Liz Taylor y Joanne Woodward, dos mujeres y el horóscopo
Una es trigueña, se hizo famosa desde chiquita por su belleza y el impreciso color de sus ojos violáceos ha merecido una incalculable variedad de adjetivos. La otra, rubia y un poco hombruna, nunca fue tan agraciada ni tan sexy, está más rodeada de prestigio que de celebridad y cuando su nombre es mencionado en los medios suele serlo, más que por una carrera que nunca fue el centro de su vida, por su activo compromiso con las causas que en los Estados Unidos llaman liberales.
Liz (Taylor, claro) es una estrella. Lo ha sido siempre, casi desde que Hollywood la descubrió en pleno Beverly Hills, donde su padre tenía una galería de arte. Como tal, vuelca el peso de su imagen pública y el de su propia personalidad sobre los personajes que interpreta.
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La otra, Joanne Woodward, aprendió, en la universidad primero y en la escuela de arte dramático después, a refinar su ductilidad, a desaparecer bajo los rasgos del papel al que debe servir.
Tampoco se pueden hallar paralelismos en sus historias personales: además de la salud, que en Joanne parece de hierro y que tantos contratiempos le ha acarreado a Liz, la primera ha estado casada con Paul Newman desde 1958, tiempo en el que la segunda cambió, por lo menos, cinco maridos.
Sin embargo, algo las asocia: las dos tuvieron sus premios de la Academia. Nada casualmente: Woodward lo ganó -en 1957- cuando se desdobló para retratar a una esquizofrénica en "Tres caras tiene Eva", su tercera película, lo que la convirtió por algún tiempo en figura de renombre internacional. Taylor, en cambio, ya era una veterana de treinta films (empezó a los 10 años, en 1942), cuando se llevó el primero por "Una Venus en visón" (1960), oportunidad en que la Academia se mostró más sensible a los problemas de salud de su estrella (Liz había estado al borde de la muerte por una neumonía) que a su desempeño profesional. Seis años después, obtuvo un segundo Oscar, esta vez más justificable, por "¿Quién le teme a Virginia Woolf?"
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Por otro lado, aunque con distintas modalidades, las dos han mostrado su compromiso con el prójimo: no pasa semana sin que Woodward se pronuncie sobre temas políticos, gremiales o sociales, y es bien conocido el aporte que ha hecho Liz a las campañas contra el sida.
Pero las similitudes terminan ahí. Salvo un lazo que tendió el azar, las dos cumplen años hoy: Joanne, 71; Liz, 69. A la vista de las diferencias, parece un enigma para seguidores del horóscopo.
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