Lollapalooza 2018: Imagine Dragons, Chance the Rapper y el gusto por la variedad
"Que vayas a terapia no significa que seas débil", dice Dan Reynolds sentado al pie del segundo escenario de Lollapalooza 2018 . En sintonía con la campaña para prevenir suicidios que se lleva a cabo a lo largo y a lo ancho de Estados Unidos, el parlamento del líder de Imagine Dragons parece un manual de autoayuda para el millennial tardío, como la serie 13 Reasons Why pero con guitarras de distorsión amigable y baterías bombásticas. "Si sentís que todo es gris, quiero que sepas que yo estoy con vos", cierra. De inmediato, "Kingdome Come" coronó el mensaje a puro optimismo y luces led.
Con un cabal sentido del espectáculo, Imagine Dragons funciona en vivo como una suerte de Coldplay con anabólicos. Los efectos visuales, y las cristalizaciones más básicas de la canción pop-rock en un combo de efervescencia inmediata pero de intensidad fugaz. Del falsete cuidado e impoluto de "I'll Make It Up To You" al relajo festivo con aires de "Hakuna Matata" en "On Top Of The World", los formados en Las Vegas revalidaron su convocatoria en suelo argentino y su llegada directa a un fandom sub 25. "Y ahora vienen los Red Hot Chili Peppers", anunció Reynolds antes de cerrar con "Radioactive", el tema que los mantiene activos en las radios.
Royal Blood: la base está
Dos horas antes, y sobre ese mismo escenario, Royal Blood jugó fuerte en su carta de presentación ante el público local.Con "Where Are You Know", el dúo británico de bajo y batería se abrió paso a pie firme con su rock de distorsiones crudas que remiten tanto a The Kinks como Muse, pasados por el filtro innegable de The White Stripes, la banda que inauguró la moda de las bandas de rock con dos integrantes. Riffs arquetípicos como el de "I Only Cry When I Love You", el teclado para relajar en una leve meseta en "Hole In Your Heart" y el arrebato setentoso de "Figure It Out" sirvieron como paneo suficiente para delinear los intereses de Mike Berr y Ben Thatcher. "No sabíamos con qué nos íbamos a encontrar aquí en Argentina y la verdad es que nunca sería suficiente nuestro agradecimiento", dijeron. Debajo, uno de los pocos pogos de la jornada parecía hacer recíproco tanto elogio.
Chance The Rapper y Anderson .Paak: la alta cuota rapera del día
Tan contrastante como el blanco y el negro de las portadas de Royal Blood fue la seguidilla de aritstas que desfilaron por los escenarios principales del festival entre las 17.30 y las 22. Con distintos abordajes pero con un evidente núcleo en común, Anderson .Paak y Chance The Rapper pasearon sus propuestas raperas con resultados similares aunque con un modus operandi bien distinto.
Allí donde para Anderson .Paak el hip hop es el punto de llegada al que arriba desde el soul, el funk y el R&B; para Chance The Rapper es la piedra angular de su música, que se deja permear tanto por el gospel ("Blessings") como por la dinámica fragmentada y vertiginosa de la EDM, incluso en sus visuales de colores saturados. Cuando el sol todavía pegaba bien alto, .Paak, secundado por los impecables The Free Nationals, captó el espíritu festivalero a pura energía bailable. Sin los pasos coreografiados de Bruno Mars ni el estatismo de The Weeknd, lo del joven californiano pasó por la vibra del momento. Esa que puede ir desde el susurro cool de "The Bird" al nervio rockero de "Am I Wrong". Como yapa, cada momento en el que se sentó a la batería demostró que lleva el ritmo bien adentro. Si alguien tuviera que resumir la música negra de los últimos 40 años en una story de Instagram, el podría hacerlo mejor que nadie.
"Mi nombre es Chance The Rapper y soy de Chicago", repitió una y otra vez el niño bueno del hip hop. Con un jardinero de jean y sonrisa aniñada, aportó su visión espiritual del género. "No creas en reyes, creé en reinos", disparó ni bien comenzado el show para dejar en claro que más que la espera de un mesías, cree en una revolución horizontal de las masas. "Problem" con Chance disparando su diatriba contra las discográficas en forma de un flow descarnado y "Same drugs", una canción que retrata el fin de la adolescencia con nostalgia y fundamentos melódicos para la canción, lo probaron capaz de ir a extremos bien opuestos, siempre con la celebración como norte.
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