La cumbia de los Strokes, Robert Trujillo con su hijo, Matt Healy de The 1975 y más
Este año, Lollapalooza Argentina se instaló como el punto más fuerte del calendario festivalero nacional. En la cuarta edición, al peso de sus headliners -Metallica y The Strokes más los ascendentes The Weeknd y The xx- le sumó un ejército de artistas que mezcló nombres consagrados como Duran Duran, bandas muy esperadas por el público local (Rancid), las futuras divas del pop (MØ, Tove Lo) y las figuras más fuertes de la música electrónica actual (Martin Garrix, Oliver Heldens), que actuaron en un predio enorme donde cada uno podía vivir el festival a su manera. Acá, diez cosas que vimos en el Lollapalooza 2017.
Mejor comienzo
El tiempo que los Strokes tardaron en salir al Main Stage 1 quedó rápido en el olvido con la intro que la banda de Nueva York eligió para aparecer en el escenario: ¡una cumbia! El remix de “Repitilia” del argentino Oscar Coronel puso a los fanáticos de Julian Casablancas y compañía a tirar unos pasos con la base de bajo, güiro y cencerro sobre la que se mueve el teclado infeccioso que reemplaza al clásico riff de guitarra del track de Room of Fire.
Mejor plomo
“Soy padre, pero también tour manager”, decía Robert Trujillo a Rolling Stone en el mediodía del viernes 31 de marzo. La entrevista pautada con el bajista de Metallica se realizó temprano porque él tenía que acompañar al predio a su hijo Tye, de 12 años, que iba a presentarse en el espacio Kidzapalooza. Y más allá de ser un espectador de lujo -vio todo el show desde el costado del escenario con su compañero Lars Ulrich-, también cumplió el rol de plomo: les acercó los instrumentos a los chicos, los ayudó a conectar y les tocó las perillas de las pedaleras. “Ahora van a tocar con Korn en los shows que tienen en abril en Brasil y Chile, así que me quedaré con él”, contaba Trujillo padre sobre los próximos gigs de The Helmets. “Da un poco de orgullo y ternura, me recuerda a mí en mi primer trabajo.”
Corista estrella
La banda de Lisandro Aristimuño sale al Alternative Stage del Lolla e inmediatamente el público empieza a codearse por lo bajo: "¿Esa es Hilda Lizarazu?", se preguntan. Una vez que empieza el show, no quedan dudas: la corista del grupo canta como Hilda, baila como Hilda y se viste como Hilda. Es Hilda, yendo y viniendo por el escenario con una sonrisa gigante, disfrutando de estar ahí, cantando los temas incluso cuando no le toca. Aristimuño fue el artista nacional de más peso de todo el festival, ocupando un lugar que en el pasado fue de Babasónicos e IKV: tiene sentido que haya buscado ayuda en una de las voces más emblemáticas de la música argentina.
Mejor pareja
Después de tocar en Lollapalooza Brasil, The Weeknd no siguió los pasos de otros headliners del festival que decidieron descansar en otras ciudades antes de aterrizar en Buenos Aires (los Metallica, por ejemplo, se repartieron entre playas brasileñas y la Patagonia argentina): Abel Tesfaye llegó varios días antes de su show en la segunda jornada del festival, acompañado por su novia, la estrella pop Selena Gomez. En lugar de encerrarse en el hotel y escaparle a los paparazzi, la pareja paseó por Palermo y fue a comer a un restaurant de temática peronista. Pero cuando llegó el sábado 1 de abril, nadie pudo encontrar a Selena en San Isidro.
March 28: Selena seen out and about with The Weeknd in Buenos Aires, Argentina. #2 pic.twitter.com/PJtsUMVOBD&— Selena Gomez News (@LifeWithSelG) 29 de marzo de 2017
Mejor cara nueva
El debut de The 1975 en Argentina expuso las virtudes de ese artefacto pop que viene asaltando FM's a lo ancho del globo. ¿La clave? Matt Healy, un chico sensible y emocional parado en el epicentro de un torbellino de hits que dominó el Main Stage 2 por más de una hora. Con porte de rockstar glamoroso de tinte retro -mezcla de Michael Hutchence y Prince-, Healy se paseó a bordo de su drama existencial con sensualidad y elegancia, sobre un listado que desanda una tríada de sexo, drogas y depresión. Al comando de su guitarra de pulso funky o dominando la escena con gesto desesperado, el cantante de voz maleable y registro amplio, levantó suspiros y ovaciones ante un público que parecía haberse topado con una nueva figura de adoración.
Mejor show a la tarde
Esta vez a Duran Duran le tocó figurar en la tercera línea en el cartel del festival y tocar de día, pero la buena estrella de la banda hizo que todo eso juegue a su favor. El sol, que caía exactamente frente al segundo escenario, realzaba su glamour y pegaba perfecto con los lanzallamas que se activaron en momento estratégicos durante la catarata de hits, ordenados de una manera brillante: fueron de clásicos ochentosos como "The Reflex" a otros del nuevo siglo como "(Reach Out for the) Sunrise" y en el medio, se atrevieron a mashups con hits ajenos, como "White Lines" con "Let´s Dance" de David Bowie. Detrás de sus múltiples sintetizadores, el siempre misterioso Nick Rhodes comandó un acertadísimo refresh sonoro que convirtió su sonido más electro y pistero.
Mejor cielo de festival argentino
Como contemplar no es un servicio pago (todavía) y los atardeceres son de las cosas más lindas que tiene Buenos Aires, las caídas del sol en el Lolla se convirtieron este año en un show en sí mismas, un clásico del que suelen circular tantas fotos en las redes como de los artistas que tocan en el Main Stage. A diferencia de los febreros en Cosquín Rock, en Córdoba, donde la lluvia es un invitado no deseado prácticamente todos los años, el primer fin de semana de abril en Buenos Aires suele tener el clima perfecto: fresquito pero con sol, ideal para un ir a un festival en el Hipódromo de San Isidro, donde hay una gran extensión de pasto para tirarse a mirar esos cielos bíblicos al atardecer.
Mejores visuales
La construcción de climas que Flume inició con kicks quebrados, sintes oníricos y las voces de Lorde y Tove Lo se completó con las impactantes visuales que pusieron a prueba las pantallas de LEDs del Main Stage 2. El team de diseño australiano Toby and Pete son los creadores de las imágenes que maridan perfecto con la música de su compatriota Harley Streten: el primerísimo primer plano del beso apasionado de una pareja, un iceberg gigante o una corona de oro reluciente, que el productor de 25 años merece lucir como uno de los futuros reyes de la música electrónica.
Mejor show ¡en las redes!
Aunque Metallica se llevó gran parte del público del día al Main Stage 1 y sumó al festival la asistencia de decenas de miles de personas que no hubieran comprado su entrada si en la grilla no figuraba la banda de James Hetfield y Lars Ulrich, en las redes sociales ese multitudinario y potente show tuvo una competencia impensada: Marshmello. Los seguidores del misterioso DJ cabeza de malvavisco -la gran mayoría nacidos en el nuevo milenio- llenaron sus perfiles de Twitter e Instagram con fotos y videos de la pirotécnica presentación en el Perry's Stage y extendieron en el terreno virtual la alegría de haber bailado con una de las figuras más fuertes y freaks de la escena global de EDM.
Mejor fanbase
Melanie Martinez retroalimentó la estética naif que sus seguidores lucieron cuando la ex The Voice actuó en el Alternative Stage. Armó un cuarto de bebés (con cunita y todo), vistió a su banda de conejitos y se hizo atacar por un lobo que perturbó su mundo rosa. Embebidas por los traumas infantiles de su idola, en las primeras filas del se lloraron todo y acompañaron cada una de sus catárticas representaciones con gritos para darle fuerzas. Además, le tiraron unos presentes para que se lleve un recuerdo de sus fans argentinos: libros para colorear y pinturitas.
Textos de Juan Ortelli, Lucas Garófalo, Emilio Zavaley, Denise Tempone y Juan Barberis
LA NACION