Locos por Hollywood
"Bowfinger, el director chiflado" ("Bowfinger", Estados Unidos/1999). Producción de Universal presentada por UIP. Fotografía: Ueli Steiger. Música: David Newman. Intérpretes: Steve Martin, Eddie Murphy, Heather Graham, Christine Baranski, Jamie Kennedy, Adam Alexi-Malle, Terence Stamp y Robert Downey Jr. Guión: Steve Martin. Dirección: Frank Oz. 97 minutos. Para mayores de 13 años. Nuestra opinión: muy buena.
Las sátiras de Hollywood sobre Hollywood son una suerte de subgénero transitado desde hace décadas con mayor o menor suerte. Ahora, el eficaz director Frank Oz ("¿Es o no es?") y Steve Martin, en su doble función de guionista y protagonista, consiguieron uno de los retratos más descarnados, inteligentes y divertidos que se hayan filmado sobre las miserias, penurias e hipocresías de esa industria cinematográfica.
Lo más interesante de "Bowfinger", además -claro- de su catarata de brillantes gags y las ajustadas actuaciones, es que resulta una película mordaz sin por eso tener que apelar a un solemne o forzado tono de denuncia. Por eso, aunque maneja un registro liviano, aparentemente superficial, termina haciendo una incisión bastante profunda en el cínico circo de las grandes estrellas, productores y representantes.
Oz y Martin apuestan a una farsa(de ficción) que termina desnudando la farsa (real). En Hollywood -demuestran, con evidente conocimiento de causa- nada es lo que parece, pero a la vez lo que más importa es la apariencia, esa imagen (aunque sea ficticia) que cada uno pueda construir de sí mismo para que los demás la compren.
La trama gira en torno de Bobby Bowfinger (Martin), un veterano director y productor en bancarrota (un auténtico perdedor para los parámetros del negocio) que sueña con un golpe de suerte. En su decadente oficina-hogar, con la sola compañía de su perro, empieza a leer un penoso guión sobre un héroe de acción que salva al mundo de una invasión marciana. "¡Es ahora o nunca!", grita seguro de haber encontrado la gran idea que tanto anhelaba.
Inmediatamente, empieza a conformar un equipo integrado por un asistente-camarógrafo (Jamie Kennedy), capaz de conseguir desde un Mercedes-Benz por 45 minutos hasta de "tomar prestados"los equipos necesarios pare la filmación; el sumiso guionista (Adam Alexi-Malle); una veterana actriz de teatro clásico (Christine Baranski); y hasta un par de inmigrantes ilegales mexicanos a los que prácticamente secuestran en la frontera (y que terminarán leyendo la mítica revista francesa Cahiers du Cinéma y despreciando al mismísimo Francis Ford Coppola).
Falta una estrella
Poco después, llega la típica rubia del interior, entre ambiciosa e inocentona (Heather Graham), que golpea la puerta de la productora y pregunta: "¿Acá es donde tengo que venir para convertirme en estrella?". La actriz de la secuela de "Austin Powers" y "Boogie Nighs: juegos de placer", en el papel más previsible del film, terminará seduciendo a todos los que haga falta con tal de conseguir ése, su único y gran objetivo.
Pero a Bobby y sus secuaces les falta algo: la estrella masculina capaz de convertir a esa producción en un éxito de taquilla. El elegido es Kit Ramsey (Eddie Murphy), el principal héroe de acción negro, famoso por su egocentrismo, su histeria y su dependencia de un misterioso culto new-age liderado por un enigmático (y carísimo) gurú (Terence Stamp).
El intérprete se niega a participar del proyecto y, entonces, Bowfinger y su equipo (al que define como "¡el más promisorio grupo de jóvenes profesionales con el que he trabajado!") no tienen más remedio que hacer la película "con" Ramsey, pero... sin que él se dé cuenta. El resultado de este rodaje casi encubierto, camuflado, es por momentos hilarante.
Tanto Steve Martin como Eddie Murphy (con una doble actuación, ya que también interpreta al hermano tonto y virtual doble de la estrella de Hollywood) entregan sendos trabajos que se ubican entre los mejores de sus carreras, tras algunos traspiés sufridos en los últimos años.
En el caso de Martin, el mérito es doble porque su guión está rebosante de ideas, de lúcidas observaciones y, también, de sensibilidad y hasta de cariño para con todo ese ejército de actores, técnicos, extras y aspirantes que no forman parte del ínfimo club de los elegidos. "Bowfinger" es eso: una ácida comedia sobre los poderosos y una elegía hacia los más humildes que, aunque más no sea por única vez y en el mundo de la ficción, también pueden encontrar su lugar en el mundo.
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