona como un homenaje para su mejor amigo y compañero de grupo, Adam Yauch, quien murió de cáncer en 2012, dando un final trágico y prematuro a la historia de los Beastie.
En 2014, todavía de duelo, los amigos se juntaron en el departamento de Brooklyn donde vivía Diamond en esa época. Hicieron una lista larga de recuerdos, que luego escribieron en capítulos cortos, firmados individualmente. "Conversábamos cosas por teléfono, y nos mandábamos fotos", dice Horovitz. "No me refiero a fotos explícitas con el celular. O sea, nos mandamos muchas fotos de pijas. Pero no en ese momento."
Mientras que Diamond es un DJ popular, y conductor en la radio Beats 1, Horovitz –que vive en Pasadena, California, con su esposa, la pionera del punk Kathleen Hanna– mantuvo un perfil bajo durante los últimos años. Según su propio relato, pasa gran parte de su tiempo fumando porro, comiendo dumplings y "haciendo nada, relajado. Es fantástico". No parece interesado en saber acerca de música nueva. "La radio hace que odies todo. Terminás escuchando la misma maldita canción de Cardi B mil veces."
La pérdida de Yauch se siente mucho en el libro. "El grupo no se separó", escribe Horovitz hacia el final. "[El disco de 2011] Hot Sauce Committee Part Two fue nuestro último disco porque a Adam le agarró cáncer y se murió. Si eso no hubiera pasado, estaríamos haciendo un nuevo disco mientras vos leés esto."
En el hotel, resulta claro que los dos están disfrutando de la oportunidad de pasar tiempo juntos otra vez. "Al recordarlo es como si dijéramos: ‘Mierda, fue una locura...’", dice Horovitz. "Y miranos ahora. Somos adultos. Tenemos que pensar en nuestras hipotecas. Tengo que comprar comida para el perro." Se encoge de hombros. "Sigo vivo."
Por Simon Vozick-Levinson
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